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Lo que hace el alcohol

Título: Lo que hace el alcohol

Fandom: Marvel         Pareja: Loki x Lector masculino

Autor: KiraH69

Género: Slash

Clasificación: TP         Advertencias: ninguna

Capítulo único

Resumen: Loki se emborracha en una de las fiestas de Stark y te confiesa algo que no puedes creer.

Loki está borracho, increíblemente borracho. Es algo totalmente inusual, no crees que nadie lo haya visto borracho antes. Tal vez su no-hermano en los buenos tiempos. Y Thor era precisamente el culpable por traer de contrabando esos licores de Asgard. Ninguno de los dos hermanos podría emborracharse sin ellos (Thor lo había comprobado muchas veces), pero para eso estabas tú. Esta noche te toca ser el único del grupo que no tiene permitido beber para evitar que cualquiera de los Vengadores o Loki (quien se negaba a ser considerado un Vengador a pesar de llevar un año trabajando con vosotros) se meta en algún lío.

La fiesta, uno de esos ruidosos eventos benéficos de Tony, está siendo bastante tranquila por el momento y, salvo excepción, todos se están portando bastante bien. El Capitán sigue con la misma bebida que le habían ofrecido al inicio de la noche; Clint lleva un par de cervezas y va por la tercera, pero se lo está tomando con calma; Natasha… no estás seguro de lo que la Viuda Negra ha o no ha tomado, pero está claro que no se ve lo más mínimo afectada; Bruce se tomó una copa de champán al principio, pero rápidamente se ha pasado a los refrescos.

Y aquí vienen las excepciones. Thor está borracho, su habitual alegre y ruidoso borracho. A la gente le encanta, sobre todo porque es el momento para escuchar las mejores historias sobre Asgard y otros mundos. Después está Tony, también borracho, pero, por el momento, bajo control. Está acostumbrado a este tipo de eventos y a beber, aunque eso no le impediría ponerse en ridículo con una copa de más. Por último, está Loki. El dios del caos, para sorpresa de algunos, no solía emborracharse, ni siquiera beber, pero hoy parece haber decidido hacer una excepción. Ya has perdido la cuenta de cuántas jarras lleva de ese brebaje asgardiano y lo peor es su comportamiento. No le estaba haciendo daño a nadie, por supuesto, al menos no físicamente, pero ya había roto unos cuantos corazones. Flirteaba con cada persona que se le ponía por delante, fuera hombre o mujer, e incluso parejas (y no fallaba en seducirlos a todos, por algo lo llamaban lengua de plata), y a los pocos minutos, tal vez tras uno o dos besos, se apartaba de ellos y se dirigía a la siguiente presa persona disponible sin dedicarles una mirada de más. No puedes comprender ese comportamiento, Loki jamás había hecho algo así. ¿Y si ya los tenía en la palma de la mano, por qué iba a buscar otra conquista? Es tu deber, supones, detenerlo para evitar mayor escándalo, pero… bueno, es Loki. No es que le tengas miedo ni nada, solo que Loki hace lo que quiere y tienes la sensación de que si intentas detenerlo la cosa acabará peor.

Entonces, ves que el siguiente en su camino, después de que termine de seducir a una mujer con un evidente anillo de casada, es el hijo menor del Presidente. Sí, de ese Presidente. Sabes que va a ir a por él porque has estado siguiendo su trayectoria toda la noche y es el objetivo más evidente. Además, el chico parece estar casi anticipándolo, lanzándole miradas poco discretas al dios y manteniéndose en el sitio. Tienes que detener esto o va a convertirse en un escándalo a nivel nacional (y tal vez interplanetario).

Avanzas entre la gente, esquivándolos con sorprendente habilidad para la multitud que hay, y entrelazas tu brazo con el de Loki mientras mantienes una sonrisa en el rostro, lo que Tony llama «la sonrisa para la prensa».

—Si nos disculpa—le dices a la mujer casada (¡Loki!)—, tenemos que tratar un asunto.

Tiras de Loki y es solo gracias a la falta de coordinación causada por el alcohol que puedes llevártelo contigo (de ningún modo podrías haberlo conseguido si Loki hubiera estado sobrio). Le escuchas murmurar algo, tal vez alguna maldición en asgardiano, pero, por suerte, no opone demasiada resistencia cuando lo arrastras hasta uno de los ascensores. La fiesta se celebra en la propia torre, así que no tienes más que llevarlo hasta la planta que comparte con Thor y tal vez meterlo en su habitación. JARVIS no le permitiría volver a salir y en su estado era poco probable que pudiera usar magia.

—¿Cuál es tu maldito problema?—te pregunta de repente cuando las puertas del ascensor se cierran.

Se aparta de ti de un empujón y se apoya contra la pared para no caer, aunque era incapaz de mantenerse erguido. Le miras sorprendido porque Loki no solía hablar así ni comportarse de ese modo, pero lo achacas al alcohol.

—Mi problema es que esta noche me toca cuidar de vosotros y asegurarme-.

Pero Loki no te está escuchando y sigue hablando, tal vez para ti o tal vez para sí mismo.

—Hiciste que pensara que no era atractivo para los humanos—escupe la palabra con un desprecio que no había mostrado desde la invasión—, que preferían a tipos grandes, rubios y musculosos como Thor o Rogers, o incluso a «multimillonarios» como Stark—realiza físicamente las comillas como si ese fuera un concepto que ni siquiera existiera en Asgard.

—A todo el mundo le gusta Stark—replicas—. O, bueno, lo odian. Pero estoy seguro de que hasta a los que lo odian les gusta en secreto.

Loki te mira con ojos demasiado enfocados para un borracho, demasiado brillantes y amenazadores. Cierras la boca con un clic de tus dientes y centras la mirada en las puertas, intentando obligarlas mentalmente a que se abran lo antes posible.

—Te gusta Stark.

Te acusa casi como si fuera un delito. Frunces el ceño porque esa insinuación es ridícula.

—Me gusta Stark, pero no en ese sentido. No de la forma que estás insinuando.

—¿Entonces, por qué? Me ha quedado claro esta noche que a los humanos les gusto, me desean. Así que no es mi problema, es tu problema. ¿Cuál es tu problema?—insiste. Gesticula tanto con todo su cuerpo que está a punto de caerse o golpearse contra la pared—. Y no me vengas con que no te gustan los hombres porque soy el dios de las mentiras y puedo olerlas a kilómetros de distancia.

—Loki, no sé de qué me estás hablando, no tiene ningún sentido lo que dices. ¿Alto, moreno y atractivo? Claro que le gustas a los humanos y eso sin contar tu inteligencia y tu humor. Si te conocieran de verdad les gustarías aún más, no tenías nada que demostrar.

—¿Entonces por qué sigues rechazándome?—pregunta con un quejido, casi un sollozo.

Las puertas del ascensor se abren, pero eres incapaz de salir. No puedes moverte porque te sientes anclado al suelo porque ¿qué?

—¿Qué?

—He pasado meses cortejándote, pero nunca aceptas mis avances—ahora está quejándose casi como un niño pequeño, presionando la frente contra la pared del ascensor y balanceando su cuerpo de un lado a otro. Lo que hace el alcohol.

—¿Cor-cortejándome? ¿Cuándo?—puedes jurar que Loki jamás ha hecho algo semejante. Te habrías dado cuenta de algo así, ¿verdad?

—La biblioteca—sollozó. No puedes ver su cara por los cabellos que la cubren como una cortina, pero estás casi seguro de que está llorando.

La biblioteca, sí. Entre Bruce, Loki y tú habíais convencido a Tony de que empleara parte de una planta para montar una biblioteca para vosotros, con libros en papel (para disgusto del inventor, que seguía pensando que eran mejor los libros electrónicos). Los tres sois ratas de biblioteca y os sentís mejor entre libros de verdad que con una tablet en la mano. Era una sensación difícil de explicar, pero, por las noches, cuando era imposible dormir, o después de una pelea, cuando el cuerpo estaba agotado, pero la mente demasiado despierta como para descansar, el mejor lugar para pasar el tiempo era la biblioteca. Bruce no pasaba tanto tiempo allí porque también tenía su laboratorio, pero a Loki y a ti siempre os podían encontrar allí mientras no hubiera algún villano haciendo de las suyas o alguna actividad de equipo de las que le gustaba organizar al Capitán. Loki raramente leía libros de la Tierra, normalmente hacía aparecer un libro de su dimensión de bolsillo o lo que fuera y se ponía a leer en uno de los sofás. Tampoco mantenía sus libros en la biblioteca, no quería dejarlos al alcance de cualquiera, pero la mayoría de los días te ofrecía uno de ellos para leer e incluso lo traducía con su seidr si estaban (como era común) en una lengua extraña… Oh, eso. A eso se refería. Bueno, para ser sincero, nunca pensaste que algo así pudiera considerarse «cortejo» aunque fuera algo que solamente hiciera… contigo. Mierda.

—Oh, dios mío, yo no… Loki, no sabía que estabas… Lo siento—genial, ¿cómo vas a solucionar esto ahora?

Loki cree que no te gusta, lo que es la mayor mentira del universo, y, peor aún, cree que le has estado rechazando todo este tiempo. Malditas tradiciones asgardianas. Si te lo hubiera dicho directamente os habríais ahorrado este malentendido y llevaríais meses compartiendo cama. Lo que no es el punto más relevante en este momento (pero no por ello menos cierto).

Tienes que hacerle entender que a ti también te gusta (mucho más que eso, en realidad), pero dado el estado en el que se encuentra, es probable que ni siquiera recuerde mañana lo que le digas ahora, por lo que mejor esperas a que se le pase la borrachera.

Con mucha dificultad y reticencia por parte de Loki, consigues sacarlo del ascensor sin que ninguno de los dos caigáis al suelo y lo llevas hasta su habitación. Loki no deja de murmurar cosas por el camino, pero la mayoría de ellas parecen estar en otro idioma que jamás has escuchado antes.

La puerta de la habitación se abrió automáticamente gracias a JARVIS y evitas mirar alrededor al entrar porque realmente no te han invitado y no tienes derecho (pero no se te escapa que hay una gran cantidad de color verde por todas partes). Con un suspiro de agotamiento, dejas que Loki caiga boca abajo sobre la cama. Consigues subir sus largas piernas sobre el colchón, pero ni siquiera te atreves a desentrañar los secretos de cómo quitarle aquellas botas asgardianas. ¿Se pueden siquiera sacar manualmente o solo con magia?

—Jarvis, mantén un ojo en Loki, ¿quieres? Y avísame si empieza a ahogarse en su propio vómito o algo.

Le traes un vaso de agua de la cocina y lo dejas en su mesilla antes de salir. No te sientes culpable, para nada, en absoluto, de dejarlo allí solo a dormir la mona (mentira, te sientes muy culpable, pero tampoco quieres invadir aún más su intimidad y observarlo mientras duerme se siente bastante íntimo).

Esto te ha dejado agotado, los dioses pesan más de lo que aparentan con eso de ser superresistentes (Bruce tiene una teoría sobre la densidad de sus cuerpos, pero no es el momento para eso), así que, al regresar a tu propio piso en la torre, no te molestas más que en quitarte los zapatos antes de meterte en la cama. Sin embargo, no es fácil dormirse pensando que el hombre del que estás enamorado corresponde tus sentimientos y ni siquiera lo sabe.



Las mañanas después de una fiesta son lamentables en la sala común. Mientras Steve, el único que no parece sufrir los efectos del alcohol, cocina, Clint está medio tumbado sobre la mesa, con el rostro oculto entre los brazos; Thor está reclinado en su silla en un precario equilibrio con cara de tener dolor de cabeza; Bruce, aunque con una postura más digna, también tiene el rostro arrugado en expresión de dolor; y, aunque Natasha mantiene un rostro inexpresivo como de costumbre, puedes ver las líneas algo más tensas en su cuerpo. Tony ni siquiera asomará la cabeza por allí hasta por la tarde, seguramente. Tú eres el único que no ha probado una sola gota de alcohol y te sientes tan mal como ellos, aunque no físicamente.

Tan pronto como Steve comienza a poner la comida sobre la mesa, Thor es el primero en atacarla con ganas. Como si los huevos con beicon fueran el mejor remedio contra la resaca. Tal vez lo sean en Asgard. Y ahora que lo piensas…

—Oye, Thor—intentas no levantar demasiado la voz para no incrementar el dolor de cabeza de nadie. Thor únicamente murmura con la boca llena—. ¿Cómo funciona el tema de cortejar en Asgard?

Todas las miradas están de repente sobre ti, incluso Clint ha levantado la cabeza. No esperabas nada menos, pero dada la situación, medidas desesperadas y todo eso.

Thor mastica unas cuantas veces, pero aun así hay comida en su boca cuando habla.

—Bueno, hay diferentes fases. Para empezar, el interesado le ofrece algo con un valor personal a la persona que le interesa para mostrar sus intenciones sinceras de cortejarla.

Todas las miradas siguen en ti y uno tras otro puedes sentir cómo se van dando cuenta del motivo de tu interés. Casi puedes ver el momento exacto en sus ojos. Excepto Thor, él no parece siquiera planteárselo, pero es lo habitual en él, a pesar de haber crecido con el dios de las travesuras es la persona menos desconfiada del mundo.

—¿Y la persona cortejada cómo acepta esa… ofrenda?—preguntas, aprovechando que se ha metido otra porción de beicon en la boca.

—Se…—Thor traga un poco más y esperas pacientemente—. Se viste con sus colores en público para declarar que acepta ser cortejada y alejar a otros posibles pretendientes.

—¿Sus colores? Eso es ridículo, la gente no tiene colores—replica Clint.

Tiene que escoger este momento para empezar a recuperarse de su resaca. Te aclaras la garganta y le miras fijamente con los ojos entornados.

—No, claro que no, Legolas gótico. Mírate, si usaras más morado, tendríamos que registrar el color a tu nombre—un poco exagerado, pero incluso en ese momento lleva una vieja camiseta morada—. La Viuda Negra es fiel a su apodo. ¿Y el Capitán? Solo tienes que enrollarte en una bandera de Estados Unidos. Por no hablar de Iron Man.

—¿Qué he hecho ahora?

Levantas la cabeza y el susodicho está allí en la entrada, con gafas de sol y una mano en la cabeza como si se le fuera a caer.

—Oh, estás vivo, bien. Parece que cumplí con mi cometido de anoche. Ser niñera, otra vez—murmuras lo bastante alto como para que te oigan—. Si me disculpáis, tengo cosas que hacer.

Como buscar un buen conjunto en color verde.

Las miradas te siguen mientras te marchas, pero no podría importarte menos. Esto es entre Loki y tú.

No puedes preguntarle a JARVIS qué está haciendo Loki porque la IA puede decirte si está en el edificio (a no ser que se le indique lo contrario), pero nunca invadiría la intimidad de ninguno de vosotros de ese modo. Es porque confiáis en JARVIS que aceptáis tener toda esa vigilancia a vuestro alrededor así que, por frustrante que sea, tienes que aguantar y esperar a que Loki decida salir de su escondite/habitación, pero estarás listo para ese momento.

No hay mucho verde en tu armario, como la mayoría de vengadores eres más de negro y tu propio color, pero un viaje a los grandes almacenes lo soluciona rápido. Es pronto por la mañana y no hay demasiada gente así que pasas desapercibido con una gorra de béisbol y unas gafas de sol. Tu rostro tampoco es el más reconocible de todos los Vengadores. Tras entrar a varias tiendas, acabas pagando más por ropa de lo que has pagado nunca, pero merece la pena. O eso esperas.

La mañana pasa a la tarde y la tarde a la noche y Loki sigue sin aparecer por las zonas comunes. Normalmente, no te preocuparía, Loki puede pasar días aislado trabajando en sus hechizos, pero en este caso es desesperante. No piensas esperar otro día más para solucionar las cosas así que, con un último vistazo en el espejo, vas a buscarle tú mismo.

Es Thor quien te recibe en su apartamento compartido y de una sonrisa, su rostro pasa a una expresión de sorpresa.

—Oh.

Es lo único que puede decir al verte, está claro que ahora comprende por qué preguntabas esa mañana.

—Sí, ¿te importa?—señalas hacia la habitación de Loki. Tu corazón está latiendo rápido y sientes algo de ansiedad así que preferirías terminar con esto cuanto antes.

Thor asiente tras unos segundos y te deja pasar sin decir palabra. Llamas tres veces a la puerta de Loki y esperas, pero no hay respuesta. Puedes sentir los ojos de Thor en tu nuca. Vuelves a tocar y esta vez llamas su nombre.

—Dado tu comportamiento, estoy seguro de que recuerdas lo que pasó anoche así que, si no te importa, tenemos que hablar—insistes.

JARVIS no ha dicho nada, así que Loki no se ha negado a verte, tan solo está siendo cabezota.

Cuando por fin abre la puerta, su apariencia es perfecta, ni un pelo fuera de lugar, como siempre. Por algún motivo tienes la sensación de que es una ilusión, literalmente. Su expresión seria inicial pasa a una de sorpresa cuando se fija de verdad en ti. Llevas una camisa de seda verde oscura con las mangas recogidas hasta la mitad del brazo, una corbata negra con estampado dorado y un chaleco negro con botones dorados. Los pantalones, de cuero negro, se ajustan tanto a tu cuerpo que tendrás que cortarlos para poder sacártelos. Te ves bien, realmente bien, y te gusta llevar el color de Loki, que además te sienta bien.

—Necesito más información para los siguientes pasos del cortejo, tal vez uno de tus libros, pero, según Thor, esto es lo apropiado. ¿Te parece bien?—le preguntas, aunque es evidente por sus pupilas dilatadas que le parece más que bien. Te está mirando casi como si quisiera comerte (y si fuera así no te opondrías).

Loki se aclara la garganta e intenta recuperar la compostura. Mira a Thor y de nuevo a ti, tal vez dándose cuenta de que estás haciendo una declaración pública, no solo algo privado. Si fuera por ti estarían todos los Vengadores allí y las cámaras de los paparazzi si fuera necesario.

—Vistiendo así, me veo en la obligación de llevarte a cenar a algún sitio—bueno, al menos parece que ha recuperado el habla.

Con apenas un ligero movimiento de sus hombros y su cuello, su seidr lo recorre desde la cabeza a los pies y frente a ti tienes a un elegante Loki con traje negro (camisa incluida) y corbata y chaleco verdes, del mismo tono que tu camisa. Wow, realmente se ve bien con todo. Probablemente, estás mirándole con una expresión estúpida, pero no te importa.

—Y también…—hizo un gesto con la mano y en ella apareció algo dorado—. ¿Puedo?—preguntó, presentándotelo.

Era un brazalete dorado con un grabado nórdico en negro y tres pequeñas piedras preciosas verdes. Es lo bastante delgado como para no resultar incómodo o demasiado llamativo. Asientes y Loki toma con increíble delicadeza tu mano y te lo coloca en la muñeca casi con reverencia. Aunque parecía algo grande, se ajusta al instante a tu muñeca y no estás seguro de si es cosa de Loki o del propio brazalete. Puedes sentir que no es algo que se pueda comprar en la Tierra. Tiene que significar más de lo que parece y estás decidido a averiguarlo, pero por ahora...

Loki te está sonriendo cuando le miras, esa delicada y suave sonrisa suya que pocas veces ves, y tú también le sonríes.

—Vamos a cenar.

Estás deseando ver cómo continúa este cortejo.

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