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Consecuencias de un Olvido


Título: Consecuencias de un Olvido
Fandom: Togainu no Chi   Personajes: Shiki ♥ Rin; Akira ♥ Rin; Nano ♥ Shiki
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, drama    Capítulos: One-shot
Clasificación: +18    Advertencias: Lemons, violencia (poca)
Resumen: En un lluvioso día de verano, Akira se ha olvidado su paraguas y un sonriente Rin se ofrece a acompañarle a casa y con la gran tormenta ambos acaban empapados y tienen que secarse en la casa de Akira. Su pasión se desata allí y Akira descubre el secreto familiar que Rin esconde en su propio interior.
Nota: Kya!! Amo esta serie!! Es una pena que no haya podido sacar a Kau en este fic, que es mi personaje favorito. Pero al menos he puesto a lo otros personajes que me gustan. Por cierto, busco otro título para el fic, antes se titulaba Agridulces Olvidos, pero no me gustaba y este tampoco mucho.



La temporada de lluvias había llegado, el calor abrumador del verano se hacía un poco más soportable gracias a ella. Una fuerte tormenta llevaba azotando la ciudad de Tokyo durante toda la tarde. El agua encharcaba el suelo y las gotas de lluvia cubrían los cristales como si fueran una cortina distorsionando la realidad. Hacía ya rato que las clases habían acabado y los alumnos y profesores habían regresado a sus casas, dejando el colegio casi vacío. Apenas quedaba un joven de plateados cabellos en la entrada esperando a que la tormenta amainara habiéndose olvidado el paraguas y otros dos muchachos en una clase del segundo piso.
—Uh… Shiki… no tan duro…—una aguda y dulce voz llenaba el aula solo ahogada por el sonido de la lluvia.
—Cállate. Te gusta así ¿verdad?—una voz más grave le acompañaba y sonaba algo molesta.
Uno de aquellos hombres, el más joven y pequeño por más de una cabeza, tenía el pecho apoyado sobre la mesa del profesor, desnudo de cintura para abajo con los pies casi sin tocar el suelo levantado por la verga del otro. Sus cabellos rubios estaban revueltos y ocultaban a ratos sus ojos azul cielo, brillantes y llorosos. Su rostro henchido de placer estaba sonrojado, la saliva se deslizaba por la comisura de sus labios mojando la mesa e intensos gemidos y jadeos salían incontrolables de su garganta. El hombre tras él, dos años mayor, estaba tras él embistiéndole fuerte y profundamente mientras le agarraba por las caderas. Su cabellera negra levemente larga y algo descuidada se agitaba con los bruscos movimientos alrededor de su rostro completamente serio. Sus ojos tan rojos como la sangre fresca estaban fijos en la expresión de gozo de su compañero aunque parecía una mirada vacía.
—Nn… Me vengo… Shiki…—todo su cuerpo temblaba, no podía contenerse más.
—Te pone cachondo hacerlo en la mesa de tu profesor ¿cierto?—la brutalidad de sus estocadas aumentaba por momentos—. Está bien, yo también lo haré—a pesar de lo que hacía, del intenso placer que sentía, su expresión se mantenía impávida.
No fue hasta ese momento, cuando Shiki se lo permitió, que el rubio se corrió manchando un lateral de la mesa. Poco después, tras unas embestidas más, el mayor se corrió también, derramando la simiente en su interior. Salió repentinamente de él y le dejó caer exhausto sobre el suelo.
—Limpia eso antes de marcharte—le dijo mientras se arreglaba la ropa.

—Ugh… ¿Cuándo parará?—se quejaba de la incesante lluvia.
Sentado en la entrada, junto a las taquillas de los zapatos, el joven de plateados cabellos comenzaba a cansarse de esperar, con la mirada azul grisácea perdida en la lluvia. Junto a él pasó un joven de atuendo negro a gran velocidad que ni siquiera se molestó en mirarle.
— ¿Huh? ¿No es ese el tipo tan fuerte de tercero? Esto… ¿Shiki?—se preguntaba sin interesarle demasiado.
Y al poco rato vio salir también a otro joven rubio. Éste caminaba despacio y de un modo algo extraño. Sus pantalones cortos de cuadros escoceses, su piel completamente pálida y su rostro algo afeminado le hacía parecer casi una chica. Se percató de su presencia y le miró extrañado. Sonrió y se acercó a él con el paraguas a juego con su ropa ya abierto.
— ¿Quieres que te acompañe? Podemos compartir el paraguas—preguntó extendiéndole una mano.
—No quiero ser una molestia—contestó algo dudoso.
—No es molestia, me apetece pasear un rato—le dedicó una brillante sonrisa.
El joven aceptó su mano y se levantó. Bajo el paraguas de cuadros salieron a la tormenta. Caminaron en silencio un rato en dirección contraria a la que había ido Shiki.
—Mi nombre es Rin, de la clase 1-B—dijo al fin el rubio.
—Akira, de 2ºC—replicó el de los cabellos plateados.
— ¿Dónde vives?
—No es necesario que me acompañes hasta mi casa, está bien si me dejas en alguna cafetería de camino—contestó a pesar de que le resultaba agradable aquella silenciosa compañía.
—Vaya, ¿no te caigo bien?—preguntó con ojos de cachorrillo.
—Oh, no, en absoluto es eso. Puedes venir a mi casa si quieres, vivo en los apartamentos Togainu—aclaró sin querer un malentendido.
— ¡Je! Genial, no me apetecía regresar a mi casa—rió con el rostro iluminado.
Siguieron en silencio durante el camino. Mientras el viento comenzaba cada vez a ser más fuerte, agitaba los árboles y provocaba que la lluvia comenzara a mojarlos a pesar de ir bajo el paraguas. Llegó un momento, cuando se acercaban ya a los apartamentos, que el vendaval era tan fuerte que incluso les costaba avanzar.
—Ugh… ¿Por qué así de repente?—se quejaba Rin poniendo el paraguas de frente para cubrirse del viento— ¡¡Uwaa!!
El viento echó el paraguas hacia atrás y estuvo a punto de arrastrar a Rin con lo menudo que era pero Akira lo agarró por la cintura y le pegó a su cuerpo.
— ¿Te encuentras bien?—le preguntó protegiéndole del viento con su cuerpo.
—Oh… Sí, lo siento—contestó algo nervioso, cerrando el paraguas que ya era inútil en aquella situación.
Akira le agarró de la mano y corrió con él hasta el bloque de apartamentos Togainu. Un lugar con tres pisos de altura y 10 viviendas en cada uno, antiguo y algo ruinoso, con muy mal aspecto tanto en su fachada como en sus pasillos. Entraron al apartamento de Akira, apenas con una pequeña cocina, el baño con una ducha y una sala-dormitorio. Estaban calados hasta los huesos, no quedaba un centímetro de sus ropas que no se hubiera mojado. De poco les había servido el paraguas.
—No debería entrar, mi ropa está toda goteando—le dijo Rin quedándose en la entrada.
—No te preocupes, puedes darte una ducha y mientras tenderé tu ropa para intentar secarla, si quieres claro—ofreció Akira mientras se quitaba la camiseta y la tiraba al cesto de la ropa sucia.
—Qué amable. Entonces lo haré.
Rin comenzó a desnudarse en la misma entrada para sorpresa de Akira, quien se dio la vuelta para no verle. “¿Por qué reacciono así si es un chico?” se preguntó algo confuso.
—Ten, mi ropa—le dijo el rubio tendiéndosela.
—Oh, sí…—Akira la cogió procurando no mirarle, tan solo se había quedado con unos ajustados calzoncillos negros.
Rin entró en el baño y se dio una rápida ducha. Agradecía la templada agua que limpiaba de su cuerpo el olor de Shiki y del sexo. Lo que no podía borrar eran aquellas marcas rojizas en sus caderas del fuerte agarre que había sufrido. Mientras tanto Akira se cambiaba de ropa y colgaba la del rubio en la cocina, usando un secador en ella.
— ¿Podrías prestarme algo de ropa?—le preguntó Rin al salir del baño.
Cuando Akira se giró le vio allí, con el pelo mojado y goteando y apenas una toalla a la cintura. Tragó salivo y por un momento no pudo quitarle los ojos de encima a aquel delgado y pálido cuerpo. Una nada inocente sonrisa se dibujó en el rostro de Rin.
—Akira~ —canturreó con las manos a la espalda moviendo suavemente su cintura.
— ¡Ah! Sí, puedes cogerla tú mismo, en la cómoda—reaccionó al fin y le dio de nuevo la espalda—. Aunque no creo que encuentres nada de tu talla.
Sonriente el rubio echó un vistazo en los cajones sin hurgar en ellos, cogió una camiseta negra y unos calzoncillos azules, incluso estos le quedaban grandes y muy sueltos al igual que la camiseta.
— ¿Quieres tomar algo? Tengo Solid y Line—se rindió ya con el secador y se dirigió al frigorífico.
—Solid está bien—contestó sentándose junto a la pequeña mesa, con la ventana y el futón sin arreglar a su espalda.
Akira entró en la sala con un par de latas en la mano y se sentó al otro lado de la mesa. Buscó algún otro sitio donde fijar los ojos para no quedarse mirando como un tonto a Rin.
— ¿Y es bueno vivir aquí solo?—preguntó el rubio abriendo el refresco.
—Supongo, no tengo horarios ni nadie que me dé órdenes, lo malo es que todas las tareas las tengo que hacer yo—contestó mirando de reojo sus piernas desnudas.
—Al menos es mejor que vivir con algunas familias—rió con una triste expresión disimulada.
—No sabría qué decirte, nunca he estado con una—el tono de ambos se estaba volviendo igual de sombrío.
— ¿Y cómo te ganas la vida?—preguntó intentado cambiar de tema.
—Soy un luchador callejero.
— ¡Hoh~! ¡Un luchador! ¿Y eres bueno?—preguntó entusiasmado.
—Supongo, nunca he perdido una pelea.
— ¡Ju! Eso es porque no has peleado con mi hermano—dijo orgulloso.
— ¿También es un luchador?—si se parecía a él era imposible que fuera tan fuerte.
—Oh, no. No le interesan esas cosas, para él es aburrido pelear porque no le supone ningún reto. Seguramente habrás oído hablar de él, es Shiki.
— ¿¡Shiki!? ¿Tu hermano es ese tipo de negro?—exclamó sorprendido—. No os parecéis ni lo más mínimo.
— ¡Gracias!—rió Rin.
Akira se le quedó mirando. ¿Cómo aquel chico de aspecto tan frágil e inocente, que parecía no haber roto un plato en su vida, podía ser hermano del tipo al que todo el mundo temía como el más cruel y fuerte de Tokyo?
—Um… Futón… Nunca he probado uno, siempre he dormido en camas. ¿Qué tal es?—preguntó echado hacia atrás, apoyado sobre sus codos.
—Puedes comprobarlo tú mismo—contestó desviando de nuevo la mirada, comenzaba a sentir caliente su cuerpo.
—No, no. Eso solo se usa para dormir y tener sexo. Para lo primero es demasiado pronto y en cuanto a lo segundo…—una tentadora sonrisa apareció en su rostro.
Rin se incorporó y se acercó gateando al mayor. Akira tragó saliva y observó cómo aquel seductor joven, con el cabello todavía mojado y la camiseta a punto de caerse por sus hombros, se sentaba en su regazo rodeándole el cuello con los brazos. Sus piernas desnudas se ajustaron a sus caderas y movió sus caderas frotando ligeramente sus entrepiernas.
—Necesitaría a alguien que me acompañara, claro que si tú te ofreces…—sus labios rozaron los de Akira sin llegar a besarle.
El mayor respiró profundamente y no pudo resistir más. Agarró por el trasero a Rin y lo levantó consigo hasta llegar al futón, donde lo tumbó sin mucha delicadeza.
—Vaya, el chico frío ha reaccionado—rió descendiendo la mano lentamente por su pecho.
—No soy un hipócrita, normalmente me contendría para no estropear las cosas pero si me provocas haré caso a los deseos de mi cuerpo—contestó con sus labios deseando devorar los otros.
—Ya veo cuáles son esos deseos—acariciaba con la punta de sus dedos la creciente erección en sus pantalones.
—Estamos igual—le dijo presionando suavemente ambas erecciones.
Sus labios se unieron yendo por delante las lenguas que juguetearon en el interior de sus bocas. Un beso tan lujurioso y húmedo que les hizo incluso gemir. Rin movía su cuerpo frotándose con Akira y las ropas, aunque escasas, comenzaron a resultar sumamente molestas. Cuando consiguieron separar al fin sus bocas tras el largo beso, ambos se apartaron un instante para poder quitarse las camisetas. Liberaron también sus erecciones y empezaron a frotar sus miembros uno con el otro, cada vez más duros y mojados. Mientras los finos dedos de Rin los acariciaba presionando con gran acierto los puntos sensibles; las manos de Akira se centraban en acariciar el delgado cuerpo. Pellizcaba y frotaba los rosados pezones provocando dulces gemidos que resultaban melodía para sus oídos. Después de juguetear con la de Rin, la lengua de Akira comenzó a descender por su cuello, besando y chupando sin llegar a dejar marcas ya que eso quizás no sería bueno.
—Akira… Será vergonzoso… si me corro solo con esto…—le decía entre jadeos y gemidos, sintiendo cómo su cuerpo ardía cada vez más—. Continúa… métela en mí…
¿Podría alguien resistirse a semejante petición cuando aquellos ojos de cielo lo miraban de modo tan lascivo? Rápidamente Akira se apartó un momento y le dio la vuelta poniéndole a cuatro patas.
— ¡He-hey! Espera, qué vas a… No es necesario que te fuerces a eso—le dijo sorprendido, sintiendo sus dedos acariciar superficialmente su entrada.
—Si no te abro primero te dolerá, ¿verdad? Además no me fuerzo a nada, ya que es mi primera vez con otro hombre quiero sentirlo bien para no arrepentirme—contestó excitado.
Separó sus nalgas con las manos y sin aversión alguna lamió su entrada. Todo el cuerpo de Rin se estremeció y de la impresión intentó separarse pero no fue capaz, las manos de Akira no le dejaron. El mayor siguió lamiendo metiendo la lengua en su interior, lubricándole y abriéndole poco a poco. Quedándose sin aliento apartó la boca y comenzó a meter un dedo y después otro, Rin se aflojaba bastante rápido, parecía acostumbrado a ello.
— ¿Uh? ¿Y esto?—un líquido blanquecino, muy familiar para cualquier hombre, salió de su interior.
— ¡Oh! Es de mi hermano. Parece que no lo he limpiado todo antes—murmuró con una expresión vacía.
—Shiki…—susurró.
Una bola de complejos sentimientos se atoró en su garganta. Quiso decir muchas cosas, preguntar por el hecho de que el semen de su hermano estuviera en él, pero le resultó totalmente inapropiado en aquel momento. Y tampoco es como si fuera de su incumbencia.
—Si quieres parar…—menudo descuido por su parte, aquello cortaría el rollo a cualquiera.
—Ni hablar, pienso llegar hasta el final—ahora ya era por orgullo, aunque no estaba seguro de poder medirse con Shiki.
Sin esperar a dilatarle más, Akira le puso bocarriba y abrió sus piernas. Su verga frotó la entrada un momento y le penetró. Caliente y ajustado, una increíble sensación que invadió su cabeza. No pudo contenerse, se movió enseguida en su interior, llegando hasta lo más profundo una y otra vez mientras Rin se aferraba gimiendo al futón. Aquel sentimiento era muy diferente al que tenía con su hermano, Akira era mucho más gentil y el placer no se reducía solo al dolor. El sonido húmedo de sus cuerpos chocando, los gemidos de Rin y los jadeos de Akira, incluso los fuertes latidos de sus corazones ensordecían sus oídos y traspasaban con facilidad las finas paredes del apartamento. Los brazos del rubio rodearon la espalda de Akira y se abrazó fuertemente a él cuando las embestidas se intensificaron.
—Ah… Tan rápido… ya me… vengo… Nn…—su cabeza daba vueltas con aquella calidez inundándole.
—Yo también… ¿Puedo dentro?—preguntó acariciando su mejilla con los labios.
—Sí… córrete dentro de mí…—jadeó buscando su beso.
Separando sus bocas tras un largo beso, Rin eyaculó sobre su vientre, arqueando la espalda en un fuerte orgasmo. Su gemido intenso, su rostro sonrojado y sus ojos entrecerrados y llorosos le hicieron perder todo el control a Akira, que con una fuerte estocada derramó su simiente en el ardiente interior. No quiso salir de allí, se quedó sobre Rin escuchando su respiración agitada calmarse poco a poco. Unos minutos después salió despacio de él y se tumbó a su lado.
— ¿Te ha gustado el futón?—le preguntó sin saber qué otra cosa decir.
—Sí… ha sido sorprendentemente bueno—rió poniéndose la camiseta—. Me gustaría volver a utilizarlo alguna otra vez.
—Cuando quieras, estará extendido para ti en cualquier momento—contestó acariciando los rubios cabellos.
— ¡Oh! Ya ha dejado de llover—el brillo del sol cegó un momento sus ojos, miró por los cristales de la ventana que ya se estaban secando.
—Sí, creo que hace rato.
—Tengo que irme—se levantó y rápidamente se puso su ropa todavía mojada.
— “Ch'. Cuánta prisa”—pensó algo molesto.
—Lo siento, nos vemos en el instituto. Uh, y… mejor que nadie sepa de esto. No sé cómo reaccionaría Shiki—le dijo desde la puerta con una gran sonrisa falsa.
—Claro, no te preocupes.
Aunque la verdad, aquello le molestaba bastante y no sabía porqué.

Por la noche, a más de las once, Rin estaba en su habitación, sentado en su escritorio con el libro de matemáticas en frente aunque no demasiado concentrado.
—Madre me ha dicho que has llegado muy tarde. ¿Por qué?—preguntó Shiki con voz monótona, observando desde la puerta.
—Acompañé a un amigo que se había olvidado el paraguas—contestó sin voltearse a mirarle.
— ¿Amigo? ¿Acaso tú tienes de eso?—le agarró por los cabellos y echó su cabeza bruscamente hacia atrás—. Me traen sin cuidado los hombres que te follen, pero no toleraré que me mientas.
—Estuve follando con un chico—respondió sin intentar soltarse, sin expresión alguna en su rostro.
— ¡Huh! Pareces una perra en celo—Shiki le soltó y se dio la vuelta para salir—. Tu culo va a acabar más suelto que el coño de una mujer. Procura que no pase o me aburriré de ti.
— “Y eso sería malo ¿verdad?”—pensó Rin dando por imposible seguir estudiando en aquel momento.
De nuevo estaba lloviendo desde primera hora de la mañana, hacía calor y hasta la última prenda de ropa estorbaba. Pero no era todo aquello lo que provocaba que una oscura sombra se posara sobre la cabeza de Akira. Un mal sentimiento llevaba revolviendo su estómago desde la noche anterior y nublaba su cabeza sin dejarle siquiera atender a clase, claro que tampoco solía hacerlo mucho normalmente.
— ¡Hey~ Akira~!—la voz cantarina de Rin hizo parecer el día algo más animado, al menos durante un momento.
El rubio entró en la clase durante el recreo pasando junto a otros chicos sorprendidos y en cuanto le vio corrió hacia el mayor.
—Um… ¿Rin? Pensé que no…—estaba muy extrañado de que se dirigiera a él.
— ¿Podríamos ir a un sitio privado para… hablar un momento?—preguntó con una pícara sonrisa inclinándose sobre su mesa.
—Sí… claro, pero…—estaba algo dudoso y contrariado.
—Vamos—el rubio le cogió del brazo y le sacó rápidamente de la clase.
Sin decir palabra se dirigió con él hasta una sala de almacenaje donde estuvieron solos.
—Creía que debíamos ser discretos—le dijo Akira apoyándose contra una estantería.
—No es necesario, al parecer a Shiki no le importa con quien salga o me acueste—se acercó a él hasta pegar sus cuerpos, rodeando su cuello con los brazos.
—Lo siento, pero a mí sí—contestó apartándolo.
¿De dónde salían esas palabras? ¿Por qué decía algo como aquello? Ni siquiera él entendía qué significaba pero simplemente escuchar el nombre de aquel tipo en boca de Rin le molestaba sobremanera.
— ¡Oh! Lo siento, pensé que podría gustarte. Olvídalo—dijo con una falsa sonrisa.
El corazón le hizo daño al latir en su pecho. Agachó la cabeza y se dio la vuelta, alejándose de Akira sin volver a mirarlo.
—Espera, no has entendido—empujó la puerta para que no pudiera salir. No podía dejar que se fuera en aquel momento, aunque ni siquiera él sabía lo que quería decir—. No he dicho que no me gustes. Es solo que me molesta escucharte hablar sobre él—susurró al rubio aún de espaldas a él—. Pensar que también lo haces con ese tipo me cabrea. No sé porqué pero realmente me molesta. Quiero estar contigo, no solo por el sexo, me agrada tu compañía, estar a tu lado. Pero no puedo mientras también te acuestes con él.
—Lo siento… Estoy muy feliz de que me digas eso pero… no puedo acabar lo que tengo con mi hermano—su voz parecía estar a punto de romperse—. No es porque me guste o porque quiera hacer esas cosas, lo que pasa es que aunque me niegue Shiki siempre consigue lo que quiere. Si es necesario usa la fuerza y eso es mucho peor por lo que nunca me niego a sus peticiones.
—Eso quiere decir…—agarró a Rin por los hombros y le dio la vuelta para que le mirara. Al ver sus ojos al borde de las lágrimas su corazón dio un vuelco—. Si Shiki no estuviera, si no te molestara, ¿estarías solo conmigo?
—Uh…—estaba sorprendido por aquella intensidad en su rostro—. Sí, me gustas mucho. Pero me temo que eso no es posible, no le importa que me acueste con otros hombres pero nunca me dejará ir, al menos hasta que se aburra de mí.
— ¿Aburrirse de ti? Eso sería imposible—acarició suavemente su mejilla y despejó el flequillo de su frente—. Me enfrentaré a él, haré que se aleje de ti.
— ¿Hah? No, no, eso es imposible. Shiki es demasiado fuerte, nunca ha perdido con nadie—le dijo aterrado.
—Yo tampoco. Y si estoy luchando por ti no dejaré que me gane—estaba completamente convencido.
—Akira…—intentó contener una risa pero no pudo, comenzó a reírse a carcajadas—. Eres realmente adorable, nunca había conocido a nadie tan imprudente.
—Esa es mi línea—murmuró confuso.
—Está bien, pero con la condición de que no arriesgues tu vida. Shiki no se contendrá y si te pasara algo grave por mi culpa sería demasiado para mí—le dijo con una gran sonrisa que por fin parecía no ser tan triste.
En contestación Akira le dio un profundo beso. Sin separar sus labios lo llevó hasta una mesa y lo sentó en ella. Sus manos se deslizaron bajo la camiseta y comenzaron a acariciar su pecho. Sus cuerpos se calentaron cada vez más y su respiración se volvió ruidosa. Akira desabrochó los pantalones del rubio y dejó libre la erección.
— ¡Huh! Qué rápido has reaccionado—rió inclinándose sobre su miembro.
— ¿Y qué quieres que haga? No suelen tratarme tan gentil… y me excita mucho—le dijo algo avergonzado.
Akira lamió el falo de pálido color y rosada punta, parecía totalmente inocente. Sus labios frotándolo, su lengua acariciándolo y el cálido interior de su boca comenzaba a aturdir la mente del rubio, cuyos gemidos eran incontenibles.
—Algo como eso es innecesario—la voz de Shiki sonó a sus espaldas sobresaltando a ambos—. Para follarle simplemente ponle boca abajo y quítale los pantalones. No necesitas perder el tiempo con eso y le gusta cuando le dan duro.
—Yo no busco solo mi placer—gruñó de mal humor—, también quiero que Rin disfrute. Quiero que llore de placer y no solo por el dolor.
El rubio se sonrojó, miraba sorprendido la espalda de Akira que se había puesto delante de él en forma protectora.
—Tan estúpido. Bien, me trae sin cuidado lo que hagáis siempre y cuando le quede energía para cuando yo quiera follarle—tras esto se dispuso a irse.
—Respecto a eso…—le detuvo Akira—. No dejaré que vuelvas a tocarle. Yo seré el único amante de Rin.
La mirada asesina que le dirigió Shiki podría haber hecho temblar a cualquiera pero Akira se mantuvo firme.
—Qué tipo tan obstinado. ¿Crees en serio que voy a permitir eso?—el aura a su alrededor se volvió realmente aterradora—. Rin me pertenece, jamás podrá negarse a mí.
—Tú eres un luchador, ¿verdad? Entonces tengamos una pelea—le retó firme.
— ¿Crees que tienes alguna posibilidad de ganarme?—rió perversamente.
—Según dicen tú nunca has perdido, pero yo tampoco. Si gano no volverás a tocar a Rin.
—Y si yo gano… si sales con vida, abrirás tu culo para mí cuantas veces se me antoje—le dijo mirándole de arriba a abajo.
—Akira no-
—De acuerdo—aceptó sin escuchar a Rin.
—Entonces hagámoslo rápido.
Shiki salió de la sala, Akira le siguió y cuando Rin se arregló la ropa fue tras ellos. Subieron un par de pisos y salieron a la azotea, empapada por la lluvia. No tardaron mucho en acabar completamente mojados por la incesante lluvia.
—Akira…—Rin quiso detenerle pero supo por su mirada decidida que sería imposible.
En medio de la azotea rodeada por vallas, los dos rivales se pusieron en posición. Mientras Akira tomaba una postura agresiva de lucha, Shiki permanecía recto y calmo. Tras una profunda respiración, Akira corrió hacia él y lanzó su puño directo a la cara pero lo esquivó sin ninguna dificultad. Constantes patadas y puñetazos se sucedieron pero ninguna llegó siquiera a rozarle.
— ¿Eso es todo?—preguntó Shiki viendo que se había detenido.
Con rabia, Akira se volvió a lanzar sobre él pero esta vez Shiki no solo lo esquivó, también le pateó en el estómago. Tosiendo Akira retrocedió un momento. Recuperó la compostura y se volvió a lanzar sobre él. Pero de nuevo sus golpes eran inefectivos, aunque llegara a darle parecía que apenas le hacía cosquillas.
— “No es posible… no puede ser tan fuerte. No parece humano”—pensaba frustrado.
—Más vale que vayas preparando tu culo porque yo no soy gentil—le advirtió Shiki sabiéndose ya como vencedor.
—No voy a rendirme… No dejaré a Rin en tus manos—de nuevo se precipitó sobre él a gran velocidad.
—Insensato.
Esta vez Shiki le agarró por el brazo izquierdo y se lo rompió, después sin soltarle le lanzó por los aires. Salió volando por encima de la valla y de no ser porque consiguió agarrarse al extremo de ésta, habría caído los cuatro pisos de altura.
— ¡Akira!—el grito de Rin se oyó claramente sobre la lluvia.
Colgando con una sola mano y con el otro brazo roto, Akira consiguió saltar al otro lado trepando ayudado por los pies. Rin corrió hacia él pero Akira le apartó.
—Todavía no ha terminado… La pelea sigue—sin esperar se lanzó de nuevo sobre Shiki.
El dolor de su brazo comenzaba a nublar su cabeza pero no podía detenerse. Pero sus ataques ya no eran ni tan fuertes ni tan certeros como antes y era todavía más fácil esquivarlos.
—Tan inútil—murmuró el mayor cansándose ya—. Es hora de acabar.
El timbre de clase sonó y con él Shiki le dio el último golpe, un fuerte puñetazo en el estómago que lo lanzó contra la pared de la entrada. Akira se golpeó la cabeza y quedó tan aturdido que no pudo siquiera levantarse por mucho que intentaba.
—Lo siento, lo siento, ya basta—le dijo Rin corriendo junto a él, sujetándole para que no se moviera—. Esto es mi culpa, lo siento mucho.
Sus ojos comenzaron a desbordar lágrimas, avergonzado, sin ser capaz de mirar directamente al rostro de Akira.
—Rin, perdona, no he podido ganar—no sentía rabia por tener que cumplir su castigo por perder, sino porque Rin seguiría sufriendo con aquel bastardo inhumano.
—Qué aburrido. Me habéis decepcionado mucho—espetó Shiki pasando a su lado para ir a la entrada—. Puedes quedártelo, me he aburrido de vosotros, no merecéis la pena.
Entró de nuevo al colegio sin volverse a mirarlos. Los dos jóvenes se quedaron pasmados sin saber si habían entendido bien.
—Rin… eso quiere decir que…
— ¡Akira!—el rubio se abrazó con fuerza al malherido.
—M-mi brazo…—jadeó con el dolor recorriéndole todo el cuerpo.
— ¡Oh! ¡Lo siento! Estoy tan feliz—dijo apartándose de él.
Una luminosa sonrisa hacía brillar su cara como nunca y resultó ser contagiosa. Con su brazo bueno acarició su mejilla sonrojada y enredó los dedos en sus cabellos acercándole para fundirse en un apasionado beso bajo la lluvia.
Unos días después, desde el tercer piso, unos ojos rojos observaban desde la ventana como una pareja caminaba disimulando pero bastante cerca uno del otro bajo el soleado día.
—Últimamente estás de muy mal humor, Shiki. ¿Puedo saber a qué se debe?—le preguntó un joven cerca de él.
Sentado en su mesa en la clase ya vacía, un muchacho con expresión vacía, de melena anaranjada, le miraba interesado con ojos azul apagado.
—Tú mismo lo has dicho, estoy de mal humor así que no me incordies Nano—gruñó mirándole de reojo.
— ¿No tendrá algo que ver con tu lindo hermanito y su nuevo novio?—bien sabía ya la respuesta.
—Guarda tu lengua ahora que puedes o acabaré arrancándotela—se acercó a él con aura asesina.
—Era evidente que algún día pasaría—comenzó a hablar a pesar de que sabía a lo que se arriesgaba—. Si le atas con cadenas de espinos querrá escaparse de ellos. Además a los jóvenes como él les encanta tener romances, alguien que les trate de forma dulce. Necesitan creer en el amor. Aunque tú y yo bien sabemos que eso no son más que majaderías.
Más que molesto Shiki le agarró por el cuello de la camisa y le levantó.
—Que te quede bien claro: la única razón por la que Rin está con ese tipo es porque yo se lo he permitido, porque me he aburrido de él—le dijo con tono amenazante.
—Por supuesto, no lo dudo—aquella fingida sonrisa en su rostro le molestaba tanto que se apartó de él para no tener que mirarle—. Y dime, ¿vas a buscar ahora una nueva presa? No creo que puedas estar mucho más tiempo sin sexo.
—Supongo… pero me molesta tener que buscar. Y no hay mucho donde elegir en esta escuela—murmuró apoyándose sobre la mesa de enfrente.
—Entonces usa lo que tienes más cerca—Nano se levantó y se puso frente a él.
— ¿Más cerca que en la habitación de al lado?—ni por un instante se le pasó por su cabeza las intenciones de su compañero.
—Quizás no tanto, pero ya es hora de que mires a tu lado o a la mesa de atrás—metió una pierna entre las suyas y pegó su cuerpo a él.
—Estarás de broma, ¿cierto?—le dijo sin mostrar expresión alguna.
— ¿Nunca lo has pensado? ¿Hacerlo con alguien que no sea un crío llorón?—preguntó desabrochando el cinturón de Shiki—. ¿Ser el que recibe en lugar del que da?
—Un momento. ¿Por qué debería ser yo el que reciba haciéndolo contigo?— ¿Y era eso lo único que le molestaba?
Ante la iniciativa de Nano, el de negro también comenzó a desabrochar su pantalón no queriendo quedarse atrás.
—Bueno, es evidente. A parte del hecho de que soy algo mayor que tú, soy el más maduro de los dos—los pantalones de ambos cayeron al suelo.
— ¿Y eso importa? Yo soy el más dominante de los dos. ¿O acaso no haces siempre lo que yo te digo? Todo el tiempo me sigues como un perrito faldero—rápidamente se deshicieron de los calzoncillos.
—Eso es solo porque me da pereza discutir contigo y no me gusta pelear. Aunque a veces te comportes como un crío simplemente me gusta observarte—la mano de Nano se deslizó hasta su trasero, acariciando su entrada con los dedos.
—No voy a permitirlo. Te demostraré que solo puedes ser un perro a mi servicio—su dedo entró bruscamente en el interior de Nano.
—Bien, inténtalo.
Sus labios se unieron en un salvaje beso en el que sus lenguas se atacaban una a la otra y se mordían sin dulzura alguna. Mientras sus miembros duros se frotaban uno con el otro cada vez más húmedos, ambos intentaban invadir el trasero del otro con sus dedos. Sus respiraciones se volvieron agitadas y su excitación aumentaba por momentos.
— “Mierda… ¿Por qué me pone caliente que me meta los dedos? Eso no debería sentirse bien”—pensaba Shiki molesto por estar perdiendo el control.
—Tu culo está succionando mis dedos y no los deja salir, parece que de verdad lo deseas—le susurró Nano, lamiendo su oreja.
—No digas estupideces… Seré yo quien te la meta ahora mismo—gruñó con suaves jadeos, cabreado sintiendo el descontrol.
Nano sacó los dedos de su interior y Shiki pensó por un momento que había ganado. Pero en seguida se dio cuenta de que estaba muy equivocado. Nano le agarró por la cintura y le sentó en la mesa abriendo sus piernas. Sin dejarle reaccionar, comenzó a penetrarle agarrando sus brazos para que no pudiera detenerle.
—Bastardo… Me pagarás esto…—estaba sorprendido por su fuerza.
—De acuerdo, me parece bien. Dejaré que me la metas en otra ocasión, pero por ahora solo disfruta—le dijo con su fingida sonrisa.
—Ugh… Al menos quita esa cara, me cabrea—su respiración se volvía cada vez más agitada.
El miembro de Nano entró por completo de una sola embestida. Shiki se mordió el labio inferior intentando que ningún sonido saliera de su boca, pero no podía controlar el temblor de su cuerpo.
—Relájate… estás muy apretado, no podré moverme—jadeaba Nano, soltando sus brazos y levantando su camiseta para comenzar a tantear su pecho.
— ¿Qué esperabas? Nunca me la habían metido…—se agarró con fuerza a sus hombros clavándole los dedos.
—Me alegra ser yo quien se lleve tu virginidad—lamió su cuello llegando hasta su oreja y por su estremecimiento se dio cuenta de que era una zona sensible—. En cuanto te acostumbres un poco lo disfrutarás. Deberías saberlo.
Fuertemente apretado comenzó a moverse en el cálido interior que se iba aflojando poco a poco. Sus dedos pellizcaban los pezones y por los sonidos que no podía retener se daba cuenta de que no lo hacía nada mal.
— ¿Por qué pareces… tan gentil?… Si vas a hacerlo, hazlo bien… No necesito cariño…—apenas murmuraba intentando ocultar su rostro con el flequillo azabache.
—No quiero traumatizarte en tu primera vez o huirás de mí. Aunque no pueda cogerte de nuevo me gustaría seguir siendo tu perrito—en su voz había un deje triste a pesar de su habitual monotonía.
Shiki no podía resistirlo más, ya era imposible mantener la compostura y las palabras de Nano solo le volvían más loco. Rodeó los hombros de su compañero con los brazos y se ahogó en su boca rogando por no parecer todavía más débil ante él. Las embestidas se volvieron cada vez más rápidas y profundas, los cuerpos de ambos se movían frenéticamente sobre la mesa temblorosa. Cuando el descontrol los dominó a ambos nublando sus mentes, cuando sus respiraciones y gemidos llenaron la clase, se corrieron ambos casi al tiempo soltando toda la simiente con una fuerte sacudida. El líquido blanquecino de Shiki manchó su ropa negra y la camisa de Nano, mientras que el de este desbordaba de su interior manchando la mesa.
—Voy a matarte…—murmuró Shiki tembloroso, mirando cómo el miembro salía de él.
—De acuerdo, moriré feliz si es ahora—sin que su compañero se lo esperara le dio un dulce beso lamiendo sus labios.
—Gh- Cabrón…—estaba totalmente avergonzado y furioso pero realmente no podía hacer nada en ese momento, siquiera era capaz de levantarse de la mesa y vestirse.
FIN

2 comentarios:

  1. Aun nunca habia leido un fan fic de Togainu no chi. Me ha gustado mucho y sin duda alguna la mejor parte ha sido la desvirgacion de Shiki. Me encanta ver el orgullo de un seme destrozado de esta manera xD.

    Buen trabajo. *Babas*

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  2. Me encanto tu fic.Togainu no chi, me encanta! Habia buscado una historia asi desde hace mucho...que bueno que la encontré. Esque Rin estan adorable y violable*entre cascadas de baba* Ejem...ejem...Ojalá publiques algo de final fantasy 7 con el mismo estilo. Bye Bye

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