Título: Transparente
Fandom: Teen Wolf Pareja: Steter
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: TP Advertencias: muerte temporal
Capítulos: 1
Resumen: Resulta que cuando te conviertes en un fantasma los recuerdos se vuelven difusos al igual que el tiempo. Stiles no recordaba cómo había muerto, ni tampoco sabía por qué permanecía atado a su casa.
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Resulta
que cuando te conviertes en un fantasma los recuerdos se vuelven
difusos al igual que el tiempo. Stiles no recordaba cómo había
muerto, ni tampoco sabía por qué permanecía atado a su casa en
lugar de pasar al otro mundo o lo que fuera. Veía a su padre (porque
sabía que era su padre, pero a veces olvidaba su nombre... Noah, sí,
eso era) beber hasta quedarse inconsciente noche sí y noche también.
Había perdido su trabajo y vivía a base de alcohol y comida
encargada y precocinada. Algunos días iba a visitarlo Scott (sabía
que se llamaba Scott porque así lo llamaba su padre), que al parecer
había sido su mejor amigo, eso creía, y una mujer de pelo rizado
negro le llevaba comida. No sabía exactamente con qué frecuencia
porque se formaban demasiadas lagunas en su mente. Se sentaba frente
a la ventana viendo a la gente ir a trabajar por la mañana y de
pronto ya era de noche. Era como si el tiempo saltara. Otras veces,
los recuerdos desaparecían. Lo sabía porque estaba seguro de que su
padre había comido ayer, pero no recordaba verlo. En otros momentos,
el mundo se veía borroso, como a través de un cristal empañado. En
esos momentos sus movimientos eran lentos al igual que sus
pensamientos. Algunas veces una chica pelirroja (podía recordar que
no le gustaba que la llamaran pelirroja, pero no recordaba su
nombre), iba también a visitar a su padre y por algún motivo sentía
la necesidad de ocultarse de ella. Tampoco sentía buenas vibraciones
del ayudante del sheriff que iba de vez en cuando y limpiaba la casa,
aunque no tenía la necesidad de ocultarse de él.
La
verdad era que Stiles no entendía por qué seguía allí, qué
propósito tenía aquello. Era agotador, estresante, desgarrador.
Odiaba las lagunas en su memoria, odiaba aquella no-vida. Ni siquiera
podía dar un paso fuera de su casa, era como si una barrera lo
detuviera, como la ceniza de serbal para los hombres lobo. (¿Eran
reales o solo alguna afición que tenía antes? Dado que él mismo
era un fantasma ya no estaba seguro).
Una
noche (no sabía cuánto tiempo había pasado desde su muerte), la
ventana de su habitación se abrió y un hombre entró por ella. Se
le hacía familiar, despertaba en él alguna clase de sentimiento al
que no podía ponerle nombre. Sus ojos brillaban azules de una forma
inhumana. Caminó alrededor de la habitación, observándola sin
encender la luz. Cogió una pelota de lacrosse y la olfateó como un
perro. Se sentó en el suelo de la habitación y sacó de una mochila
(Stiles no se había fijado en ella, a veces era difícil fijarse en
los detalles) un bol y varios tarros con especias, o eso parecían.
Mezcló las especias en el bol y colocó la pelota sobre ellas para
después prenderle fuego murmurando unas palabras que no llegaba a
entender.
—Stiles.
Por
un momento creyó que simplemente le llamaba como su padre lo hacía
a veces, pero sus ojos azules se fijaron en los suyos directamente,
como si fuera capaz de verle. Y lo era.
—Puedes...
puedes verme.
—Y
oírte, sí—respondió con una sonrisa que parecía demasiado
triste para poder llamarla sonrisa.
—¿Cómo?—preguntó
confuso. Era la primera vez que podía interactuar con alguien.
—Un
hechizo.
—¿Eres
un brujo?—preguntó Stiles sorprendido.
El
hombre se quedó mirándole un momento desconcertado.
—¿No
me recuerdas?
—Recuerdo
poco de mi vida, tampoco mucho de mi muerte. Todo está como...
envuelto en niebla—le explicó, sentándose en el suelo frente a
él.
—Soy
Peter. Soy un hombre lobo, no un brujo. Antes éramos... amigos.
—Wow,
era amigo de un hombre lobo, eso debía de ser bastante
cool—probablemente debería estar más sorprendido, pero tal
vez no era capaz de emociones más intensas.
—Era...
entretenido. También causó tu muerte—intentaba mantener un tono
neutro, pero Stiles podía sentir la tristeza.
—¿Tú
me mataste?
—No,
claro que no. Fueron cazadores. Venían a por nosotros y también
fueron a por ti por correr con monstruos—quizá era su imaginación,
pero por un momento creyó ver colmillos en lugar de dientes.
—No
pareces un monstruo.
Aquel
hombre (¿Peter era?) sonrió tristemente.
—Tú
me ayudaste a no serlo. Ahora es mi turno de ayudarte a ti.
—¿Vas
a ayudarme a cruzar al otro lado o lo que sea?
—No,
voy a resucitarte—sentenció con tanta rotundidad que Stiles por un
momento lo creyó cierto.
—Eso
es imposible—respondió con una risa.
—Yo
lo hice, resucité después de que me mataras junto a unos amigos—le
dijo como si no fuera nada.
—¿Y
después de eso seguimos siendo amigos?—preguntó boquiabierto.
—Algo
así. Ahora, tenemos que encontrar la mejor forma de resucitarte. Mi
primera opción sería ocupar otro cuerpo.
—¿Poseerlo?
¿Y qué sería del alma o lo que sea en ese cuerpo?
—Tendríamos
que deshacernos de ella para que no te diera problemas—respondió
como si nada.
—Eso
sería como asesinar. No quiero resucitar así.
—Lo
suponía. Mi segunda opción sería ocupar un cuerpo clínicamente
muerto. Ya no tienen alma, lo que es un pro, pero habría que
encontrar uno que no estuviera demasiado dañado para que no te
resultara difícil recuperarte y... no podrías seguir siendo humano.
—¿Qué
quieres decir?
—Para
poder recuperarte de un estado como ese necesitarías la capacidad de
regeneración de un hombre lobo. Tendría que convertirte en uno.
—No
parece algo tan malo—comentó inclinando la cabeza hacia un lado
pensativo.
—Antes
eras muy reticente a dejar de ser humano—le dijo con una sonrisa,
parecía estar recordando algo.
—Bueno,
no es la misma situación. No dejaría de ser humano, dejaría de
estar muerto—respondió encogiéndose de hombros.
Aquel
hombre sonrió de verdad, de algún modo Stiles sabía que esa era su
sonrisa sincera, y sus dedos se contrajeron como si quisiera tocarle.
—Entonces
me pondré en marcha con los preparativos. Volveré cuando esté todo
listo.
Ese
hombre se levantó, recogió sus hiervas, dejó la pelota y se
dirigió a la ventana, mirándole una última vez antes de marcharse.
Stiles sintió un vacío extraño, algo que no sentía cuando otras
personas, ni siquiera su padre, se iban. Hasta que lo olvidó como
tantas otras cosas.
Ese
hombre volvió tiempo después (no sabía cuánto tiempo, no
recordaba ni su nombre) y esta vez sus ojos brillaban rojos. Un
escalofrío lo recorrió cuando le miró, o lo habría hecho si eso
fuera posible.
—Ya
es hora, he encontrado el cuerpo apropiado y ya le he dado el
mordisco. Tenemos que ir al hospital—le dijo.
—Pero
no puedo salir de esta casa.
El
hombre lobo (¿era eso?) cogió la pelota de lacrosse y la sostuvo
frente a él.
—Aférrate
a ella con todas tus fuerzas.
Stiles
miró la pelota confuso, pero le hizo caso. No sabía por qué lo
hacía, solo que tenía que hacerlo. Envolvió la pelota con ambas
manos aun sin poder tocarla y sintió que su espíritu se adhería a
ella. Su mente se quedó en blanco como tantas otras veces y cuando
reaccionó estaba en la habitación de un hospital. Podía
reconocerla por la cantidad de máquinas que rodeaban el cuerpo de un
hombre. Era joven, de pelo castaño y piel pálida.
—No
tendrás tus lunares, pero no estarás mal. Aunque habría preferido
tu cuerpo original, pero no hay otro remedio—murmuraba el hombre
observando el cuerpo. Se giró hacia Stiles y le miró con expresión
seria. ¿Eso era miedo?—. Entra.
Stiles
no sabía qué hacer, pero al parecer su alma sí. Se sintió atraído
hacia el agujero negro que era aquel cuerpo, como si estuviera
buscando ser llenado por otro espíritu, como si aún tuviera
energías para vivir.
La
siguiente vez que Stiles abrió los ojos, ya no estaba en medio de
una niebla. Todo era claro, el cristal se había desempañado. Todo
era real, se sentía real. Miró a su alrededor y vio las máquinas a
las que estaba enchufado, incluso si ya no las necesitaba. Peter
estaba a su lado. Peter, lo recordaba, era Peter, el hombre que era
algo más que su amigo incluso si no le habían dado nombre a lo que
eran. No habían tenido tiempo antes de que aquellos cazadores lo
mataran.
Peter
le quitó el tubo que bajaba por su garganta y apagó los monitores
antes de comenzar a desconectarlo de todos ellos.
—Peter...—jadeó
con voz ronca, una voz que no era la suya (ahora sí).
—Tranquilo,
vas a estar bien. La transformación ya ha terminado, pronto te
recuperarás del todo—le ayudó a levantarse de la cama y le puso
ropa que había traído consigo—. Tenemos que irnos rápido, antes
de que nos descubran.
—Gracias—Stiles
lo detuvo un momento y le miró a los ojos (ahora era un poco más
bajo que él)—. Gracias, Peter.
—Stiles...
Tú me salvaste la vida. Esa bala era para mí. Esto es lo mínimo
que podía hacer.
Stiles
le besó con labios que no eran los suyos, pero los de Peter lo eran,
eran los que recordaba y sabía que con su ayuda podría
acostumbrarse a este nuevo cuerpo y al lobo que ahora daba vueltas
contento dentro de él por estar con su alfa.
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