NO DOY PERMISO para publicar ninguno de mis fanfics en ninguna plataforma.

Mi musa es un prostituto c3


Título: Mi musa es un prostituto
Categoría: FullMetal Alchemist   Personajes: Roy X Ed
Género: Yaoi
Clasificación: +18 años
Advertencia: Lemon
Capítulo: 3 de 4    Finalizado: No
Resumen: Roy es un escritor que encuentra inspiración cuando observa desde su ventana a un prostituto de cabellos y ojos dorados. En un día de tormenta no soporta ver cómo pasa frío y decide comprarlo para que vaya a su casa.

Dos meses habían pasado y Edward no había vuelto a pisar mi casa y por si fuera poco tampoco ya no se sentaba en el mismo banco de siempre, no sabía si había dejado el trabajo (cosa poco probable) o si simplemente se había cambiado de zona. Tampoco importaba, aunque pudiera verle mi inspiración no volvería, ni una palabra había escrito desde aquel catastrófico día, pero aun así deseaba verle, volver a contemplar su hermoso rostro y los dorados cabellos más que nada en el mundo. Aquel parón de creatividad no conllevó la usual limpieza, mi casa seguía siendo un desastre, incluso creo que estaba peor que antes. Realmente aquello no era algo común, jamás me había sentido tan vacío, podía morir en aquel sucio lugar y no me importaría.
— ¡Señor Mustang!—una mujer llamó a mi puerta.
Me levanté perezosamente a abrir y allí estaba mi editora, con una expresión de enojo.
— ¿Qué sucede?—le pregunté rascándome la barba que llevaba tres semanas sin afeitar.
— ¿Cómo se atreve a preguntar que qué sucede? El mes pasado no entregó el escrito para la revista y este mes tampoco ¿puedo saber el motivo?—me preguntó entrando sin pedir permiso a mi casa.
—No tengo inspiración—contesté simplemente, y era toda la verdad.
— ¿Cómo que no tiene inspiración?, ¡esa no es una escusa válida! Pero qué demonios es esto…—se quedó mirando el desastre que constituía mi… lo que fuera eso, ya no era posible llamarlo habitación o comedor.
—Es lo único que puedo decirle, simplemente no puedo escribir—le dije sentándome sobre unos libros.
—Eso ya le ocurrió hace unos seis años y le volvimos a contratar porque nos aseguró que no le volvería a pasar. ¿Puede darme una explicación a eso?
—Mi musa ha desaparecido.
— ¿Su musa? ¿De qué demonios habla? ¡Eso es una tontería, o escribe o no y punto!—al ver que yo no reaccionaba a esas palabras se sentó a mi lado intentando hacer algo de hueco en el suelo—está bien ¿y qué o quién es su musa y por qué ha desparecido?
—Es una persona y bueno… tuvimos cierto enfrentamiento por llamarlo de algún modo.
— ¡Ah ya! Haberlo dicho antes— ¿en serio lo había entendido?—una novia que te ha dejado ¿cierto?—al parecer no lo había entendido.
—Bueno, puede decirse así. El caso es que empecé a escribir gracias a esa persona y ahora que se ha ido soy incapaz—le dije agachando la cabeza.
—Pues en ese caso vamos a recuperarla, yo te ayudaré—parecía muy decidida.
— ¿Ayudarme? ¿Por qué vas a hacer eso?—pregunté extrañado.
—Porque eres el mejor escritor que tiene nuestra revista, hay muchas personas que adoran como escribes y leen nuestra revista solo porque tú publicas en ella. De modo que voy a conseguir, sea como sea, que esa musa tuya regrese—de pronto esa mujer me estaba dando miedo.
—Dudo mucho que consigas algo—ni siquiera ella sería capaz de convencer a Edward de dejar su trabajo.
— ¡Lo haré! ¡Por mi honor de editora lo haré!—y esa fue su última palabra.
Hizo que me levantara y me acicalara, afeitándome en primer lugar la barba ¿Qué pretendía con eso? ¿Qué Edward se enamorara de mí? ¿Qué me viera guapo? Me parecía algo inútil pero no tenía fuerzas para negarme a ella.
— ¿Dónde crees que puede estar?—me preguntó cuando salimos a la calle.
—Mm… es posible que esté trabajando en Shotaro o Nekoma—le dije los dos barrios que sabía eran similares al mío, pero en realidad era una suposición, ya que ni tan siquiera sabía dónde vivía o qué otros lugares frecuentaba, jamás me había hablado de ello.
—De acuerdo, pues vamos para allá, ¡no permitiré que mi mejor escritor se quede sin su musa!—parecía totalmente decidida a conseguirlo.
—Sí, sí…—comenzamos a caminar quien sabe cuántas horas y cuantos kilómetros.
Ya había llegado la noche y habíamos recorrido todos los barrios que se me habían ocurrido y ni rastro de Edward. La verdad es que eso me estaba hundiendo, ¿hasta dónde se había ido? ¿Ya no podría volver a verle nunca? Cuando ya eran las once de la noche mi editora tuvo que irse a casa ya que a la mañana siguiente debía madrugar y como buen caballero que soy (o más bien porque estaba un poco perdido) le acompañé hasta su casa.
—Lo siento mucho señor Mustang, hoy no pudimos encontrar a su musa—me dijo cuando estábamos en la puerta de su apartamento.
—No se preocupe, ya lo esperaba, aun así intentaré escribir el artículo—sonreí forzadamente, sabía que era algo imposible.
—Bueno… si le parece bien…—tuve un mal presentimiento, la editora se veía muy nerviosa—yo podría ser su musa…
—Em… muchas gracias pero me temo que no es posible, para mí esa persona es irremplazable— ¿en verdad lo era? Eso mismo había pensado seis años atrás y ahí estaba siendo inspirado de nuevo por otra persona.
—Entiendo, en ese caso encuéntrela pronto y haga su trabajo—me contestó con una gran sonrisa.
Me di la vuelta y comencé a caminar en dirección a mi casa, o más bien en busca de esa dirección.
—Parece que ya has encontrado a otra musa—la voz de Edward sonó a mi espalda.
Me di la vuelta sobresaltado y pude contemplar de nuevo aquellos maravillosos ojos dorados, que en aquel momento parecían estar a punto de llorar. Era la primera vez que le había visto con esa expresión. Mi corazón se contrajo y sentí un profundo dolor en mi pecho.
—Edward… eso no es cierto, ella solo es mi editora, precisamente te estábamos buscando—intenté explicarme, no quería que aquello se convirtiera en otro error.
—No pretendas que me crea eso ¿Por qué me ibas a buscar tras dos meses y encima con tu editora? además, tú no eres gay ¿cierto? Entonces una mujer será mucho mejor que yo—me pareció escuchar como su voz temblaba un momento.
— ¿Cómo puedes pensar que una mujer como esa podría ocupar tu lugar? Durante estos meses solo he podido pensar en ti, hemos estado buscándote porque he sido incapaz de escribir una sola palabra… y si no he venido antes es porque… realmente no entendía nada—tenía que hacer que entendiera, que supiera cuanto significaba para mí. El solo hecho de que pensara eso me hacía sufrir. Me maldije una y otra vez por ser un escritor y no saber expresarme.
—Y yo que he sido tan idiota como para dejar mi trabajo…—eso explicaba el uniforme negro de camisa blanca que llevaba.
— ¿De-dejaste tu… trabajo? Quieres decir que ya no eres…—estaba en estado de shock.
— ¡Sí! ¡Ya no soy un puto!—las lágrimas comenzaban a desbordarse por sus mejillas mientras que yo sentía una gran felicidad.
—Ya no te tocan… otros hombres…—me acerqué a él y a pesar de que intentó separarse de mí le agarré por los hombros y le di un profundo beso.
Edward se entregó a mis labios, pareció intentar resistirse un momento pero después pidió más, se abrazó a mi cuello intensificando el beso. Cuando tuvimos que separarnos por falta de aliento Edward enterró la cabeza en mi pecho sollozando.
— ¿Por qué haces esto? ¿Por qué aquel día no me aceptaste?—me preguntó aferrándose a mi chaqueta.
—Solo pensar que otro hombre te iba a tocar después de que lo hiciera yo me puso enfermo, no podía con eso, no quería estropear la relación que teníamos y aun así es lo único que he conseguido—le abracé fuertemente enredando mis dedos en sus cabellos recogidos en una coleta.
— ¿Qué quiere decir eso? ¡Explícate! ¡¿Qué demonios sientes por mí?!—me gritó muy alterado.
—Te amo…—esas palabras salieron de mi boca por si solas como un suspiro.
Ambos nos quedamos paralizados al escucharlas. Edward me miró con los ojos como platos y pude sentir como su respiración se aceleraba.
—Lo… lo dices en serio… ¿Cómo te… atreves a decirme… eso… después de lo que he sufrido…?—comenzó a llorar con más intensidad, frotándose los ojos con las manos como un niño pequeño.
—Eres tan lindo…—aparté las manos de sus ojos e hice que me mirara—quiero hacerte el amor durante toda la noche y a la mañana siguiente despertarme y tenerte entre mis brazos. Poder besarte, abrazarte y hacerte el amor siempre que me apetezca y saber que eres solo mío, que ningún otro hombre tocará a la musa que amo.
—… Tonto—su rostro se sonrojó de una forma muy adorable.
Le besé dulcemente, rodeando su cintura con un brazo, atrayéndolo hacia mí. Deslicé mis manos bajo su jersey, disfrutando del calor de su cuerpo.
—Roy… estamos en la calle—me advirtió al ver que no frenaba.
—Lo siento ¿entonces vamos a mi casa?—le pregunté sonriente, sintiéndome muy feliz.
Como respuesta Edward también me sonrió tímidamente (cosa muy extraña en él) y me agarró de la mano para comenzar a caminar en dirección a mi casa (al parecer él sí conocía el camino)

2 comentarios:

  1. Mi no saber mucho de paginas como estas por lo mismo ni idea de como se conduce uno aquì ññUUU ha llegado aquì sòlo por este fic... por dios es precioso!! la historia es verdaderamente hermosa, limpia sin complicaciones inecesarias que tanto molestan a Yami... es simplemente perfecta... por favor espero que pronto tengas el final ññ
    Arigato por seguirla!!!

    ResponderEliminar
  2. pronto prontito publicaré el último capi (con muuuucho lemon) XD
    Arigatou por molestarte hasta en leerme en el blog.
    Me alegra mucho que te gusten mis fics, y este ademas es uno de mis favoritos.
    Espero que disfrutes del blog, desde las etiquetas que aparecen en el lateral puedes ir a cualquier tipo de contenido

    ResponderEliminar