Título: Suite
Fandom: Jurassic World Pareja: Owen Grady x Zack Mitchell
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, LGBT
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 1
Resumen: Desde su primera visita a Jurassic World, Zach se ha pasado todos los veranos trabajando allí, aunque su motivación no es precisamente los dinosaurios.
Nota: la catástrofe de Jurassic World nunca sucedió.
* * * * *
Después
de las primeras vacaciones en Jurassic World, los hermanos Mitchell
habían regresado todos los veranos. Desde el segundo año, Zach
había comenzado a trabajar como ayudante en varias zonas del parque
y estaba encantado. Lo que más le gustaba era poder pasar el tiempo
libre en el recinto de los velociraptores. Esas criaturas eran
magníficas, pero no iba a mentir, lo que más le atraía era el
entrenador. Antes ya tenía la sensación de que las chicas no eran
para él, pero después de conocer a Owen Grady lo había tenido
claro.
Este
era ya el cuarto año que iban y se sorprendió al entrar en su
habitación de hotel. Normalmente tenían una habitación normal
compartida, pero esta vez era una suite con una sala de estar y dos
habitaciones separadas.
—Wow,
¿a qué viene esto?—preguntó Gray sorprendido. Dejó su maleta y
echó un vistazo a ambas habitaciones y al cuarto de baño
compartido.
—No
lo sé, la tía debe de haberse sentido especialmente generosa—era
genial, pero no le interesaba particularmente. Ardía de ganas por
ver a Owen y no podía esperar más—. Hey, te las arreglas solo,
¿no?
—Sí,
claro.
—Vale,
voy a ver qué trabajo me encuentran—salió a toda prisa del hotel
y fue directamente al recinto de los raptores.
Barry
le saludó y le dejó entrar a la zona de empleados. Owen estaba en
el puente, dándole órdenes a las chicas. Estaba tan atractivo como
el año anterior y seguía siendo igual de fascinante verle trabajar
como el primer día. Sin duda era un líder nato, un alfa, exudaba
carisma por todos los poros de su cuerpo. Y su sonrisa... su sonrisa
era probablemente lo que más le gustaba después de aquellos
traviesos ojos que podían conquistar a cualquiera. Al principio,
había tenido miedo de que tuviera una relación con su tía, pero en
los meses que había estado allí no había oído nada sobre ellos y
sus interacciones siempre habían sido formales. Aún tenía algo de
esperanza, incluso si era casi imposible que un hombre así se fijara
en un chaval como él.
—Hey,
ya estás aquí. ¿Cómo ha ido la universidad este año?
Zach
se sobresaltó, se había quedado ensimismado pensando en el
entrenador.
—B-bien,
todo aprobado. ¿Tienes algún trabajo por aquí que pueda hacer?
—¿Acabas
de llegar y ya quieres ensuciarte las manos? Qué diligente—rio y
Zach sabía que se estaba ruborizando, pero no podía dejar de
mirarle—. ¿Te gustó la suite?
—Espera,
¿ha sido cosa tuya?—preguntó sorprendido.
—No
ha sido para tanto. Necesitas un buen sitio para descansar con todo
lo que trabajas aquí en lugar de disfrutar de tus vacaciones.
Parecía
una excusa, pero Zach no lo mencionó. Owen debía de tener sus
propios motivos.
—Pues
gracias. Entonces debería ponerme a trabajar para ganármela.
—Adelante,
Barry te dará algo que hacer. ¿Nos vemos esta noche para
cenar?—preguntó alejándose ya.
—¡Claro!
No le
faltó el trabajo en cuanto se puso a ello, pero lo hacía con
entusiasmo pensando en la cena de esa noche. Se cruzó con Gray un
par de veces, el chico estudiando a los dinosaurios con tantas ganas
como siempre, ahora con vistas a una futura carrera. Cuando su
hermano pequeño le preguntó si le había pasado algo bueno, Zach
supo que tendría que aprender a disimular mejor.
Esa
noche, los dos hermanos se reunieron con Owen y su tía en uno de los
restaurantes. Claire apenas terminó de cenar antes de irse con
prisas como siempre por algún asunto del parque, pero Owen se quedó
con ellos hasta que terminaron.
—Os
acompaño al hotel—les dijo cuando salieron del restaurante.
Colocó
una mano en la espalda de Zach y no la apartó. El chico podía
sentirse ruborizar, estaba nervioso y no sabía por qué. Sentía que
algo estaba por suceder. Cuando estaban llegando al hotel, Owen se
inclinó para susurrarle al oído.
—¿Quieres
que os acompañe a la habitación?—le preguntó en un tono íntimo
que no podía confundirse con la forma en que un simple amigo lo
preguntaría. O quizá tan solo era una ilusión producida por sus
fantasías.
—S-sí,
eso... sí—era la única respuesta posible.
Subieron
a la habitación y Gray se metió enseguida a su habitación, dándole
un golpecito en el brazo a su hermano. Dios, ese niño sabía más de
lo que debería.
—¿Quieres
tomar algo? No tenemos alcohol, pero... ¿zumos, refrescos?—preguntó
nervioso.
—Zach—Owen
lo agarró por los hombros y lo apartó del minibar—. Tengo que
hablar contigo de algo. He estado esperando mucho para poder hacerlo.
Oh,
no. Oh, no. Estaba pasando. ¡Oh, sí! ¿O tal vez no era lo que
imaginaba? Tal vez no tenía nada que ver y lo estaba
malinterpretando. Mejor no decir nada no sea que quede en
ridículo.
—Creo
que ya eres lo bastante mayor para decir que no si no quieres y no
creo que pueda pasar otro verano viéndote ir de acá para allá sin
ser capaz de... bueno. Lo que quiero decir es que... joder, tu tía
va a matarme. ¿Quieres salir conmigo?
Hubo silencio, un largo y profundo silencio. Zach se quedó mirándole
con la boca abierta. No estaba seguro de haberlo oído bien. ¿Owen
le acababa de pedir que fuera su novio? ¿Le gustaba al entrenador de
velociraptores? Tenía que estar soñando.
—Está
bien, no te preocupes, esto no tiene por qué cambiar nada, podemos
seguir como amigos—comenzó a decir Owen con repentino nerviosismo,
nada habitual en él, tomando el interminable silencio por una
negativa.
—¡No!
Yo- Sí, quiero salir contigo, por favor—respondió antes de perder
la oportunidad.
—Ah...
¡Genial! Oh, por un momento me habías asustado. No sabes cuánto me
alegro—suspiró aliviado y apoyó la cabeza sobre su hombro.
Zach se puso tenso por un segundo, pero enseguida se relajó y rodeó
los hombros de Owen con un brazo.
—Qué
tal si... ¿nos sentamos?—sugirió el chico, más por el temblor de
sus piernas que otra cosa.
—Sí,
claro—Owen le sonrió, aquella magnífica sonrisa, y Zach no pudo
evitar corresponder.
Desde esa noche, su relación comenzó de forma lenta pero segura. Y
en secreto. No querían que Claire se enterara, al menos no por el
momento, aquello podía terminar en tragedia. Gray sí lo sabía, por
supuesto. No había tardado nada en darse cuenta. Y Barry, quien los
había visto besándose más de una vez en el recinto de los
velociraptores.
Llegó el momento, unas semanas más tarde, en que terminaron en la
cama de Zach. Hasta entonces tan solo se habían besado y acariciado
un poco por encima de la ropa, pero era inevitable que fueran a más,
¿no? Zach estaba tumbado sobre Owen, compartiendo un húmedo beso, y
por él podía permanecer así toda la vida. Entonces, Owen comenzó
a deslizar la mano por su costado hasta llegar a los pantalones y
deslizó la mano dentro. Zach sintió náuseas de inmediato. Intentó
resistir, pero acabó apartándose hasta el borde de la cama.
—Lo
siento, perdona, no tenemos que hacer nada si no quieres, puedo
esperar lo que haga falta—le aseguró Owen levantando ambas manos y
con expresión preocupada.
Zach se sintió mal, no era culpa de Owen y sabía que se estaría
sintiendo culpable por él.
—N-no
es... Lo siento, es culpa mía, no creo que pueda hacerlo nunca, por
mucho que esperes—le dijo avergonzado.
—¿Por
ser un hombre? Creía que-
—No,
no, eso no tiene nada que ver. Me gustan los chicos, pero la idea de
tener... sexo, aunque sea yo solo, me pone enfermo. Siempre ha sido
así, incluso con las chicas. Lo siento, me es imposible hacerlo.
Quería, de verdad, quería poder hacerlo contigo-
—Zach,
Zach—Owen lo agarró por ambos brazos y lo sacudió con suavidad
para ganarse su atención. El chico había estado a punto de un
ataque de pánico—. Eres asexual, lo entiendo—le dijo con calma.
Zach le miró con sorpresa y parpadeó varias veces. Era un poco
difícil procesar sus palabras. Había sido difícil comprender lo
que era cuando al fin lo había averiguado años atrás. La mayoría
de la gente ni siquiera sabía lo que era, pero Owen sí, Owen lo
entendía. Sentía sus ojos arder con lágrimas. Era un alivio
increíble quitarse ese peso de encima, pero aún tenía miedo de ser
rechazado.
—Y...
y qué...—no se atrevía a preguntarlo, no quería que aquello
acabara, no quería perder a Owen, nadie le había hecho sentir tan
feliz nunca.
—No
me importa, el sexo no es imprescindible. Te quiero, Zach, tal como
eres—le aseguró con tanta sinceridad en su mirada que las lágrimas
finalmente brotaron de sus ojos—. Y, además, tengo dos manos para
apañármelas, no necesito más.
Zach resopló una risa y se abrazó a Owen, ocultando el rostro en su
cuello. Los brazos de su novio lo envolvieron al instante.
—Yo
también te quiero—susurró aliviado.
Owen le dio un beso en la cabeza y acarició su espalda hasta que se
tranquilizó. La habitación estaba en silencio y la tensión, la
ansiedad y el miedo iban desapareciendo poco a poco.
—Necesito
preguntarte algo—habló Owen sin levantar apenas la voz—. Los
besos que nos damos o dormir tan solo abrazados, ¿te sientes bien
con eso?
—Sí,
sí—se apresuró en responder. No quería que esa parte de su
relación terminara, nunca—, me encantan los besos y me encanta
acurrucarme contigo. Es perfecto.
—Me
alegro—respondió Owen con una sonrisa—. Entonces haremos eso y
si en cualquier momento te hago sentir incómodo con algo, lo que
sea, no dudes en decírmelo. Yo solo quiero que seas feliz.
—Owen...—suspiró,
correspondiendo a su sonrisa—. Me haces muy feliz.
Permanecieron abrazados en la cama hasta que se quedaron dormidos sin
darse cuenta. No era necesario nada más, el cariño que se
transmitían con un abrazo era más que suficiente para ellos.
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