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El Demonio Castigado y el Íncubo 3 [cap9]


Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 9 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.

Capítulo 9

—¡¡Wah!!—exclamó Konome al contemplar el paisaje que se abría ante ellos.
Unas enormes montañas pedregosas, del color de la ceniza. Cinco grandes picos junto a otros más pequeños, les rodeaban por completo. Las únicas luces de aquel lugar eran unos extraños brillos verdosos que se dispersaban por todo el cielo como largas y ondulantes serpientes. En las faldas de las montañas demonios luchaban entre ellos en batallas sin fin.
—Hagii, dijisteis que los demonios no mueren ¿entonces porque ellos desaparecen?—preguntó Konome desde la cima de una pequeña montaña donde se encontraban.
—Tú mismo lo has dicho, solo desaparecen, vuelven a renacer en algún otro lugar del Inframundo. A veces no recuerdan nada de su pasado, por lo que es como si fueran unos demonios nuevos—le explicó mientras le subía a su espalda—. Vámonos de aquí, cuanto menos tiempo estemos en este lugar mejor.
Hageshii comenzó a saltar de roca en roca, pasando de unas montañas a otras, sujetando bien al íncubo para no dejarle caer a la parte más baja donde estaban los demonios. Pudieron salir al fin de aquel anillo de montañas y se encontraron con un gran desierto, del mismo color grisáceo. Comenzaron a caminar cogidos de la mano, encontrando de vez en cuando a su paso algún que otro demonio que intentaba pelear con ellos pero que no duraban más de unos segundos.
—Hagiiii~...—le llamó el íncubo tirando de su camiseta—. ¿Cuándo vamos a llegar?
—... No lo sé—contestó mirando hacia otro lado.
—Un momento... ¿no me digas que no sabes dónde es?—preguntó parándose frente a él.
—... Ni siquiera sé donde estamos—agachó la cabeza avergonzado.
—¡¡HAGII!!
—¡Lo siento! Solo he venido un par de veces a este mundo, no lo conozco. Ni tan siquiera conozco a mi madre, nunca la he visto—aunque parecía que aquello no le afectaba mucho.
—Ummm... Bueno...—se sintió mal por aquello.
—No te preocupes, lo encontraremos, te lo prometo—le dijo con una sonrisa, besando dulcemente sus labios.
—¡Hum! ¿No puedes usar eso del pelo y la sangre, como cuando encontramos a Reitan?—le preguntó enredándose en su brazo mientras seguían caminando.
—... No sé porqué no se me había ocurrido—suspiró avergonzado.
Arrancó uno de sus cabellos y tras cubrirlo por su sangre, lo enrolló en su muñeca dejando la punta en su palma. Al contrario de cómo reaccionó la vez anterior, en esta ocasión comenzó a girar sin control.
—Me temo que esto no sirve de nada, su poder debe estar por todo el lugar—quitó el cabello de su muñeca y lo volvió a unir a su cabeza.
—¡Entonces tendremos que seguir caminando!—Konome levantó un brazo enérgicamente.
Hageshii sonrió observando a su pequeño. Le hacía sentirse muy animado. Siguieron caminando por los fríos paisajes del Inframundo, encontrándose con demonios inútiles que habían sido mandados allí por otros más poderosos.
—¿Qué haces por aquí Kuroichi?—le preguntó un demonio que llegó caminando hacia ellos.
Tenía como mínimo dos metros y medio de altura e iba completamente cubierto por una túnica negra, que no dejaba ver nada de su cuerpo.
—Vaya lveng, no esperaba encontrarme contigo—parecía que aquel demonio no era un enemigo.
El pelirrojo extendió su mano y cuando el demonio correspondió al apretón, Konome pudo ver una mano formada únicamente por huesos.
—¡¡Uwa!! ¡¿Qué es eso?!—el íncubo se ocultó tras Hageshii aterrorizado.
—Oh... ¿Te has asustado pequeñín? ¿Quieres que te enseñe mi cara?—le preguntó el demonio llevando las manos a su capucha.
—¡Ni se te ocurra! ¿Es que quieres traumatizarlo?—le dijo Hageshii acariciando las orejas del menor.
—Lo siento, lo siento, me encanta aterrorizar a estos pequeños—rió Iveng con una voz cavernosa.
—No tengas miedo Konome, Iveng es un guardián del Inframundo, me ayudó la primera vez que vine aquí. Su cuerpo es un esqueleto pero no es malo para nada—le explicó Hageshii intentando sacar al pequeño de detrás suyo.
—¿Y qué haces de nuevo por aquí?—le preguntó Iveng—. No veo que te hayan quitado el poder.
—No, he venido por otros asuntos. Es más, ¿podrías ayudarme? Creo que lo conseguiré mucho más rápido si tú me ayudas—le pidió, aliviado por tener al fin un poco de suerte.
—Por supuesto. ¿Qué necesitas?
—Estoy buscando el castillo de Hades, tengo que hablar con él.
—... Kuroichi... ¿sabes lo que estás diciendo?—el demonio se quedó pensativo—. Si Hades te ve lo más probable es que se enfurezca y tú no le conoces furioso.
—Vamos Iveng, solo te pido que me lleves hasta allí, no voy a meterte en nada peligroso—le pidió mirándole fijamente con sus ojos ardientes.
—Um... De acuerdo, pero en cuanto lleguemos allí desaparezco. Si Hades se entera de que he ayudado a un descendiente del Diablo, acabará conmigo—le dijo resignado ante esos ojos que le ponían tan nervioso.
—¡Muchas gracias! ¡Te lo recompensaré!—cogió al íncubo en brazos y comenzaron a viajar en grandes saltos, a una velocidad apenas visible para otros.


—¿Cuánto tiempo crees que tardará Hageshii?—preguntó Takashi al mayor mientras Katsuragi arreglaba algunas cosas en la trastienda.
—Eso depende de lo que le cueste encontrar el castillo de Hades... y conociendo su sentido de la orientación podrían ser años—Reitan sonreía al recordar viejos tiempos.
—Bueno, en ese caso tenemos mucho tiempo para divertirnos—el exorcista rodeó la cintura del demonio y acarició con sus labios el fino cuello.
—Ya te he dicho que no me interesan los humanos. ¿Quieres probar otra aguja?—le amenazó sin siquiera mirarle.
—¿Ni siquiera para un rato de sexo? Lo has estado haciendo con un humano durante un tiempo ¿cierto? Conmigo será aun mejor, te lo aseguro—Takashi deslizó una mano bajo su jersey, haciendo estremecer al mayor.
—... Está bien... pero solo una vez—contestó algo sonrojado, no podía negar que tenía curiosidad.
Se levantó y se dirigió a su habitación seguido por el lujurioso exorcista que no dejaba de observar el trasero de su nuevo amante, relamiéndose ya los labios. Cuando Takashi cerró la puerta tras de sí, Reitan se sintió de pronto atrapado, como a merced de un gran depredador. Le resultaba extraño sentirse tan vulnerable ya que sabía que podía matarlo sin dificultad alguna. El exorcista se acerco a él y agarró su cintura con ambas manos, apretándolo contra su cuerpo.
—No te pareces apenas a tu hermano, tan solo tenéis en común los ojos—le susurró acercándose a sus labios—. El resto de tu cuerpo es mucho más delicado y hermoso.
—¿Mi hermano no te parece hermoso?—le preguntó intentando mantenerse frío.
—Lo es, pero de un modo diferente, mucho más duro. Yo prefiero a alguien más dulce, al que poder dar más amor—aunque para él la palabra amor significaba sexo.
—Deja de decir tonterías, yo no quiero amor—comenzó a desabrochar la camisa del moreno.
Quería dejar de hablar, odiaba que siempre lo llamaran pequeño aunque fuera a modo de alago, aquello era un insulto para un Kuroichi como él.
—Entonces estamos igual—rió el moreno, aliviado por no tener que fingir.
Takashi lamió los labios del demonio y se abrió paso hasta su interior, enredando sus leguas en un beso que dejó sin respiración al otro. Sus piernas flaquearon y estuvo a punto de caer al suelo, de no ser porque el moreno lo sujetó.
—Vaya, eres más sensible de lo que esperaba—la risita que soltó le valió un buen pisotón—. ¡¡Auch!! ¿Y eso a qué ha venido?
—No te burles de mí, estúpido humano—le dijo avergonzado, ocultando su rostro.
El exorcista tuvo que contener la risa por lo lindo que veía a Reitan, pero no quería enfadarlo más. Metió la cabeza bajo el jersey del demonio y comenzó a lamer y mordisquear los pezones que ya estaban endurecidos. Fue desabrochando los pantalones mientras se deleitaba con los dulces sonidos que el mayor no podía controlar. Le quitó los pantalones junto a sus calzoncillos, dejándole solo con el corto jersey.
—Tu cuerp- —antes de que pudiera decir nada Reitan le tapó la boca con la mano.
—Ni se te ocurra decirlo—le advirtió mirándole con el ceño fruncido y con las mejillas al rojo vivo.
Solo iba a decir que su cuerpo es muy lindo. Hehe, parece un adolescente en su primera vez, pensó Takashi mirándole desde abajo.
El exorcista se levantó y se deshizo de la única prenda que le quedaba al demonio. Observó su cuerpo completamente desnudo, de delicadas formas, piel casi tan blanca como la nieve, más rosada en las tetillas y en el pene; los músculos apenas se dejaban notar, parecía muy frágil.
—Deja de mirarme tan lascivamente, eres un pervertido—le dijo con sus mejillas al rojo vivo, intentando cubrirse con las manos su creciente erección todo cuanto podía.
—No puedo evitarlo, estás para comerte—lo que en realidad quería decirle era “tu cuerpo es más hermoso que cualquier otro que haya visto, mucho más que cualquier mujer” pero sabía que si le decía eso podía acabar muerto allí mismo.

Se quitó la camisa y los pantalones, quedando como su madre lo trajo al mundo. Sin más estorbos, rodeó la cintura del demonio con sus brazos, pegándolo a sí mismo. Comenzaron un nuevo beso mientras frotaban sus cuerpos, rozando sus miembros que poco a poco aumentaban de tamaño.

Continuará...

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