NO DOY PERMISO para publicar ninguno de mis fanfics en ninguna plataforma.

Posesión (v. 2.0)

Título: Posesión

Fandom: Bleach         Pareja: Byakuya Kuchiki/Renji Abarai

Autor: KiraH69

Género: Yaoi

Clasificación: +18         Advertencias: lemon, violación

Capítulo único

Resumen: Renji es asaltado en su baño por un pasional Byakuya que se comporta de forma muy extraña.



Renji despertó de un extraño sueño. Había sido pesado y abrumador, pero ni siquiera recordaba de qué había tratado. Se levantó más cansado de lo que se había acostado y fue directo a la ducha para limpiarse el sudor. El agua fría despejaría su mente y lo despertaría del todo.

De pronto, la mampara de la ducha se abrió y allí estaba su capitán, desnudo. Estaba tan alterado por el sueño que ni siquiera se había percatado de su llegada. ¿Pero eso qué importaba? Lo importante era qué demonios hacía allí, por qué estaba en su habitación, por qué estaba en su baño, por qué estaba desnudo. El joven estaba tan confuso que no fue capaz de reaccionar cuando el capitán entró en la ducha junto a él. Bajo la lluvia de agua fría, lo acorraló contra la pared y tomó su miembro en la mano sin decir una sola palabra. Renji se tensó, pero no fue capaz de reaccionar. Con su mano libre, el capitán apartó sus largos cabellos mojados y hundió el rostro en su cuello, lamiéndolo y besándolo con gula.

Renji era incapaz de moverse, no solo porque el cuerpo del capitán estuviera pegado al suyo, sino porque estaba demasiado sorprendido y confuso por lo que estaba sucediendo. Aquello era imposible. No, uno de los capitanes de las 13 divisiones, el capitán de la 6ª división, su capitán Byakuya Kuchiki no podía estar haciendo eso. Era total y absolutamente imposible. Sin embargo, muy a su pesar y aun con el agua helada cayendo sobre él, su miembro comenzó a reaccionar a las hábiles caricias de su capitán. Sus labios y su lengua jugaban con su cuello, mordiendo los puntos exactos para forzar gemidos que reverberaban en las paredes. Era como si supiera dónde y cómo tocarle. No, aquello no podía estar sucediendo.

Justo cuando aquello dejaba de importarle y estaba a punto de correrse, el capitán se apartó de él. Sintió un vacío cuando sus labios y sus manos dejaron de acariciarle, cuando su cuerpo dejó que el aire frío cubriera de nuevo su piel. Cuando levantó la mirada, vio por primera vez en su rostro una mirada ardiente y pícara que no era propia de él.

Kuchiki salió de la ducha y se marchó sin decir una sola palabra.

Renji se quedó bajo el agua largo rato, intentando recuperarse y enfriar ciertas partes de su cuerpo. Cuando no lo consiguió tras un rato, se dio por vencido. Después de secarse brevemente, se sentó en la cama con el rostro entre las manos y los cabellos cayendo húmedos como una cortina alrededor de su cabeza.

¡¿Qué demonios había sido eso?! Tenía que haber sido una alucinación. ¡Claro, eso era! Nada más que una alucinación. Era imposible que su capitán hubiera hecho eso, jamás había mostrado un comportamiento semejante ni el más mínimo interés por él en ese sentido. Pero entonces, ¿por qué tenía un mordisco en el cuello? Las marcas que había dejado en él lo delataban. Estaba demasiado confuso como para pensar con claridad y, para colmo, su erección no parecía tener intención de desaparecer. ¿Sería porque no dejaba de pensar en sus besos, en sus caricias, en su lengua sobre su cuello?

No pudo aguantar más y se masturbó. Sus pensamientos se desviaron inevitablemente hacia su capitán. Su cuerpo musculoso, sus fuertes manos, su elegante rostro... Se sentía sucio, no podía pensar en su capitán de esa forma. Entonces se le ocurrió. ¡Claro, era solo deseo físico! Como cualquier hombre, su capitán tenía necesidades. Tan solo quería desahogarse, simplemente quería sexo, eso tenía que ser. No podía haber otro motivo, no podía sentir nada por él. Byakuya Kuchiki era un nombre y Renji, nada más que un perro del Rukongai. Su capitán solo había acudido a la persona más cercana y fiel para desahogarse, sabiendo que Renji jamás le diría nada a nadie. Por algún motivo, aquello tenía sentido y resultaba un alivio.

Ya más calmado, se levantó de la cama y se vistió. Cuando fue a salir de la habitación, vio una nota escrita con perfecta caligrafía sobre la mesa.

‘’Ven a mi casa a media noche”.

Renji se quedó paralizado mientras leía la nota. ¿Qué significaba aquello? ¿Quería hacerlo otra vez? Bueno, hacerlo por primera vez porque, para ser sinceros, no había pasado nada en la ducha. Espera, ¿cómo que nada? Renji sacudió la cabeza. Aquello no había sido nada, incluso si ninguno de los dos se había corrido en ese momento.

No podía hacer aquello, jamás lo había hecho con un hombre y no podía hacerlo con su capitán. Sería romper las normas, todas sus normas. Tanto pensar le estaba provocando un tremendo dolor de cabeza y no podía encontrarle lógica alguna a aquello. No podía más, se tumbó en la cama e intentó relajarse, dejar de pensar en ello, pero era incapaz. Rememoraba una y otra vez la sensación del cuerpo del capitán Kuchiki rozando el suyo, de sus labios y su lengua lamiendo su cuello, de su mano acariciando su miembro. Gruñó frustrado cuando se dio cuenta de que tenía otra erección.







No fue hasta por la tarde cuando se sintió algo más calmado y continuó con sus tareas. Sus subordinados le preguntaba dónde había pasado la mañana. No era habitual que descuidara sus labores de ese modo, pero Renji era incapaz de responder. Sintió alivio al no encontrarse a su capitán en todo el día (cosa que, por otro lado, era totalmente normal), ya que no sabía cómo podría haber reaccionado.

Al llegar la noche, se quedó de pie cerca de la mansión de su capitán. Ya se acercaba la media noche y aún no había decidido qué iba a hacer, qué debía hacer.

¡No! Aquello no podía suceder, era su capitán, era un hombre. No podía hacerlo.

Corrió como alma que lleva el diablo sin pensar siquiera hacia dónde se dirigía y, sin darse cuenta, llegó hasta el bosque. Se detuvo sin aliento en un claro, necesitaba recuperarse. ¿Por qué estaba tan nervioso y al mismo tiempo tan excitado? ¿Por qué deseaba tanto ver a su capitán?

—No has aparecido—la voz del capitán Kuchiki sonó enfadada a sus espaldas. No había sentido su llegada.

Renji se giró sobre sus talones y dio un paso atrás.

—Ca-capitán. Yo… esto…—estaba temblando de pies a cabeza, no estaba seguro de por qué, y no sabía qué hacer.

—¿Por qué no has ido?—no levantó la voz, pero Renji pudo reconocer el tono que utilizaba cuando estaba furioso. Con pasos lentos, casi como si flotara sobre la hierba, se acercó poco a poco.

—Capitán esto no… no está bien, no puede pasar—balbuceó. Tenía las manos levantadas en un gesto apaciguador, pero sus piernas no le respondían.

—¡¿Por qué?!

Antes de darse cuenta, sus cuerpos estaban separados por apenas unos pocos centímetros.

—Us-usted es mi capitán, un capitán de las 13 divisiones, un noble y los dos somos hombres—intentó exponer las múltiples excusas que se decía a sí mismo.

—Eso me da igual—sentenció el capitán como si las normas no le importaran, como si no fuera la persona más recta y severa que jamás había conocido.

Con una mano lo agarró de sus cabellos sueltos y con la otra lo sujetó por la cintura. Atacó su boca con tanta fiereza que su labio inferior comenzó a sangrar. Las piernas de Renji temblaban y no entendía cómo, a pesar del dolor que le estaba provocando, también podía sentir tanto placer con tan solo ese beso. Sus suaves labios, sus dientes rozando su piel y su lengua intentando penetrar su boca...

¡No! ¡Eso no podía suceder! Con todas sus fuerzas lo apartó de sí y comenzó a correr en dirección contraria, pero únicamente pudo dar unos pasos antes de que unos fuertes brazos rodearan su cintura y lo atraparan.

—Vas a ser mío y si no te resistes disfrutarás—le susurró al oído con una voz casi inhumana.

Sabía lo que significaban esas palabras. Sabía que lo haría suyo quisiera o no. Pero no, no quería, no podía hacerle aquello. Ese no era su capitán, él jamás le violaría, ni siquiera pensaría en algo tan despreciable. Renji estaba aterrado. Su voz lo había abandonado y las lágrimas inundaban sus ojos, pero aún no se había rendido. Comenzó a pelear, quería zafarse de él y lo golpeó con brazos y piernas intentando quitárselo de encima.

Cuando creyó que al fin lo estaba consiguiendo, unos gruesos tentáculos verduzcos como gruesas lianas comenzaron a rodear su cintura y sus extremidades. Confuso, miró hacia atrás y vio aparecer en el rostro de su capitán una mueca aterradora. No, aquel definitivamente no era su capitán. Solo entonces pudo sentir su aura, el aura inconfundible de un Hollow. Uno de esos malditos monstruos había poseído a su capitán. Pero, ¿cómo era posible? Byakuya Kuchiki era demasiado poderoso como para dejarse poseer de aquella forma.

Mientras pensaba en ello, el monstruo que poseía a su capitán comenzó a desnudarle sin que pudiera detenerlo, rasgando y arrancándole la ropa, y lanzó su espada fuera de su alcance (ni siquiera había pensando en ella, jamás atacaría a su capitán con su espada). Los tentáculos se movían por todo su cuerpo de forma lasciva; lentos, pero presionando lo suficiente para sentir cada centímetro de ellos, acariciando las partes más sensibles con sorprendente cuidado. Renji se sintió mortificado cuando se dio cuenta de que la tenía dura. Su cuerpo había reaccionado sin su consentimiento.

El Hollow (ya no lo veía como su capitán aunque aún llevara su rostro) comenzó a lamer y mordisquear su cuello en aquellos lugares que lo volvían loco, del mismo modo que lo había hecho en la ducha. Mientras, una mano comenzó a masajear su miembro casi distraídamente y la otra recorría sus tatuajes. Los tentáculos, más fuertes de lo que aparentaban, lo tumbaron boca arriba en la hierba y separaron sus piernas para permitir que el Hollow se posicionara entre ellas.

Renji pudo mirarle a los ojos y en ellos veía la oscuridad del Hollow, pero también la vida del capitán intentando luchar. Le besó, el monstruo le dio un intenso beso que por un instante se tornó dulce y Renji supo que ese beso era de su capitán.

El Hollow se desnudó con ayuda de los tentáculos en apenas unos segundos. Jadeaba pesadamente y su polla estaba dura y goteando. Inmovilizado por los tentáculos o paralizado por el miedo, ya no estaba seguro, Renji lo miraba aterrado. No quería que un Hollow lo violara, aunque no estaba seguro de si aquello era peor a que lo hiciera su capitán.

Los tentáculos siguieron acariciando su cuerpo, deslizándose sobre sus pezones, su rostro y cada punto sensible que encontraban. Y por mucho que la idea le disgustara, Renji no podía evitar suspirar y gemir. Lo estaba disfrutando. Por imposible y asqueroso que le pareciera, su cuerpo lo estaba disfrutando, estaba temblando, esta vez de placer, ante las atenciones de aquellos tentáculos.

Aprovechando su mente distraída, el miembro de su capitán (del Hollow) lo penetró de una estocada. Renji gritó de dolor, pero el monstruo no tuvo piedad de él. Comenzó a mover las caderas, dejando que la sangre fuera lo único que lubricara su camino. Y no era el único lugar por el que sangraba, también por cada mordisco que dejaba a su paso el Hollow. Cada embestida era más profunda, más intensa, más dolorosa... ¿más placentera?

¡No! No era posible, el Hollow no podía hacerle disfrutar. No era más que una ilusión que su mente creaba para escapar del sufrimiento. Era su capitán quien lo estaba penetrando, quien estaba acariciándolo y besándolo, desnudo sobre él con su duro miembro palpitando en su interior. Solo una fantasía para escapar del horror que estaba sufriendo. ¿Pero en qué estaba pensando? ¡Eso era igual de malo! Aun así, el Hollow siguió violándolo en posiciones y de maneras que solo eran posibles gracias a los tentáculos y Renji no quería pensar en ello, no quería pensar en que un Hollow lo estaba violando mientras él lloraba como un niño. Su único refugio era pensar que su capitán le estaba haciendo el amor y tenía que aferrarse a ello si quería salvar su mente.

De pronto, sus pensamientos volaron de su mente cuando sintió algo más en su interior aparte del miembro de su capitán. Uno de los tentáculos del Hollow estaba penetrándolo al mismo tiempo que su polla y causándole un tremendo dolor.

—¡¡NO!!

Aquel fuerte grito salió de la garganta de su capitán. Estaba luchando contra el Hollow con todas sus fuerzas y Renji supo que estaba comenzando a ganar cuando los tentáculos comenzaron a soltarlo. El Hollow tenía que concentrarse en luchar contra la energía del capitán que intentaba librarse de él y no podía seguir ocupándose de él. Renji estaba paralizado, quería ayudar a su capitán, pero no sabía qué hacer.

—No voy a hacerle más daño.

—Lo deseas.

—Es mi teniente.

De la misma boca de su capitán salían dos voces distintas, la de Kuchiki y la del Hollow. Estaban luchando por la posesión del cuerpo y era más una lucha mental que física.

—Le amas.

—No quiero hacerle daño.

—Deseas poseerlo.

—Pero no así.

—¿Qué más da cómo? Yo puedo hacerle tuyo como tú nunca podrías.

—No quiero su sufrimiento.

—¿No ves que está disfrutando?

—Cállate, no lo quiero de este modo.

Un último y fuerte grito salió de su garganta. El Hollow finalmente dejó el cuerpo del capitán y este cayó al suelo inconsciente. Renji reaccionó en ese momento y se apresuró a destruir el Hollow con su espada. Cuando este desapareció, rápidamente se acercó a su capitán. Estaba inconsciente y muy débil, su rostro pálido y su piel demasiado caliente. Lo cogió en brazos y lo llevó tan rápido como pudo al hospital. Enseguida lo atendieron y comenzaron a curarlo sin necesidad de muchas explicaciones. Renji estaba tan preocupado por su capitán que ni siquiera se dio cuenta de que estaba desnudo hasta que alguien le cubrió con una manta. También curaron sus heridas y, para su gran alivio, no hicieron preguntas (no eran necesarias con el tipo de heridas que presentaba).

Le forzaron a pasar el día siguiente en el hospital, pero tampoco intentó escapar porque Byakuya aún seguía allí y estaba tan preocupado por él que no había sido capaz de dormir ni tan siquiera unos minutos. ¿Cómo se encontraría? ¿Se habría despertado ya? ¿Habría preguntado por él? Lo peor era que nadie le decía nada y tampoco se atrevía a ir a verle, demasiado avergonzado por todo lo que había pasado. ¡Un momento! ¿Por qué había pensado en él como Byakuya? ¡Seguía siendo su capitán! Sentía que estaba empezando a desvariar o tal vez solamente era el cansancio. Sí, eso debía de ser.

Ya en la tarde un subordinado le informó que el capitán Kuchiki se encontraba bien pero sin fuerzas. Renji sintió tanto alivio que sus piernas casi temblaban. Normal, ¿no? Después de todo, era su capitán. El subordinado también le informó que al día siguiente ya estaría recuperándose en su casa y que había ordenado que se presentara allí por la tarde.

Al menos, esta vez no era una misteriosa nota.

Aun así, cuando llegó el momento, Renji no podía evitar estar nervioso, no sabía qué hacer o decir. Se había pasado el día reflexionando sobre lo sucedido y, por alguna extraña razón, con una enorme erección que se negaba a bajar. Ya en la mansión, el mayordomo lo llevó hasta su habitación y se retiró de inmediato. El capitán Kuchiki estaba sentado en la cama, observando el cielo. Llevaba ropa informal y en la cabeza no tenía sus adornos habituales. Se veía hermoso con el pelo suelto.

Renji sacudió mentalmente la cabeza. ¡No podía pensar eso! Era un hombre, no podía decir esas cosas.

—Perdóname—le dijo su capitán con apenas un susurro.

Parecía estar destrozado, no solo por fuera sino también por dentro. Nunca le había visto tan triste, jamás había mostrado así sus emociones. En sus ojos, normalmente fríos e inexpresivos, Renji podía ver un profundo dolor aunque ni siquiera le miraran.

—No tengo nada que perdonarle, capitán. No fue culpa suya, estaba poseído por un Hollow—al contrario de lo que esperaba, su voz no tembló. Lo dijo con firmeza y con convicción, pero con suavidad, quería aliviar su dolor.

—Pero no debí dejar que ese Hollow me poseyera, fue mi debilidad lo que te causó tanto daño—su voz estaba rota. Aunque su rostro siguiera impasible como siempre, ya no podía disimular.

—Usted no quiso aquello, si hubiera podido evitarlo lo habría hecho.

Sin percatarse de ello, Renji se acercaba poco a poco a él mientras hablaba. Su capitán parecía tan vulnerable en aquel momento... ¡No, no podía pensar esas cosas!

—Pude evitarlo, si hubiera controlado mis sentimientos lo habría evitado—insistió.

Renji se sorprendió mucho ante sus palabras.

—¿A qué se refiere, capitán?—preguntó confuso.

Kuchiki apretó los labios y siguió evitando mirarle con la vergüenza evidente en su rostro. Por un momento, Renji creyó que no iba a responder, pero su capitán cogió aire y se decidió.

—Ese Hollow aprovechó los sentimientos que tengo hacia ti y así pudo dominarme—confesó finalmente.

Renji se quedó petrificado. ¿Sentimientos hacia él? ¿Qué sentimientos? Por supuesto, no podían ser otros que los de un capitán hacia su teniente, ¿verdad? Tenía que ser eso.

—Capitán, no tiene que atormentarse porque un Hollow se haya aprovechado de sus sentimientos fraternales hacia mí, usted no tiene la culpa.

El capitán rio tristemente y por primera vez giró el rostro hacia él.

—¿De verdad no te has dado cuenta?—le preguntó casi incrédulo—. Mis sentimientos son algo más que eso, pero es lógico que no se te haya ocurrido si tú no sientes lo mismo, aún más después de lo que ha sucedido.

—Ca-capitán, esto… yo… em… yo… no entiendo… qué quiere… decir—jamás había balbuceado tanto. Las piernas le temblaban y podía sentir el calor extenderse por su rostro.

El capitán se levantó de la cama con gran esfuerzo, pero cuando estuvo en pie se tambaleó. Renji se acercó rápidamente a él y lo sostuvo. Volvió a sentarlo en la cama y tomó asiento junto a él. Kuchiki lo miró cabizbajo y de nuevo sonrió con tristeza.

—Olvídalo, es mejor que lo dejemos así—suspiró como si hubiera sido derrotado. Sus manos agarraban el borde de la cama con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos—. Intenta olvidar todo lo que ha pasado.

—Pero, capitán.

—Déjame solo, por favor—sonaba más a orden que a petición.

Renji estaba tan confuso que no pudo replicar. Salió de aquella casa y echó a correr. No sabía por qué corría, no sabía de qué huía. Los músculos de sus piernas se quejaban, sus pulmones parecían arder e ignoraba a propósito la humedad en sus ojos. Quería sacar su espada y destruir algo, pero sentía que ya había habido demasiada destrucción por culpa de aquel Hollow, incluso si los daños físicos ya estaban sanando.

No se detuvo hasta que llegó la noche y se encontró de nuevo frente a la casa de su capitán. Durante largo rato se quedó allí plantado, pensando en lo que le había dicho. ¿A qué sentimientos se refería? ¿Compartía esos mismos sentimientos? ¿Pero cómo era siquiera posible? El capitán Kuchiki era un noble y él tan solo un teniente, un perro del Rukongai, y, para colmo, los dos eran hombres. Era imposible que el capitán tuviera esa clase de sentimientos hacia él. Debía de referirse a otra cosa que él no podía entender, no podía ser de otro modo.

Dejó que los días pasaran y todo pareció volver a la normalidad. Su capitán estaba recuperándose en su casa y, aunque no había vuelto a verlo, sus subordinados le comunicaban diariamente su estado.

—¡Teniente Abaray, teniente Abaray!—uno de sus suboficiales corría hacia él gritando su nombre—. Teniente… Abaray…—jadeó, recuperando el aliento—. Me acabo de enterar de que el capitán Kuchiki ha pedido su traslado a otra división, teniente.

—¡¿QUÉ?!—Renji se quedó con la boca abierta, con una mezcla de sorpresa y furia—. ¿Quién te ha dicho eso?—le gritó al joven, cogiéndolo por el cuello de la chaqueta.

—Se lo he oído decir al capitán Zaraki, estaba hablando con la teniente Kusajishi—respondió algo asustado.

Renji lo tiró al suelo y corrió hacia la casa de su capitán, lleno de furia. ¿Por qué quería cambiarle de división? No tenía sentido. Sabiendo ya el camino, se abrió paso entre los confusos sirvientes y entró directamente en la habitación sin esperar permiso.

—¿Por qué quiere cambiarme de división, qué he hecho mal?—le gritó. Kuchiki estaba sentado sobre la cama, leyendo unos papeles, y apenas había reaccionado a su repentina presencia.

—Cálmate Renji, lo he hecho por ti—respondió con tranquilidad. Su rostro seguía ensombrecido por el dolor.

—¿Por mí? ¿Qué quiere decir? Yo no se lo he pedido—replicó confuso.

—Después de lo que ocurrió, no creo que podamos trabajar juntos—explicó con su frialdad habitual. Al parecer, estaba recuperando su temple después de todo.

—¡Capitán, no quiero cambiar de división, puedo seguir trabajando con usted sin problemas!—estaba histérico, no entendía por qué estaba haciendo aquello.

—Pero yo no. Después de lo que te hice no podría mirarte a la cara. Además, lo que siento por ti no me permite trabajar a tu lado sabiendo que no puedo tocarte—le dijo sin mirarle a la cara.

Renji se quedó paralizado. Toda la ira y todo el miedo (sí, había miedo ahí, pero no podía pensar en el motivo en ese momento) abandonaron su cuerpo. ¿A qué se refería con que no podía tocarle?

—Capitán, no entiendo lo que quiere decir—su voz también había perdido toda su fuerza.

—¿De verdad aún no lo comprendes? Eres más ingenuo de lo que imaginaba—dijo con una pesarosa sonrisa—. Renji, estoy enamorado de ti.

E-na-mo-ra-do. ¡¿ENAMORADO?! ¿Cómo que enamorado? ¡Era imposible!

—Ca-ca-capi-tan, yo-que-... pero-uh... yo-em... esto...—las piernas le temblaban y en su mente las palabras se confundían.

—Renji, cálmate, piensa antes de hablar. Entiendo que la idea no te guste, por eso he pedido tu traslado—le dijo, esta vez con voz más suave, casi como si le estuviera hablando a un niño (o a una persona a punto de entrar en pánico).

Renji observó su rostro triste, las lágrimas asomando por sus ojos. ¡Estaba llorando! Imposible, Byakuya Kuchiki jamás había llorado. Renji no pudo contenerse. No entendía por qué lo hacía, pero se acercó a él, se agachó y lo besó. ¡Oh, dios, realmente lo había besado! El corazón le iba a mil, parecía que se le iba a salir del pecho. No entendía por qué sentía un hormigueo en el estómago ni ese calor en la entrepierna. No entendía por qué no quería separarse de él. Parecía imposible, no podía ser, pero todas las excusas que se había puesto hasta entonces estaban dejando de importarle.

Sus labios eran dulces y suaves, sabían a té. Su lengua estaba acariciando sus labios, le pedía que abriera la boca y Renji lo hizo encantado. Dejó que dominara el beso, que explorara su boca, y lo siguió cuando su lengua se retiró para poder corresponder. El placer y el calor se extendían por su cuerpo, no quería separarse de él. No había rastro de miedo ni de duda como lo había habido antes. Sin darse cuenta, acabó tumbado sobre él en la cama. Acarició su rostro con suavidad, sus cabellos, su cuello y su pecho aún por encima de la ropa. Su piel era tan suave que no podía contenerse y sentía que su capitán tampoco quería separarse de él, acariciaba sus cabellos sueltos con una mano y su espalda con la otra.

De pronto, lo separó un poco de sí, lo justo para que sus labios dejaran de tocarse, y Renji resopló con disgusto. Byakuya lo miró sorprendido con algo más de luz en sus ojos.

—¿Por qué?—le preguntó.

—No lo sé, supongo que siento lo mismo—respondió con las mejillas ardiendo.

Pareció respuesta suficiente. El capitán lo acercó de nuevo a él y lo besó con aún más intensidad que antes. Cada vez estaban más excitados, era maravilloso sentir aquellos labios, aquel cuerpo debajo del suyo. ¿Qué importaba quiénes eran o qué los rodeaba si se sentía tan bien? Byakuya comenzó a quitarle la ropa y no tardaron en estar ambos desnudos, con el joven tumbado en la cama y el capitán entre sus piernas. Estaba tomando el control y, la verdad, a Renji no le importaba siempre y cuando pudiera estar con él.

Byakuya se inclinó sobre él y Renji pensó que volvería a besarle, pero en su lugar bajó hasta su cuello y comenzó a lamer y besar su camino hacia su clavícula, mordisqueando aquellos lugares sensibles que le hacían estremecer. Al parecer no era el Hollow quien conocía aquellos lugares tan sensibles. ¿Cómo podía su capitán conocerle de aquella forma? Debía de haber estado observándolo durante mucho tiempo.

Antes de descender más, se acercó a su rostro y, tras un suave beso, le miró a los ojos.

—¿Es tu primera vez?—le preguntó, ya con una verdadera sonrisa en los labios.

—Co-con un… con un hombre… sí—respondió algo avergonzado.

Estaba implícito que para ninguno de los dos contaba lo que había sucedido días antes.

—Lo haré con cuidado—le dijo y volvió a besarle. Al parecer, aquella no era su primera vez y Renji se sintió... celoso.

Pero con sus besos, esos pensamientos se borraron. Byakuya bajó por su pecho, dejando un camino de besos a su paso. Lamió y mordisqueó uno de sus pezones mientras retorcía el otro con la mano y no se quedó satisfecho hasta que ambos se pusieron duros. Los gemidos de Renji llenaban la habitación. Jamás había pensado que esa parte en un hombre pudiera ser tan sensible. O tal vez solo reaccionaba así porque era su capitán.

Siguió bajando hasta su entrepierna, deteniéndose unos momentos en su ombligo. Renji estaba casi suplicando que lo tocara y Byakuya no le hizo esperar más. Tomó su polla erecta con una mano y besó la punta, haciendo que se estremeciera. Lamió toda su longitud con la lengua y no dudó en meterlo en su boca casi por completo. El joven se quedó sin aliento, tanto por la increíble sensación como por la imagen de su capitán devorando su miembro. Byakuya lo sujetó por las caderas porque Renji era incapaz de mantenerse inmóvil, y comenzó a mover la cabeza arriba y abajo, sus mejillas hundidas mientras lo lamía.

Renji gemía y gruñía casi con desesperación. Nunca se había sentido tan bien, no podía contenerse. Apartó los cabellos que caían sobre su vientre, tenía que verlo. Byakuya era tan hermoso, sus mejillas algo ruborizadas y aquella expresión de concentración. Cuando sacó el miembro de su boca, sus labios estaban rojos e hinchados. Quería besarlos de nuevo.

—La mesilla—le dijo.

Renji emitió un sonido confuso. Para ser sinceros, las manos que habían remplazado su boca y acariciaban ahora su polla y sus bolas lo distraían demasiado como para pensar.

—El lubricante en el cajón de la mesilla—le explicó lentamente con una sonrisa en los labios, que aún estaban brillando con su saliva y tal vez algo más—. No quiero hacerte daño.

—Oh—fue lo único que pudo decir, pero al fin reaccionó y torpemente abrió el cajón y sacó lo único que podía ser lubricante.

Era un novato en esto, no comprendía ni podía pensar en ese momento para qué necesitaba lubricante, pero confiaba en él, así que lo dejaría en sus manos. Byakuya tomó el pequeño frasco de cristal y separó un poco más sus piernas. Antes de hacer nada, regresó su boca a su miembro y siguió chupándolo, distrayéndole lo suficiente como para que su cuerpo no se tensara por completo al sentir el frío y húmedo dedo en su entrada. Una parte de Renji quería protestar, pero supuso que esto era lo normal entre dos hombres, por lo que resistió. La atención que estaba recibiendo su polla ayudaba a que se relajara y también la mano que acariciaba su cadera y su muslo con suaves movimientos.

Un segundo dedo entró en él y sintió una pequeña sombra de dolor, pero pronto se pasó. No era la sensación más cómoda del mundo, pero podía ignorarla en favor del orgasmo que se aproximaba. Separó un poco más las piernas sin darse cuenta y Byakuya murmuró en aprobación. Las vibraciones se extendieron por su cuerpo y estuvo a punto de correrse en ese momento, pero Byakuya lo impidió, rodeando la base de su miembro con los dedos y apretando. Renji respondió con un ahogado sollozo y tiró de sus cabellos sin pensarlo.

—Shh, solo un poco más—le susurró con un beso en el vientre.

Sus dedos se movieron en su interior y Renji se percató de que ahora había tres. Ni siquiera sabía cuándo había introducido el tercero. Byakuya no volvió a chupar su miembro, estaba demasiado cerca de correrse, pero siguió acariciando su muslo y su cadera para que se relajara. Renji no podía creer que sus dedos dentro de esa parte de su cuerpo se sintieran tan bien que incluso se quejara cuando los sacó. La risa de su capitán al oírlo también era increíble.

Byakuya se incorporó y acercó más a su entrepierna. Colocó las piernas de Renji sobre sus muslos y alineó su miembro frente a su entrada abierta.

—Te va a doler un poco, pero aguanta, disfrutarás—le dijo con voz algo ronca.

Renji asintió apenas consciente de ello y Byakuya comenzó a penetrarlo despacio. Dolía, pero se tomó su tiempo y no era para nada como lo que había sufrido a manos de aquel monstruo. Poco a poco el dolor dejó paso a una sensación de presión, de estar lleno, pero aun cuando pensaba que no podía caber más, Byakuya no se detuvo, no hasta que sus caderas conectaron. La sola idea de que estuvieran conectados, de tener el miembro del capitán en su interior le hacía sentir bien, pero se preguntó cuándo llegaría el verdadero placer. Su erección se había desinflado un poco con el dolor.

Obtuvo su respuesta cuando Byakuya movió sus caderas para salir de él por primera vez. Rozó algo dentro de él que hizo estallar fuegos artificiales tras sus ojos. Se quedó sin aliento por un momento y después presionó sus nalgas con los talones para intentar que repitiera ese movimiento, pero Byakuya parecía inmóvil como una estatua.

—Si te hago daño dímelo y pararé—le susurró.

—No, no pares, por favor, no quiero que pares—Renji le rogó, extendiendo los brazos hacia él.

Byakuya se inclinó sobre él y Renji se aferró a sus hombros. Poco a poco lo penetró de nuevo y el joven gimió cuando sintió el mismo estallido de placer. No sabía qué era, pero sentía que iba a morir si se detenía. Byakuya pareció comprenderlo porque entonces las embestidas se volvieron más decididas y profundas. Agarró sus caderas con dedos que dejarían marcas y se aseguró de que con cada embestida su polla rozara aquella bola de nervios que encendía todo su cuerpo.

—Ca... pitán, m-más rápido, por favor—le pidió sin querer siquiera contener los fuertes gemidos que escapaban de su boca.

Byakuya aceleró el ritmo, sus cuerpos chocando con cada embestida. El placer también era evidente en su rostro, su boca abierta con pesados jadeos, sus pupilas dilatadas y su piel ruborizada hasta más allá de su cuello. Renji alcanzó su polla con desesperación, había estado tan cerca antes y ahora le faltaba tan poco... pero apenas la rozó, se corrió sobre su vientre, su otra mano aferrándose a la espalda del capitán y dejando rojas marcas en ella. Eso fue todo lo que Byakuya necesitó para correrse también con unas cuantas sacudidas descontroladas, sin sacar el miembro de su interior.

Renji podía sentir su cálido aliento contra su piel ardiente cuando Byakuya se quedó por un momento tumbado sobre él. Durante un instante fue demasiado. El calor, su interior lleno, el sudor y el semen sobre su cuerpo. Sin embargo, sin tener que decir nada, Byakuya salió con cuidado de su interior y se tumbó a su lado. Los dedos de una mano se enredaron de inmediato en sus cabellos y su capitán hundió el rostro en ellos, inhalando profundamente.

—Capitán, ¿qué significa esto?—le preguntó algo confuso ahora que podía pensar.

—¿Qué quieres que signifique?—replicó, rodeando su cintura con un posesivo brazo.

—Todo, quiero que lo sea todo—respondió y frunció el ceño. No sabía por qué había dicho eso, pero le había salido del alma.

—Pues así será.




FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario