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Virgen

Título: Virgen

Fandom: Teen Wolf         Pareja: Peter Hale/Stiles Stilinski (Steter)

Autor: KiraH69

Género: Slash, Yaoi

Clasificación: +18         Advertencias: elementos de violación, soft lemon

Capítulo único (dividio en 4 aprtes)

Resumen: Stiles es un omega virgen, sin emparejar y embarazado. Eso no tiene sentido y nadie lo cree y las cosas solo se vuelven más y más difíciles.

Serpientes se deslizaban sobre su cuerpo inmóvil, suaves como la seda, gruesas y delgadas, acariciando cada centímetro de su piel. Por fuera... y por dentro. Las serpientes se retorcían en su interior y se sentía taaan bien. Estaba tan húmedo que su lubricación se deslizaba entre sus muslos. Una serpiente pidió acceso a su boca, rozando sus labios y Stiles no sintió ningún recelo en dejarla entrar. ¿Por qué iba a hacerlo? Se sentían bien y su cuerpo ardía de placer, cubierto de sudor, jadeando, gimiendo, suplicando por más. Había perdido ya la cuenta de cuántas veces se había corrido, su pequeño miembro incapaz de volver a ponerse duro. Y las serpientes también se habían corrido dentro de él innumerables veces. Estaba lleno.





Cuando despertó, encontró la cama empapada en sus propios fluidos. No podía creerlo, nunca había experimentado un sueño húmedo tan intenso. Era casi vergonzoso y lo habría sido mucho más si no lavara él mismo las sábanas. Debía de ser la proximidad del celo.

Agradeció que su padre no estuviera en casa al levantarse. Se dio una larga y minuciosa ducha y se echó una capa extra de desodorante. No quería que los alfas del instituto se pusieran más agresivos de lo habitual en su presencia. El olor debía de ser fuerte a pesar de ello por la forma en que Scott, aun siendo beta, arrugó la nariz cuando se encontraron en la taquilla.

—Tío, ¿qué...?

—El celo, estoy cerca—respondió, sintiendo que sus mejillas se calentaban.

—Entonces ten cuidado con el idiota de Jackson y su panda.

—Lo sé—suspiró molesto. Sabía que esos le iban a dar problemas, Jackson ya lo hacía desde antes incluso de convertirse en alfa y creerse superior a él.

Recibió algunos insultos, silbidos y algún empujón y tocamiento indeseado que otro en los pasillos a lo largo del día, lo habitual, pero por suerte no fue a más. Tuvo que soportarlo durante varios días porque su celo se estaba retrasando y Stiles comenzó a preocuparse, incluso si los alfas estaban controlándose y le habían dejado ya en paz.

—Stiles, ¿no te toca el celo?—le preguntó su padre cuando ya llevaba nueve días de retraso. No era extraño que no le prestara atención a esas cosas, la expresión de su padre cuando habían descubierto que era un omega había sido de pura decepción.

—Sí, llevo unos días de retraso—respondió, intentando no darle importancia.

El sheriff respondió con un vago hmm y no hubo más conversación. Tomó el último sorbo de su café y se puso la chaqueta antes de marcharse. Stiles suspiró y se preparó para ir a clase.

Una semana después, cuando su celo aún no había llegado, decidió ir al médico. Por un lado detestaba los hospitales y era un alivio no sufrir el celo, pero también sabía los problemas que podía causarle no pasarlo o incluso los que podía haber detrás del retraso. Scott se había ofrecido a acompañarlo, pero la única cita que podían darle en la clínica para omegas era por la mañana y no podía faltar a clase.

Stiles estaba sentado en la sala de espera, moviendo nerviosamente una pierna y retorciendo una revista en sus manos después de que le hubieran sacado sangre y hecho una prueba de orina.

Omega Stilinski—le llamó la enfermera.

Stiles se levantó de un salto y la siguió hasta la consulta del doctor.

Siéntese—le indicó el doctor con mínima amabilidad.

Stiles se sentó frente al escritorio blanco (las paredes blancas, la cortina blanca, las sillas blancas, todo tan blanco), y volvió a sacudir de nuevo la pierna.

Omega Stilinski—comenzó el doctor, mirando unos resultados en su pantalla—, la falta del celo se debe a que está embarazado. Le recetaré unas pastillas que le ayudarán con el control de sus hormonas ante la falta de un alfa.

Espere. ¿Qué?—intervino Stiles antes de que continuara—. No puedo estar embarazado. ¡Soy virgen!

No podía ser, tenía que haber un error, un gran y estúpido error, porque jamás había tenido sexo con nadie. Joder, ni siquiera había tenido todavía su primer beso.

El doctor le miró arqueando una ceja. Tecleó en su ordenador e imprimió una hoja.

Estos son los resultados de su prueba de orina. Podemos repetirlos si lo desea, pero dan claramente positivo en embarazo.

¡Claro que quiero que los repita! ¡No puedo estar embarazado!—prácticamente gritó al borde de un ataque de pánico.

El doctor le miró con esa expresión de desaprobación que recibían todos los omegas que se quedaban embarazados sin tener un alfa, pero aun así mandó repetir los análisis. Dieron de nuevo positivo. Stiles tuvo que ser atendido por un ataque de ansiedad que casi lo dejó inconsciente.

¿Cómo demonios iba a contárselo a su padre? Ya había sido una decepción tener un hijo omega, pero que además se quedara embarazado sin estar emparejado sería una completa humillación. ¿Pero cómo narices se había quedado embarazado? ¡¡Era un puto virgen!! Si fuera cristiano pensaría que era obra del espíritu santo. Pero su padre no iba a tragarse eso, nadie lo haría. A los ojos de todos sería un omega putón que se había acostado con un alfa sin estar emparejado. Ni siquiera Scott le creyó cuando se lo contó al verlo después de clase; decía que sí, pero su mirada crítica le contradecía. Stiles dejó de hablar con él, no soportaba su silenciosa forma de juzgarlo.

Dos semanas y varias crisis después, Stiles reunió el valor para decírselo a su padre. Se esperaba una bronca épica, pero en su lugar obtuvo una mirada llena de decepción, un silencio perturbador y una botella de whisky vacía.

Ni su padre ni su mejor amigo le creían y pronto los alfas del colegio comenzarían a oler las hormonas del embarazo. ¿Qué haría entonces? No permitirían a un omega embarazado continuar en el instituto, ni siquiera podría conseguir un trabajo. Por no hablar de que ningún alfa le querría con el hijo de otro (¿De qué otro? ¡Ni siquiera sabía eso!).

Las cosas fueron justo como él esperaba y no deseaba. Unos días más tarde el director lo llamó a su despacho y le informó con expresión seria que no podía seguir en el instituto. Tuvo al menos la gentileza de ofrecerle algunas opciones para estudiar online desde casa. Ninguna escuela iba a aceptarlo en su estado.

Cuando el sheriff llegó a casa tarde aquella noche, la cena estaba preparada ya como siempre (una hamburguesa, esta vez con carne de verdad para intentar aplacar su humor), y Stiles le esperaba sentado a la mesa aunque ya había cenado. Noah se sentó y comenzó a cenar en silencio (no recordaba la última vez que le había dirigido una palabra). Stiles esperó unos momentos antes de soltarlo.

Me han echado del instituto, pero seguiré con las clases de forma online así que podré graduarme como estaba planeado.

¿Para qué? ¿Quién va a contratar a un omega soltero con un hijo?—preguntó secamente su padre.

Stiles apretó los labios y los puños. No sabía qué responder a eso porque era cierto. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos ante la frialdad de su padre, pero no iba a llorar, no iba a ser el estereotipo de un omega. Se levantó de la mesa y se marchó a su habitación. Allí ya no pudo contener las lágrimas. Era demasiado: el instituto, su mejor amigo, su propio padre. Lo había perdido todo porque la maldita naturaleza había decidido que fuera omega y de alguna misteriosa forma se había quedado embarazado.





Las cosas no mejoraron. Stiles se convirtió en la comidilla de la ciudad. Cada vez que salía a la calle, cada vez que iba a hacer la compra, la gente le miraba mal, juzgándolo, usándolo de ejemplo negativo para sus hijos. ¿Ves lo que pasa si te acuestas con alguien sin estar emparejado? Stiles intentaba mantener la cabeza alta y aguantar, pero cuando llegaba a casa se derrumbaba.

En su mente, seguía negando el hecho de estar embarazado, justo hasta el momento en que el botón de unos vaqueros no cerraba por mucho que lo intentara. Mirándose en el espejo ya podía ver la curva de su vientre que definitivamente no era solo por la falta de ejercicio. Ese día lloró durante horas (malditas hormonas) mientras arrojaba al fondo del armario toda la ropa que ya no le valía. Ya lo único que le servían eran los pantalones de chándal y eso lo odiaba. Salir con ellos a la calle era rendirse y admitir que había algo creciendo dentro de él.

Llegó un día en que ni los pantalones de chándal le servían y las camisetas también le quedaban demasiado ajustadas, pero se negaba a comprar ropa de premamá así que tan solo compró ropa de mayores tallas, incluso si colgaban horriblemente de otras partes de su cuerpo.

Necesitaba normalidad, estaba desesperado por ello, así que un día se puso la ropa que menos mal le quedaba, salió a la calle y fue a la cafetería que antes solía frecuentar. Hacía meses que no iba, desde que el doctor le había dado las malas noticias. Abrió la puerta y la campanilla sonó anunciando su llegada. El silencio cayó sobre los clientes que había como una piedra y todos se quedaron mirándole fijamente por un momento. Cuando se puso a la cola comenzaron los murmullos y las miradas indiscretas, pero no iba a marcharse, no iba a darles ese gusto, iba a aguantar hasta conseguir su café. Al llegar a la barra sintió un gran alivio, justo hasta que vio la expresión de la camarera. Ni siquiera le miraba a los ojos.

Un capuchino con dos de azúcar y una tartaleta de frutos rojos—ordenó, pero la chica no se movió a servirle—. ¿Hey?

No creo que eso sea... adecuado. D-debería ir a otra parte—le dijo con voz temblorosa.

¿Qué?—preguntó Stiles incrédulo.

Debería marcharse—respondió con algo más de energía.

Stiles se quedó con la boca abierta. Eso no se lo esperaba, era incapaz de reaccionar.

Disculpe, creo que le ha pedido un capuchino y una tartaleta. Y para mí un café solo y un cruasán.

Stiles giró la cabeza y vio a un hombre a su derecha. Tendría su misma estatura, pero sus hombros eran mucho más anchos y musculosos. Debía de estar en la treintena y definitivamente era muy atractivo, con una mandíbula recta enmarcada por una perilla y el pelo engominado hacia atrás. Lo mejor de él, sin embargo, eran sus intensos ojos azules con los que en ese momento estaba perforando a la camarera. La mujer asintió y se apresuró a servirles. Ese hombre era un beta, pero imponía tanto como cualquier alfa que hubiera conocido.

Gracias—susurró Stiles cuando les sirvieron su pedido, aunque no se lo decía a la camarera sino al hombre que seguía junto a él y que había pagado por todo.

No es nada. ¿Quieres sentarte o prefieres irte?—le preguntó.

Stiles apretó los labios, se preguntaba si aquel hombre se quedaría si decidía sentarse. Quería hablar un rato con él, poder tener una charla normal con alguien que no le miraba como a una desgracia. Si se marchaba tal vez no volvería a verlo.

Podemos ir a tomar esto al parque, hoy hace un buen día—le ofreció aquel hombre como si le leyera la mente.

Stiles asintió de inmediato y salieron juntos de la cafetería.

Peter.

¿Hm?

Me llamo Peter Hale—se presentó mientras se dirigían al parque más cercano.

Oh. Stiles Stilinski—respondió con un ligero rubor por su torpeza. Llevaba tanto tiempo sin hablar con nadie que había perdido la fluidez.

Encantado—le dijo con una sonrisa que hizo que su corazón latiera más rápido.

Cuando llegaron al parque, se sentaron en un banco vacío, alejados de la zona infantil llena de padres, y comenzaron a tomar su almuerzo.

Lamento mucho la forma en que la gente te ha tratado allí dentro. Realmente parecemos vivir en el siglo pasado.

Tú eres el que menos debe disculparse, eres el único que me ha tratado como una persona normal desde que...—indicó vagamente con la mano hacia su barriga.

Siento que sea así. Ningún omega, ni cualquier otra persona, debería ser avergonzado por algo como esto—dijo con verdadera expresión de disgusto—. ¿Qué hay de tu familia y amigos?

Vivo solo con mi padre. Digamos que... ya fue una desgracia tener un hijo omega, esto solo... bueno. No hemos intercambiado muchas palabras desde entonces. Y mi único amigo, Scott, creí que él se lo tomaría mejor, que no me juzgaría, pero lo hacía igual que los demás, solo que en silencio y eso era más doloroso. Desde que tuve que dejar el instituto no he vuelto a hablar con él.

¿Tuviste que dejar el instituto?

Stiles asintió y le dio un sorbo a su café.

Me obligaron a hacerlo. Para el próximo curso comenzaré unas clases online—rompió un trozo de la tartaleta y se lo llevó a la boca a pesar de que se le había pasado el hambre.

Es inaceptable—Peter prácticamente gruñó y Stiles se sorprendió por su vehemencia.

Bueno, es como son las cosas aquí. No quieren ni ver a un omega embarazado sin pareja—respondió encogiéndose de hombros.

No te dejes vencer por ellos. Solo necesito verte para saber que eres mucho más fuerte de lo que cualquiera pueda pensar.

Peter le miraba con tal intensidad que Stiles se sintió estremecer. Solamente había seguridad en sus palabras y eso le hizo creer que eran reales.

Gracias. Por esto y lo de la cafetería, de verdad—le dijo con toda la energía que pudo porque realmente lo apreciaba.

¿Sabes? Trabajo en el museo. Cuando estés aburrido o quieras despejarte y olvidarte de todos estos idiotas puedes venir. Si no quieres estar en las zonas con público puedo dejarte pasar al área del personal.

¿En serio? ¡Me encantaría!—respondió entusiasmado—. No he podido ir a ninguna parte en mucho tiempo, esta es la primera vez que salgo más allá de ir a comprar.

Y por lo que veo tampoco sales mucho para eso—replicó mirándolo de arriba abajo.

Stiles se ruborizó y balbuceó tirando de las mangas demasiado grandes de su chaqueta.

N-no quería comprar ropa de premamá, es... es...

Es aceptar que estás embarazado. Me temo que es algo que tendrás que aceptar más bien pronto que tarde.

Pero... pero... ¡Es todo tan horrible! ¿Por qué todo es tan femenino?—se quejó. Incluso si no había querido comprarla, había echado un vistazo a ese tipo de ropa y solo había servido para confirmar su negativa.

En eso te entiendo. Esa ropa se hace más a gusto de los alfas que de los omegas, pero te encontraré algo que te sientas cómodo llevando.

No tienes por qué molestarte tanto por mí, ni siquiera me conoces—le dijo, comenzando a sospechar de segundas intenciones.

Me has caído bien, Stiles. Además, estoy acostumbrado a estas cosas, tengo nueve sobrinos.

Wow. Tienes una gran familia—comentó sorprendido.

Y cada vez más—respondió riendo y Stiles sintió un hormigueo en el estómago que no tenía nada que ver con el embarazo.

¿E hijos? ¿O pareja?—muy sutil, Stiles.

No, mi trabajo y mi familia es todo lo que tengo y estoy satisfecho con ello. Por suerte no soy un alfa al que insistan en conseguir un buen omega o viceversa.

Eso le dejó a Stiles sintiéndose un poco extraño. Por un lado le alegraba que no tuviera pareja, pero por otro tampoco parecía interesado en tener una. Tampoco es que él tuviera ninguna oportunidad con un hombre como él y esperando el hijo de otro (¿de qué otro?).

Terminaron el almuerzo y se despidieron prometiendo que volverían a verse en el museo. Por primera vez en meses, Stiles se sentía realmente animado y una persona normal. Hasta que esa noche su padre ni siquiera le miró durante la cena.



* * *



Apenas tardó una semana antes de no aguantar más las ganas de volver a ver a Peter. Era un hombre muy atractivo y sin duda le gustaba, pero ni siquiera ese era el motivo de querer verlo. Solamente quería hablar. De lo que fuera, daba igual. Había tenido una mala semana y no quería tener que seguir pensando en ello, solo quería distraerse.

Se puso la ropa que mejor le sentaba, una camisa blanca cuyos hombros caían casi hasta la mitad de sus brazos y unos pantalones vaqueros negros que solo se ajustaban a su cintura y colgaban como los pantalones de un payaso sobre sus piernas. Estaba horrible, lo sabía, pero no tenía nada mejor.

Cuando llegó al museo, la recepcionista le miró igual que el resto de personas, pero no parecía tener intención de negarle la entrada.

¿Un adulto?—preguntó, fijando la vista en su ordenador.

Um... En realidad busco a Peter Hale.

La mujer levantó la cabeza con expresión sorprendida. Por un segundo sus ojos bajaron a la barriga de Stiles.

¿Quién pregunta por él?

Stiles.

La recepcionista le miró con el ceño fruncido, pero cogió el teléfono y marcó un número.

Señor Hale, un omega llamado Stiles pregunta por usted—una breve pausa—. Sí, señor—colgó el teléfono y se giró hacia Stiles, esta vez con una sonrisa un poco forzada—. El señor Hale llegará enseguida.

Gracias—respondió con otra falsa sonrisa y se apartó, dejando paso a otros visitantes.

Peter llegó poco después, vestido con un elegante traje gris de tres piezas, sin corbata y con la camisa abierta los primeros botones. Puede que Stiles se quedara mirando fijamente un poco más de lo que era educado, pero Peter no parecía molesto.

Me alegra verte, Stiles—le dijo con una sonrisa, una sincera.

Siento haber venido sin avisar, no tenía tu número y no sabía...

No tienes de qué disculparte, puedes venir cuando quieras aun sin avisar. Además, lo del teléfono lo arreglamos rápido—Peter sacó su teléfono y movió el dedo por la pantalla antes de entregárselo a Stiles. El chico apuntó su número y se lo devolvió. Un momento después su propio teléfono sonó con un mensaje—. Ya está, ya hemos intercambiado teléfonos. Pero, repito, eres bienvenido siempre que quieras sin avisar. Me paso prácticamente todo el día aquí así que es seguro que me encuentres.

¿No tienes un horario?

Cuando eres el jefe no hay horarios—respondió, colocando una mano en su espalda para guiarlo al interior del museo.

¿El jefe?—preguntó Stiles sorprendido.

Soy el conservador del museo—respondió con cierto orgullo, su pecho hinchándose ante la expresión de asombro de Stiles—. Ahora, ¿prefieres dar una vuelta por las salas del museo o por las áreas privadas?

Bueno, ya que eres el conservador me gustaría ver lo que hay detrás.

Peter lo llevó por una puerta de «solo personal autorizado». Le mostró cuadros y esculturas que aún no estaban en exposición, pero lo que más le gustó a Stiles fue la biblioteca del despacho de Peter. Libros y más libros sobre historia, sobre arte, literatura, mitología... cualquier cosa que pudiera ser de utilidad para catalogar las obras de arte que llegaban a sus manos. Peter le observaba con una sonrisa mientras Stiles recorría los tomos con los dedos y abría cada uno que le llamaba la atención.

¿Chino para comer?—preguntó Peter y Stiles se dio cuenta de que llevaba más de tres horas allí y el tiempo se le había pasado volando.

Oh, lo siento, no me había dado cuenta de la hora. No quería abusar tanto de tu tiempo.

Peter rio y acarició su brazo de forma reconfortante.

Me encanta tenerte aquí. Tienes verdadero interés por todo esto y eso es... alentador.

Stiles se ruborizó, sobre todo porque aquellas palabras sonaban sinceras. Era la primera vez en meses que alguien disfrutaba de su compañía.

Chino está bien—respondió sin saber qué decir ante el halago.

Se convirtió en una costumbre semanal y después dos veces por semana y entonces Stiles dejó de contar las veces que iba a ver a Peter al museo. La segunda vez Peter le regaló ropa apropiada para su nuevo cuerpo. Stiles intentó negarse, pero Peter insistía en que no soportaba verlo con esa horrible ropa. No le quedó más remedio que aceptar, no quería verse mal junto al elegante conservador del museo.

Cada día, Peter le mostraba todas las novedades que llegaban o le contaba historias sobre las obras que tenían. A pesar de ser una pequeña ciudad tenían una colección envidiable, todo gracias a Peter. Y cuando el conservador estaba ocupado con su trabajo, Stiles pasaba el rato leyendo en su despacho. Comían juntos siempre con una agradable charla, a veces en un restaurante, otras encargando comida, pero su favorito era cuando Peter llevaba comida que él mismo había preparado, era un magnífico cocinero.

No había rumores en el museo sobre el omega sin pareja embarazado que visitaba tan a menudo al conservador, o al menos los rumores nunca llegaron a sus oídos. Tal vez la gente respetaba demasiado a Peter como para hacer comentarios sobre él o le tenían miedo, fuera como fuera, todos eran amables con Stiles.

Con el tiempo y según la barriga de Stiles crecía, su relación dejó de limitarse al museo. Peter lo acompañó al obstetra cuando no tenía a nadie más que lo hiciera y sostuvo su mano mientras veía la imagen de su bebé –un niño, iba a ser un niño– en la pantalla. Secó sus lágrimas y prácticamente le gruñó a todo aquel que intentó mirarle de mala manera, como siempre hacía cuando salían juntos.





Había serpientes sobre él, deslizándose suavemente por su cuerpo, pero esta vez no se sentía como nada sexual. Estaban envolviendo su abultada barriga, acariciándola de forma adoradora. Había susurros de mío que hacían eco en su mente. Una mala sensación, como un mal presentimiento, comenzó a agobiarlo. Un escalofrío recorrió su cuerpo y lo despertó.

Stiles vio bajo la tenue luz que entraba por la ventana unas sombras envolviendo su vientre. Un grito se ahogó en su garganta y se levantó de la cama de un salto. Encendió la luz y pudo ver las sombras, no, algo más denso, más corpóreo que sombras, como tentáculos negros retirándose y ocultándose debajo de su cama. Su corazón estaba latiendo a mil. Todavía tenía que estar soñando, eso no podía ser real. Esa cosa... ¿qué demonios era eso y por qué tenía la sensación de que estaba reclamando su bebé como suyo?

Ese día, Stiles fue más pronto de lo habitual al museo. Estaba inquieto, inseguro, no quería pasar ni un minuto en casa. Peter notó su agitación en cuanto lo vio y lo llevó de inmediato a su despacho. Antes de preguntar nada, lo envolvió con un brazo y acarició sus cabellos con el otro. Era increíble lo rápido que se tranquilizaba en brazos del beta.

¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado?—le preguntó con tono tranquilo pero preocupado.

No vas a creerme, es... es ridículo, lo sé, es imposible-

Shh. Stiles, tranquilo, puedes decirme lo que sea, te creeré—le aseguró y Stiles lo creyó.

Una cosa, en mi habitación. Estaba... estaba bajo la cama y trepó, no, reptó sobre mí. Era... negro y, y... como una masa de lava o algo así, pero completamente negra, extendiendo sus tentáculos. Cuando desperté estaba envolviendo mi vientre y en mi sueño- Yo estaba soñando con serpientes que envolvían mi barriga y algo en mi cabeza decía «mío, mío, mío». Y cuando desperté esa cosa negra estaba en lugar de las serpientes y desapareció debajo de mi cama. No estaba soñando, al principio sí, pero te juro que cuando vi esa cosa negra no estaba soñando. Y creo... Oh, dios, creo que quiere a mi bebé. Tuve un sueño con esas serpientes antes de quedarme embarazado. Sé que es una locura, pero creo que fue esa cosa la que me dejó embarazado. Nunca te lo he dicho, pero era virgen cuando me quedé embarazado y lo sigo siendo. Nadie me creía, pero es cierto, nunca he estado con nadie, lo juro.

Para cuando terminó, su voz era casi ininteligible por culpa de los sollozos. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas y Peter lo abrazaba con fuerza, dejando que ocultara el rostro en su pecho.

Te creo, Stiles. De verdad te creo—Peter tomó su rostro entre las manos y le miró con la expresión más seria que le había visto nunca—. Tengo que contarte algo y es muy importante que me guardes el secreto.

Stiles le miró confuso pero asintió. Lo que más le sorprendía era que Peter realmente le creyera. Se sentaron en el sofá del despacho sin que Peter dejara de abrazarlo por un instante. Cuando Stiles estuvo más tranquilo, Peter tomó una de sus manos mientras seguía rodeando su espalda con un brazo.

Estoy bastante seguro de que lo que viste es real porque sé por experiencia propia que existen cosas más allá de lo que la gente conoce.

Peter, al grano—le pidió confuso.

El mundo sobrenatural existe, muchas de las criaturas que crees que son mitos o leyendas existen de verdad.

Y tú eres una de ellas—ante la mirada sorprendida de Peter Stiles puso los ojos en blanco—. Me dices que lo sobrenatural existe y que tengo que guardarte un secreto. Es la conclusión lógica.

No debería olvidar lo inteligente que eres—respondió Peter con una sonrisa.

No, no deberías. Ahora, ¿qué tipo de criatura eres? Por favor, dime que no eres un vampiro luminiscente.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Peter y por un instante puso una expresión de desagrado.

No, por favor, no—respondió, pinchándose el puente de la nariz—. Soy... un hombre lobo.

¿Como... corriendo por el bosque todo peludo durante la luna llena y aullando?

Am... Quitando lo de todo peludo, sí, es bastante acertado—respondió con una risa.

Vale, un hombre lobo, puedo lidiar con eso.

¿No estás asustado?—le preguntó sorprendido.

Estoy más asustado de lo que hay debajo de mi cama. ¿Qué demonios es eso?—preguntó, viendo ahora una esperanza.

Aún no lo sé, pero puedo ir a echar un vistazo. Además de en arte estoy especializado en temas sobrenaturales.

¿Podrías venir hoy?—le preguntó, aferrándose a su chaqueta.

Ahora mismo.

Stiles suspiró aliviado y no se demoraron más. Peter lo llevó en su coche porque no le gustaba que condujera con su estado tan avanzado y en una situación así. El coche del sheriff no estaba en la entrada, lo cual era bueno porque Stiles aún no le había hablado de Peter (Noah tampoco se había preocupado de dónde se encontraba su hijo casi todos los días).

Entraron en la casa y subieron al piso superior, pero Peter le detuvo colocando una mano sobre su hombro antes de que Stiles pudiera entrar en su habitación.

Espera aquí.

Peter entró en la habitación y de inmediato pudo sentir una presencia oscura, amenazadora. Todos sus sentidos se pusieron en alerta, tuvo que controlarse para no transformarse. Por el rabillo del ojo pudo ver una sombra moviéndose debajo de la cama, pero cuando miró no había nada. Nada que pudiera ver, pero sí podía sentir algo. Salió de la habitación y regresó junto a Stiles. Por la forma en que este le miró, supo que sus ojos estaban brillando.

Hay algo, no sé el qué, pero hay algo peligroso ahí dentro. Quiero que cojas una maleta o una bolsa y metas todo lo que puedas necesitar para por lo menos tres o cuatro días. Tienes que salir de aquí hasta que podamos deshacernos de eso.

Stiles asintió, sus ojos fijos en los ojos brillantes de Peter, y tardó un segundo en reaccionar. Entró con recelo en la habitación y Peter le ayudó a llenar una bolsa de deporte con ropa que en su mayoría el propio Peter le había comprado. Se dio cuenta de que no tenía muchas cosas imprescindibles, lo más importante era su ordenador. Cuando lo tuvieron todo, dejaron su casa y volvieron al coche.

¿Qué voy a decirle a mi padre? ¿Dónde voy a ir ahora?—preguntó, envolviendo su vientre con ambos brazos instintivamente.

Puedes quedarte en mi casa o puedo llevarte a un hotel, lo que tú prefieras. En cuanto a tu padre...

Es probable que ni se dé cuenta y si lo hace, bueno, no creo que le preocupe mucho. Hace mucho que no hablamos—respondió sacudiendo la cabeza, era lo que menos le importaba.

¿Entonces prefieres que te lleve a un hotel o a mi casa? Tendrás tu propia habitación en ese caso, no te preocupes.

Prefiero ir a tu casa—respondió sin dudarlo. Si con alguien podía sentirse seguro era con Peter.

De acuerdo, vamos.

Subieron al coche y se alejaron rápidamente de aquella casa.

Era la primera vez que Stiles estaba en el apartamento de Peter. No sabía qué había esperado, pero los suelos y muebles de madera, los cómodos sofás y las estanterías llenas de libros y extrañas reliquias fueron una grata sorpresa. Peter lo llevó a la habitación de invitados, con una cama casi el doble de grande que la suya.

Ponte cómodo, avísame con cualquier cosa que necesites.

¿Cómo vamos a averiguar qué es lo que es? ¿Cómo vamos a acabar con ello?—le preguntó, abrazando su vientre con fuerza.

Stiles—Peter lo tomó por los hombros y le hizo mirarle—. Los libros que tengo aquí son en gran parte bestiarios, auténticos. Sea lo que sea, lo averiguaremos y acabaremos con ello.

Stiles se inclinó contra él y apoyó la cabeza sobre su hombro.

Así que hombre lobo—murmuró—. Bonitos ojos.

Peter sonrió y le dio un beso en la frente.

Hay sobras de anoche en el frigorífico, tengo que regresar al trabajo, pero puedes comenzar a investigar con los bestiarios de la oficina. Yo me centraría en demonios.

¡¿Demonios?!—gritó con tono agudo.

Tranquilo, nos desharemos de ello sea lo que sea.

Eso no es lo único que me preocupa—respondió, mirando su vientre abultado.

Peter colocó las manos sobre las suyas y le miró con seriedad.

Estará bien, nos aseguraremos de que lo esté—le dio un beso en la mejilla y se marchó al museo.



* * *



Si se hubiera encontrado en una situación normal, Stiles habría fisgado por la casa, tal vez dejando su olor por allí (porque, vale, Peter y él no tenían esa clase de relación, pero no podía negar que le gustaría), habría devorado la deliciosa comida preparada por Peter y se habría tumbado con un libro en aquel cómodo sofá. Dada la situación, sin embargo, Stiles entró en el despacho de Peter y buscó los libros que parecían relacionados con demonios. Cuando Peter llegó pronto por la tarde, Stiles estaba sentado en su escritorio enfrascado en un libro y rodeado por varias montañas de bestiarios. Peter le observó por un momento antes de entrar.

¿Has encontrado algo útil?—le preguntó.

Stiles levantó la cabeza de golpe, como si no se hubiera percatado de su presencia. Cogió varios libros y los puso en un montón en el centro. De todos ellos salían varios marcadores.

No sabía exactamente qué buscar así que he encontrado muchas entradas en estos bestiarios que pueden asemejarse a lo que es esa cosa. Necesitaría algún dato más específico para poder limitar la búsqueda.

Has hecho un gran trabajo, no te preocupes. Esto me hará ganar mucho tiempo. ¿Por qué no vas a descansar? ¿Has comido?—le preguntó, preocupado en primer lugar por él.

Am, no, no he comido. Solo quería...—movió las manos, señalando los libros.

Ven, voy a prepararte algo—prácticamente tuvo que obligarlo a levantarse de la silla y lo acompañó a la cocina.

Stiles se sentó a la mesa y esperó con sus brazos rodeando su vientre. Se sentía más tranquilo, más seguro con la presencia de Peter. Un hombre lobo. Joder, ni siquiera había pensado en eso. Peter le sirvió un plato de pasta con verduras y Stiles estaba salivando solo con el olor, la primera vez que comía algo recién preparado por Peter. Y no era para menos, estaba delicioso y Stiles no pudo evitar gemir con el primer bocado. Los ojos de Peter se fijaron en él como los de un depredador. Le ponía algo nervioso comer bajo aquella intensa mirada, pero en un buen sentido.

Cuando terminó de comer, Peter lo acompañó a la habitación de invitados. Stiles se acomodó y Peter incluso lo arropó. Aún era temprano para dormir, pero el cansancio era evidente.

Si encuentras algo...

Te despertaré, lo prometo—acarició sus cabellos y Stiles apenas era capaz ya de mantener los ojos abiertos.

Peter pasó horas revisando los libros que Stiles había marcado, realmente había hecho un buen trabajo. La lista de sospechosos no era demasiado larga y con lo que él sabía podía reducirla aún más.

Escuchó el sonido de un móvil que no era el suyo y maldijo porque despertaran a Stiles. Pronto le oyó hablar con su padre, disculpándose por no estar en casa, pero dejando claro que no iba a volver, al menos por esa noche. El sheriff no parecía para nada contento, pero a Stiles no parecía importarle. Stiles salió de la habitación después de colgar y se asomó al despacho.

Es tarde, ¿por qué no vas a dormir?—le preguntó y sonaba casi como una invitación.

Sí, mañana seguiremos con esto juntos—dejó los libros tal y como estaban y se levantó de la silla.

Stiles lo vio dirigirse a su habitación y se mordió el labio inferior.

¿Puedo...?—se detuvo, sabía que era totalmente inapropiado.

Peter le tendió una mano y Stiles la aceptó de inmediato. Entraron en la habitación de Peter y sin decir una sola palabra se metieron en la cama. Peter se acomodó boca arriba y Stiles se tumbó de costado a su lado, con aquella barriga ya no podía dormir boca arriba. Apoyó la cabeza sobre el hombro de Peter, mientras este le rodeaba con un brazo. Peter apagó la luz y se quedaron en silencio por un momento.

Así que hombre lobo.

Peter resopló. Ya estaba tardando en sacar el tema.

Vi algunos libros sobre hombres lobos, pero, ya sabes, estaba ocupado buscando cosas sobre demonios. ¿A parte de los ojos brillantes hay algo más que cambie?

Peter encendió la luz de la mesilla y giró su rostro hacia Stiles.

No te asustes.

No tengo miedo de ti ni le tengo miedo a lo que puedas transformarte—le aseguró y Peter escuchó la sinceridad en su corazón.

Peter transformó su rostro y Stiles le miró con grandes ojos sorprendidos, pero su cuerpo siguió relajado junto a él. Extendió su mano y acarició el rostro de Peter, las peludas patillas y la protuberante frente.

¿Dónde fueron tus cejas?—preguntó y Peter se echó a reír entre colmillos.

Stiles no tardó en quedarse dormido en brazos de Peter.





Peter se tomó el día siguiente libre y después del desayuno pasaron horas investigando lo que se escondía bajo la cama de Stiles. Fue tarde por la noche cuando Stiles dio con la criatura.

¡Kycaur!—sentenció, golpeando la página del libro con la mano—. Es un demonio de una rama de la familia de los íncubos que cuando se debilita con el paso de los años deja embarazado a un omega para luego alimentarse de la vida del hijo que nazca. ¡Oh, dios, quiere matar a mi bebé!

Tranquilo, no voy a dejar que eso suceda. ¿Estás seguro de que es él?

Sí, incluso menciona los sueños sobre serpientes que he tenido.

Peter tomó el libro y leyó minuciosamente la entrada sobre el Kycaur. Había una forma de acabar con él, pero tendría que recurrir a Deaton, cosa que no le agradaba del todo.

Tendrás que dormir aquí esta noche de nuevo. Voy a contactar con un conocido a ver si puede tenerlo todo para mañana y espero que podamos llevarlo a cabo mañana mismo.

¿Un conocido? ¿Un brujo o algo así?—preguntó con curiosidad.

O algo así. No te preocupes, de aquí en adelante me encargo yo. Quiero que tu bebé y tú estéis seguros—le dijo, colocando una mano sobre su vientre.

Está bien, lo entiendo y yo también quiero eso así que no me molestaré porque me dejes de lado. Pero cuando esto termine quiero saber más y quiero saber si puedo utilizar magia o hacer hechizos o lo que sea.

Y yo estaré encantado de enseñarte todo lo que desees—le aseguró con una sonrisa—. Ve a la cama, ahora voy yo.

Le dio un beso en la frente y Stiles casi ronroneó, sintiendo la necesidad de acurrucarse con él, pero resistió y se fue a la habitación. Ignoró las llamadas y mensajes de su padre exigiéndole volver a casa. El único que realmente se preocupaba por él era Peter. No pudo dormir hasta que el lobo se metió en la cama con él, abrazándolo por la espalda y acariciando su vientre.

Stiles despertó con el olor de café y se estiró en la cama. Preferiría despertar junto a Peter, pero la promesa de café tampoco estaba mal. Se puso un jersey de Peter que le quedaba ajustado en el estómago y sus propios pantalones. Cuando llegó a la cocina, frunció el ceño ante la taza de té que había sobre la mesa.

¿Qué es esto?—preguntó con gesto de desagrado.

El café no te conviene en tu estado—le dijo, sirviendo un plato de tortitas.

De no ser por las tortitas, realmente me cabrearía—le advirtió.

Peter sonrió y le acercó el sirope.

¿Podremos hacerlo hoy?—preguntó, su tono más serio.

Esta tarde—asintió Peter—. Pasaré la mañana preparándolo todo y por la tarde realizaremos... el exorcismo.

Quiero ir contigo.

Pudo ver cómo el primer instinto de Peter fue negarse, pero se lo pensó mejor y suspiró.

De acuerdo—no parecía muy agradado por la idea, pero sabía que Stiles era demasiado cabezota como para quedarse en casa esperando aunque se lo pidiera.

Después del desayuno se dirigieron a la clínica veterinaria. Stiles le miró con las cejas arqueadas y abrió la boca.

No—le cortó Peter antes de que pudiera hablar—. Ni se te ocurra.

Stiles rio entre dientes.

Desde el principio, Stiles se sintió receloso del veterinario (un druida, había dicho). No sabía por qué, pero no le daba buena espina y por la forma en que su bebé se agitaba en su interior, a él tampoco le gustaba. Cuando Peter sintió su inquietud, acarició su espalda de forma reconfortante.

Yo tampoco soy su mayor fan—le susurró al oído.

Stiles observó con avidez mientras Deaton y Peter trabajaban. El lobo podía ver cómo su mente absorbía todo el conocimiento que se le presentaba (y más de una vez tuvieron que apartar sus manos de cosas que no debía tocar).

¿Estarás bien?—le preguntó Stiles cuando estaban frente a la casa aquella tarde. El coche patrulla del sheriff estaba en la entrada, lo que iba a ser un problema—. Podemos esperar a que no esté en casa.

No. Es luna llena, estoy en mi mejor momento y tú no tardarás mucho en dar a luz, hay que hacerlo antes de que eso pase.

Tendremos que hablarle a mi padre de lo que vamos a hacer, no va a dejarte entrar en mi habitación así como así.

También tendrá que saber lo que soy, tendría que saberlo tarde o temprano de todos modos y es bueno que el sheriff esté al tanto.

De acuerdo. Espera, ¿por qué tendría que saberlo tarde o temprano?

Peter sonrió pero no respondió. Llamó a la puerta de la casa aunque Stiles tenía llaves y cuando Noah le miró con expresión estoica, esa expresión de sheriff que hacía que los chicos casi se mearan en los pantalones, Peter mantuvo una expresión amable.

Sheriff Stilinski, soy Peter Hale, he estado cuidando de Stiles estos días.

Querrá decir que ha mantenido en su casa a un omega sin emparejar.

Stiles no estaba seguro aquí—respondió con calma.

¿Qué estás insinuando?—gruñó el sheriff, su rostro volviéndose más oscuro.

Nada contra usted, señor. ¿Podríamos pasar y hablarlo?—le preguntó.

Papá, por favor, es importante—le suplicó con esa expresión que ni su padre podía rechazar.

Entrad—respondió a regañadientes.

Tan pronto como estuvieron en el salón, Stiles no pudo contenerse más.

Papá, ¿recuerdas como siempre te he dicho que nunca he tenido sexo con nadie? Pues es cierto, en parte. Prepárate para esto porque no quiero que te dé un infarto y además tienes que creerme, tengo pruebas, lo puedo demostrar, pero ten paciencia. Resulta que las cosas sobrenaturales que aparecen en libros y películas son reales, no exactamente como aparecen ahí, pero en general lo son. Peter es uno de ellos, es un hombre lobo, te lo demostrará pero, por favor, no le dispares. Aunque eso no es lo más importante. Lo importante es que hay un demonio en mi habitación, un demonio que me dejó embarazado para poder alimentarse de mi bebé cuando nazca.

Hijo, ¿qué te has tomado? ¿Qué te ha dado este hombre?—le preguntó preocupado.

Peter.

Peter se transformó, su rostro tomando la forma beta y sus garras extendiéndose. El sheriff se llevó la mano de forma instintiva a su cintura, por suerte no tenía la pistola encima. Peter regresó a su forma humana rápidamente y Stiles se puso frente a él, intentando servir de protección ante cualquier impulso homicida de su padre.

Papá, lo más importante ahora es que tenemos que acabar con el demonio de mi habitación o mi hijo correrá un gran peligro en cuanto nazca. Sé que nunca te ha agradado que me quedara embarazado, pero lo estoy y falta poco para que nazca y, papá, no quiero perderlo.

Había lágrimas derramándose de sus ojos y no eran lágrimas falsas como había planeado, el miedo era sincero. Y por cabezota que fuera su padre, fue capaz de verlo. Rodeó sus hombros con un gesto incómodo sin apartar sus ojos de Peter ahora que lo veía como una seria amenaza.

¿Qué vais a hacer para deshaceros de ese...?

Demonio—intervino Peter.

Demonio. ¿Cómo vais a acabar con él?

Peter y un conocido suyo, un druida, van a realizar un hechizo esta noche. Tú y yo tenemos que salir de aquí para que el demonio no pueda utilizarnos como escudo.

¿Pretendes que les deje mi casa a este hombre y a un... conocido suyo?

Solo por esta noche, nosotros esperaremos fuera. Papá, por favor—le suplicó.

El sheriff suspiró y sacudió la cabeza.

Si esto es una maldita trampa...

Puedes dispararles a la cabeza a los dos—le aseguró con una sonrisa.

Cuando Deaton llegó, su recibimiento no fue mucho mejor que el de Peter, pero Stiles consiguió sacar de la casa a su padre antes de que las cosas se le fueran de las manos. Se sentaron en el coche patrulla a esperar.

Así que Peter Hale, ese es el hombre con el que has pasado dos noches—comentó el sheriff sin apartar los ojos de la casa.

No ha sucedido nada entre nosotros. Peter es solo un amigo, mi único amigo ahora mismo, y solo está intentando protegerme.

¿Y todo eso de... los hombres lobo y demonios?

Yo tampoco sabía nada hasta hace un par de días. Le comenté a Peter un sueño que tuve, muy parecido al que tuve antes de quedarme embarazado, y descubrimos que no era un sueño exactamente, se trataba de ese demonio.

Así que tu hijo es el hijo de un demonio. No sé qué es peor, si eso o que sea el hijo de un alfa cualquiera.

Stiles quería decirle que estaba preocupado por su hijo, por cómo sería, por si se encontraría bien, pero eso al sheriff parecía no importarle.

Escucharon un gruñido que no podía ser humano y una intensa luz salió por la ventana de su habitación. Stiles salió del coche y entró en casa antes de que su padre pudiera impedírselo. Cuando llegó a su habitación se encontró a Deaton arrodillado en el suelo y a Peter transformado con las garras goteando un fango negro.

Peter...—Stiles se acercó a él preocupado, revisando su cuerpo en busca de posibles heridas.

Stiles, Stiles, cariño, estoy bien, no te preocupes—le aseguró, intentando no tocarle con aquellas manos manchadas. Stiles se abrazó a él y hundió el rostro en su cuello, su olor tranquilizándolo—. Se acabó, hemos acabado con él, no podrá hacerte daño, ni a ti ni a tu bebé—le aseguró susurrando.

Stiles sollozó (malditas hormonas) y se abrazó a él con más fuerza a pesar del bulto que se interponía entre ellos. Peter lo acompañó sin intentar que se soltara fuera de la habitación. El demonio ya no estaba, pero allí había un pequeño desastre que tenían que limpiar. El sheriff estaba en el pasillo, mirándoles con expresión de desaprobación. Su atención se centró en la habitación cuando vio el charco de pringue negro en el suelo y las salpicaduras en las paredes y los muebles. Deaton estaba allí, ya de pie e impasible a pesar de las manchas negras en su ropa.

No quiero quedarme aquí—susurró Stiles.

Puedes quedarte en mi casa, no te preocupes—respondió Peter, comprendiendo que no quisiera estar en ese lugar mientras estaba embarazado a pesar de que ya no había nada que temer. Tan solo estaba siendo protector con su bebé.

Peter lo sacó de la casa y lo sentó en el asiento del pasajero de su coche.

Voy a hablar con tu padre, le avisaré de que nos vamos.

Stiles asintió, pero sus manos eran reticentes a soltarlo. Peter salió poco después de la casa algo más limpio y se subió al coche. No sabía cómo había conseguido convencer a su padre de que le dejara ir con él, pero estaba agradecido por ello, no sería capaz de dormir en esa casa.

Llegaron al apartamento de Peter y este se dio una ducha a fondo antes de que Stiles se diera otra solo para quitarse el olor a huevos podridos de aquella cosa. Se tumbaron en la cama de Peter y Stiles se acurrucó contra él. El lobo era capaz de oler los sentimientos confusos que emanaban del chico.

Stiles, háblame—le pidió.

Tengo miedo—confesó en un susurro.

Hemos acabado con ese demonio, no podrá haceros daño—le aseguró, acariciando su espalda con una mano y sus cabellos con la otra.

Pero... mi bebé... Es el bebé de un demonio. ¿Será como él? ¿Será humano? ¿Qué pasará con mi bebé?—preguntó con lágrimas en los ojos.

No lo sé. No voy a mentirte, no lo sé. Pero sea como sea, cuidaremos de él. Voy a presentarte a mi familia, a mi manada, y ellos os protegerán de cualquier cosa, no estaréis solos en ningún momento.

¿Por qué iban a querer protegernos?—preguntó extrañado.

Peter acarició su rostro y le miró fijamente con una expresión abierta.

Porque os considero parte de mi manada y ellos os tratarán del mismo modo.

Stiles no pudo contenerse. Se inclinó hacia él y le dio un suave beso en los labios. Agachó la cabeza, sus mejillas ruborizadas, y Peter le dio un beso en la frente con un ronroneo contento vibrando en su pecho que relajó a Stiles hasta que pudo dormir.



* * *



Al día siguiente por la tarde, cuando Peter salió de trabajar, se prepararon para ir a ver a su familia. Stiles estaba nervioso, eso era evidente, pero Peter no estaba preocupado. Estaba bastante seguro de que Talia se alegraría de que al fin hubiera encontrado a una persona importante para él. Stiles botaba sus piernas en el asiento del acompañante mientras acariciaba su vientre. El bebé se contagiaba de su nerviosismo y le pateaba incesantemente. Se quedó boquiabierto cuando llegaron a la gran mansión que resultó ser la casa de los Hale. Era una maravilla de paredes blancas y grandes ventanales escondida en medio de la reserva. Había cuatro niños de diferentes edades jugando en el patio delantero y pronto salieron dos adultos al oír el coche acercándose. Peter aparcó y dio la vuelta al coche para abrirle la puerta a Stiles y ayudarle a salir (con su barriga de ocho meses ya no era tan fácil levantarse). Llegaron al porche y Peter mantuvo una mano en la espalda de Stiles para hacerle sentir seguro.

Stiles, este es Richard, mi hermano, y Amanda, su esposa.

Un placer conocerte, Stiles. Peter nos ha hablado mucho de ti—le saludó Amanda dándole la mano. Ella también estaba embarazada, aunque no de tanto tiempo como Stiles.

En realidad no había hablado tanto de él, pero sí mucho más de lo que solía hablar de cualquier persona.

Bienvenido—le saludó Richard inclinando la cabeza. El alfa no parecía querer arriesgarse a tocar al omega que Peter protegía con tanto ahínco—. Pasad, la merienda está preparada.

Los niños en el patio gritaron y se apresuraron al interior de la casa antes que los adultos.

Realmente algunos parecen lobos a la hora de comer—le susurró Peter y Stiles no pudo contener una risilla.

Entraron en la enorme casa y Stiles vio a otros dos niños y tres jóvenes que rondaban su edad. Había una pareja sentada en una mesa lo bastante grande para los adultos y jóvenes mientras que los niños se sentaban en otra más pequeña. La mujer sentada a la mesa se levantó y Stiles sintió la horrible necesidad de esconderse detrás de Peter ante su intensa presencia de alfa, pero resistió.

Stiles, esta es Talia, la alfa de la manada—le presentó Peter.

Stiles sabía que no se refería a ella solo como alfa en género sino como líder de su familia. Inclinó la cabeza sin mirarle a la cara intentando mostrar respeto. Quería ser aceptado en esta familia, quería hacer bien las cosas.

Bienvenido, Stiles—le dijo Talia con una sonrisa—. Me alegra conocerte por fin. No es habitual que Peter se interese por algo más que sus obras de arte.

Talia...—gruñó Peter.

Stiles no pudo evitar sonreír.

Adelante, siéntate, vamos a merendar—le invitó Talia y fue como una orden para todo el mundo.

Se sirvió fruta, tortitas y helado mientras todos se sentaban a la mesa. Stiles se sentó junto a Peter a la izquierda de Talia, ese parecía ser el sitio habitual de Peter.

¿Cuánto te falta?—preguntó secamente una chica que podía reconocer del instituto, pero de la cual no sabía el nombre.

Esa encantadora joven es mi sobrina Cora—le informó Peter con su voz goteando sarcasmo.

Menos de cuatro semanas—respondió Stiles con una sonrisa.

¿Y qué? ¿Va a ser algo así como La semilla del diablo o más como Alien?

¡Cora!—le gritó su madre y la chica agachó la mirada, pero no se disculpó.

Por las ecografías parece un bebé normal, nada alienígena, pero lo de La semilla del diablo no podremos saberlo todavía—respondió Stiles, intentando quitarle importancia, pero eran lobos y podían sentir su inquietud.

Sea lo que sea, aquí estarás bien—le aseguró Talia—. Una matrona especializada en lo sobrenatural puede ayudarte con el parto aquí mismo si lo deseas. Todos nuestros hijos han nacido en casa.

No queremos que nazca en un hospital y le arranque los dedos al médico de un mordisco—bromeó la otra chica algo más mayor.

¡Laura! No quiero más bromas—advirtió Talia señalando a los tres jóvenes. El chico, que parecía tener una edad intermedia entre las dos chicas, no había abierto la boca y solo fruncía el ceño.

Desde ese momento merendaron tranquilamente sin mencionar el embarazo de Stiles ni su vida en general.

¿Qué te han parecido?—le preguntó Peter cuando terminaron la merienda y se retiraron al porche trasero.

Simpáticos. Parecían esforzarse para caerme bien—respondió, apoyando la cabeza sobre su hombro, sentado a su lado en el columpio.

No me extraña, eres la primera persona que traigo a casa. Su actitud ha sido bastante más comedida de lo que me esperaba.

¿Y no se enfadó Talia porque me contaras vuestro secreto?

Normalmente hay que pedirle permiso primero a ella antes de revelar el secreto a nadie, pero Talia confía en mi criterio y dada la situación no había ningún riesgo.

No quiero que tengas problemas con tu familia por mi culpa.

Mi familia está encantada contigo—le dio un beso en la sien y le rodeó con un brazo para acercarlo más a él—. No es tradicional, pero ya esperaban que muriera solo.

Stiles rio, sacudiendo la cabeza. Entonces se dio cuenta de qué hablaba.

Espera, ¿qué?—levantó la cabeza y le miró con los ojos muy abiertos.

Como he dicho, no es tradicional. Un beta y un omega juntos, hablarán, pero eso a mí no me importa. Yo quiero cuidar de ti y de tu hijo, si tú me lo permites, claro.

Stiles le miró boquiabierto. Era cierto que su relación ya no se sentía solo como una amistad y tendría que estar ciego para no ver lo atractivo que era Peter, aunque si hubiera sido un monstruo feo tampoco le habría importado, Peter era el único que le había ayudado y estaba dispuesto a cuidar de un hijo que no era suyo y que probablemente ni siquiera sería humano. Se dio cuenta de que estaba llorando de la emoción, malditas hormonas, y enterró el rostro en su cuello.

Me encantaría, me encantaría. No puedo pensar en nadie mejor—respondió entre sollozos.

Se escucharon exclamaciones de alegría en el interior de la casa.





Stiles tan solo regresó a casa una vez para recoger sus cosas y decirle a su padre que iba a vivir con Peter (en la casa de los Hale hasta que diera a luz y después en su apartamento). La discusión sobre el tema fue breve en cuanto Noah le dijo que Stiles aún estaba bajo su tutela.

Podemos hacer esto por las buenas y puedes visitarnos a mí y a tu nieto cuando quieras o podemos hacerlo por las malas y no me volverás a ver nunca. Tengo casi dieciocho años y los Hale tienen muy buenos abogados, no les costará nada conseguir mi tutela—le advirtió con total seguridad.

El sheriff se rindió y Stiles recogió las pocas cosas que quería conservar antes de marcharse a vivir con los Hale. Probablemente era incluso un alivio para él deshacerse de su hijo omega embarazado.

Peter y Stiles se instalaron en la habitación de Peter que aún utilizaba cuando las fiestas familiares se alargaban demasiado y tenía que quedarse a dormir. Había una enorme cama y las paredes estaban pintadas de azul oscuro. Mientras Stiles estaba tumbado en la cama descansando, Peter hizo sitio en el armario para la ropa de Stiles y eso le hizo sentir un hormigueo de felicidad. Era algo casi simbólico, Peter le estaba haciendo un hueco en su vida.

Stiles pasó las cuatro semanas siguientes en la casa de los Hale siendo mimado por toda la familia. Al parecer a ellos no les importaba que fuera un omega sin emparejar ni que su hijo fuera el de un demonio. Estaban felices por Peter y como Stiles era la raíz de esa felicidad le colmaban de atenciones. ¡Incluso le hicieron una fiesta del bebé! Stiles lo agradeció aunque se sintió algo abrumado.

Los únicos momentos en que Peter le dejaba solo, era para ir a su apartamento y preparar la habitación para el bebé, o eso decía. No había sucedido nada entre ellos todavía más que tiernos besos, Peter respetaba que en ese momento Stiles estaba demasiado preocupado por su hijo como para pensar en nada más, pero los cariñosos abrazos y pasar el rato tumbados en la cama juntos viendo una película era más que suficiente para ambos.

Peter estaba a su lado, sosteniendo su mano cuando dio a luz. No era un monstruito con cuernos y cola o cualquier otra cosa. Cuando Stiles lo tomó en brazos no pudo ver más que a un bebé normal, quizá con unos ojos algo más brillantes que unos ojos humanos. No podía contener una gran sonrisa mientras pinchaba aquellas rechonchas mejillas y Peter acariciaba sus oscuros cabellos.

Nathan. Se llamará Nathan—lo tuvo claro nada más verlo.

Me parece perfecto—respondió Peter y les dio un beso en la frente a ambos.





Tres años más tarde.

Papápapápapá—Nathan fue corriendo a la puerta tan pronto como escuchó el coche de Peter aparcar frente a la casa. Esperó en la puerta dando saltos hasta que Peter la abrió y se lanzó sobre él—. Papi ya ha terminado el libro y ahora puede tomarse unas vacaciones y si te tomas unos días libres podemos irnos de vacaciones y papi ha dicho que podemos ir a un parque de atracciones-

Nat, Nat, respira, recuerda respirar cuando hables—le dijo Peter riendo, en eso había salido completamente a Stiles.

Nathan respiró hondo varias veces de forma exagerada y después continuó con más calma.

¿Podrás cogerte vacaciones?—le preguntó con expresión de súplica.

Por supuesto, ya me tocan varios días.

Nathan gritó emocionado y saltó de los brazos de su padre para ir a la cocina.

Papi, papi, papá dice que podrá cogerse vacaciones. ¡Podremos ir al parque de atracciones!

Stiles dejó lo que estaba cocinando y se agachó frente a su hijo, su barriga de cinco meses dificultándolo un poco.

Qué bien, cariño. ¿Por qué no vas planeando en qué atracciones quieres montarte primero?

¡Sí!—exclamó entusiasmado. Se dio media vuelta y subió a su habitación, donde ya tenía un plano del parque de atracciones.

Peter entró en la cocina y sonrió a su esposo. Le dio un largo beso con sus manos acariciando el bulto en su vientre.

Así que has terminado el libro, ¿contento con el final?

El mejor que le podía dar—asintió Stiles con la cabeza.

Bien, parece que ahora toca viaje familiar.

Stiles sonrió de oreja a oreja, tanto como su hijo.

Nat está como loco, no podríamos sacárselo de la cabeza ni con sacacorchos.

Y tampoco querrían hacerlo. Nathan era su vida, aunque pronto compartiría su amor con un hermanito o hermanita. El pequeño tenía la apariencia de un humano corriente, pero para sus tres años de edad parecía tener ya cinco. Era inteligente y más rápido y fuerte que cualquier niño de su edad. También había demostrado poseer alguna clase de poder mágico que aún no eran capaces de identificar y mucho menos controlar por lo que no habían tenido más remedio que educarlo en casa, pero Stiles estaba encantado de pasar tanto tiempo con su hijo, compaginando las clases con las novelas que había comenzado a escribir. Y con Peter a su lado, apoyándolo cuando quiso tener otro hijo aunque eso significara inseminación artificial y cuidando de ellos con la fiereza de un lobo, no podía pedirle nada más a la vida, era simplemente perfecto.

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