Título: Un Omega en la empresa Stark
Fandom: MCU Pareja: Tony Stark x Peter Parker
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omegaverse
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, Mpreg
Capítulos: 6 (5 de 6)
Resumen: Con su tía enferma, Peter necesita conseguir un trabajo para pagar el tratamiento, pero es un omega y menor de edad así que debe mentir para conseguirlo. Consigue entrar en la empresa de mensajería de Stark, pero un incidente con un hombre puede ponerlo todo en peligro.
Capítulo 5
Debido a su interés previo por el chico, el encargado le informó
cuando renunció al trabajo. Tony intentó llamarle para saber qué
había pasado, pero no recibió respuesta. No le sorprendió ni le
preocupó mucho, sospechaba que la tía había descubierto lo que el
omega había estado haciendo y se había encargado de que no pudiera
repetirlo, no era de extrañar. Era una lástima no volver a tener
sexo con el chico, tenía un trasero fantástico, pero había muchos
omegas con los que podía sustituirle.
No pensó mucho en él, al principio. Era fácil encontrar omegas con
un cuerpo incluso mejor que el suyo, con más experiencia y con los
que podía experimentar más cosas sin preocuparse por ellos. Sin
embargo, no podía hablar con ellos, no del modo en que lo hacía con
Peter. El taller y el garaje volvían a ser solo suyos. No entraba y
se encontraba al omega terminando o mejorando alguno de sus inventos
o inclinado sobre el motor de uno de sus coches. Había sido muy
entretenido enseñarle mecánica y el chico aprendía con
sorprendente rapidez, era realmente intuitivo.
Pero Peter ya no estaba allí y Tony podía encontrar sustitutos para
él, al menos en las cosas que importaban. (En la mayoría). (El sexo
seguía siendo bueno, genial). (No necesitaba a nadie más en su
taller).
No estaba preparado (¿preparado para qué exactamente?) cuando unos
meses después se encontró a Peter en una feria de muestras en Los
Ángeles a la que había acompañado a un cliente. Vio su rostro con
expresión triste entre la multitud, mirando algo que sostenía en
sus manos. Se preguntó por qué estaría tan decaído. (¿Estaba
solo? ¿Estaba con alguien?). Miró a su cliente, quien estaba
bastante entretenido con las explicaciones de una azafata sobre el
producto que le había interesado y al que Tony no había prestado
atención. Decidió que no se daría cuenta de su ausencia por unos
minutos y comenzó a caminar entre la corriente de personas hacia el
stand donde había visto al omega. Vagamente se percató de que se
trataba de una tienda de productos infantiles.
Cuando al fin llegó junto a él, esquivando a las últimas personas,
abrió la boca para saludarle de forma casual, pero la cerró de
golpe al ver el prominente bulto de su barriga.
—¡¿Qué
demonios?!—exclamó sin dejar de mirar fijamente su vientre.
Peter dejó caer el jesusito que estaba sosteniendo y se llevó las
manos a la barriga de forma protectora. Había una expresión de
pánico en su rostro y parecía un cervatillo a punto de echar a
correr. Antes de que pudiera hacerlo, Tony lo agarró del brazo.
—¿Es
mío?—preguntó casi con un siseo.
Peter no respondió, temblaba con la cabeza gacha y estaba a punto de
echarse a llorar. Eso era respuesta suficiente para Tony.
—¿Por
qué me lo has ocultado? ¿Por qué-? Es mi hijo, no tienes derecho-
¿Te fuiste por eso?
No
podía controlar su tono de voz y la gente a su alrededor estaba
observándolos. Necesitaba sacar al omega de allí, tenía que
llevárselo y... Dios,
estaba embarazado. Iba
a tener un hijo y no se habría enterado si no se hubiera cruzado con
él por casualidad. Se dio la vuelta y arrastró al omega consigo sin
soltarle el brazo. Nadie se lo impidió, asumiendo que era su omega.
(Y lo era, Peter era suyo, de nadie más).
Cuando
llegaron a su coche en el aparcamiento, Tony abrió la puerta del
pasajero y le hizo entrar antes de subirse por el otro lado. Peter no
dijo nada cuando arrancó el coche, seguía temblando y abrazaba su
enorme barriga. Joder,
debía de estar de... ¿cuánto? ¿Siete meses? ¿Ocho? No podía
creerlo. ¿Cómo había podido ocultárselo? Estaba tan furioso que
veía rojo. Arrancó el coche y salió del aparcamiento a toda
velocidad. Tenía que llevárselo de allí, a un lugar seguro, a su
casa. Tenía que proteger a su omega. Marcarlo.
—T-Tony-
—¡Cállate!
Vendrás conmigo a Nueva York y te haré oficialmente mi omega. No
volveré a perderte de vista, no volverás a salir de casa.
Gritaba y golpeaba el volante y no vio el semáforo en rojo ni el
camión que se acercaba por la derecha.
Todo se puso en negro.
Despertó con el llanto de un bebé y segundos después se dio cuenta
de que provenía de un sueño. La habitación estaba en silencio y no
era su habitación en su casa de Nueva York ni la del hotel en Los
Ángeles. Era claramente una habitación de hospital. Había una vía
unida a su brazo y una máquina pitando de forma constante y estable.
Tardó un momento en recordar por qué se encontraba allí. Había
ido a una feria de muestras con un cliente, algo que realmente no le
interesaba, pero quedaría bien. Entonces se había encontrado con
alguie-
Peter.
¡Se había encontrado con-!
—Oh,
dios mío.
De repente todos los recuerdos de aquel momento regresaron a su mente
con la misma intensidad con la que el camión había chocado contra
ellos. Los pitidos del aparato se aceleraron. Intentó levantarse,
pero en segundos aparecieron unas enfermeras y antes de darse cuenta
tenía a cuatro personas sujetándolo a la cama. Se sintió
relajarse, su mente algo nublada por lo que fuera que le hubieran
inyectado a través de la vía.
—Señor
Stark—se dirigió a él un hombre canoso en bata blanca con una
carpeta en la mano—. ¿Sabe dónde se encuentra?
—En
un hospital—respondió sintiendo su lengua pesada e hinchada en su
boca.
—Así
es. Sufrió un accidente de coche. ¿Qué es lo último que recuerda?
—¿Dónde
está mi omega?—preguntó en lugar de responder.
El doctor apretó los labios y miró de reojo la carpeta en sus
manos, reticente a responder.
—Dios,
¿está vivo?—no podía ser, no podía ser, no, no, no, no podía-
—Está
vivo, pero resultó gravemente herido.
—¿El
bebé?—estaba aterrado porque no podía perder a su hijo cuando
apenas había descubierto que lo tenía.
—Se
encuentra bien, está sano a pesar de haber sido prematuro—respondió
con algo más de facilidad.
—¿Prematuro?
¿Quiere decir...?
—Tuvimos
que inducir un parto por el bien de ambos. Su hijo tendrá que pasar
unos días en la incubadora, pero no ha sufrido ningún daño a causa
del accidente. Podrá llevárselo a casa en unos días.
—¿Y
a Peter?
—¿Ese
es su nombre? No pudimos encontrar su documentación-
—Respóndame—exigió,
intentando incorporarse en la cama.
—Por
favor, no se mueva—le pidió, acercándose a él y sujetándolo por
los hombros—. Sus heridas no son graves, pero necesita descanso. En
cuanto a su omega... me temo que se encuentra en coma y no podemos
saber cuándo despertará, si lo hace.
—¡¿Cómo
que si lo hace?!—el monitor estaba pitando de nuevo como loco a
pesar del sedante que le habían dado.
—En
estos momentos solo podemos esperar, hemos hecho todo lo que
podíamos.
Momentos después una enfermera entraba en la habitación para
inyectarle otra dosis de sedante que lo dejó dormido.
Tony fue dado de alta dos días después. Lo primero que hizo fue ir
a ver a su hijo. Había tenido que dar muchas explicaciones cuando
habían descubierto que no estaban emparejados, pero tras un análisis
de ADN había conseguido demostrar que era el padre del bebé y había
recibido su custodia. No pudo evitar llorar cuando lo vio por primera
vez. Era tan pequeño, tan frágil, totalmente calvo y con la piel
rosada y demasiado delgado.
Tenía los ojos de Peter, no había duda de eso.
Deseaba poder cogerlo en brazos, pero aún no era posible. Sus manos
temblaban mientras lo acariciaba a través de los agujeros de la
incubadora. Era su hijo, su precioso hijo, y había estado a punto de
acabar con su vida. Nunca se lo perdonaría.
Fue más difícil reunir el valor para ver a Peter. Su corazón quedó
destrozado cuando lo vio dormido en la cama, tan pálido y con tantas
heridas. En coma. El camión había destrozado el lado del
acompañante. Había sido un milagro, según palabras de una
enfermera, que el bebé saliera ileso, que Peter aún estuviera vivo.
Aquello era culpa suya, tantas cosas eran culpa suya. No sabía por
qué Peter se había marchado sin decírselo, pero estaba seguro de
que también era culpa suya. Tenía que corregir sus errores incluso
si Peter ya no despertaba para perdonarlo (y siempre mantendría la
esperanza de que lo hiciera).
En los días posteriores lograron contactar con la tía de Peter y
Tony estaba seguro de que la ira de la mujer habría sido mucho mayor
de no ser por el estado tan demacrado en que la había dejado el
cáncer. No fue fácil convencerla (y se avergonzaba de haber usado
el nombre de Peter para ello) de que aceptara recibir tratamiento
para su enfermedad. Comenzó con el tratamiento en ese mismo hospital
en cuanto aceptó, Tony se encargaría de todos los gastos. Alquiló
una casa para ambos lo más cerca posible del hospital hasta que
fuera seguro trasladar a Peter y al bebé hasta Nueva York, aunque
ninguno de los dos pasaba mucho tiempo en ella, permaneciendo día y
noche en el hospital junto a Peter o al bebé en aquellas incómodas
sillas.
La espera no fue fácil, solo se hizo un poco más llevadera cuando
al fin fueron capaces de sostener en brazos al bebé (y tenían la
esperanza de que Peter despertara antes de tener que ponerle nombre).
Noooooo.... novio... yo quería saber lo que pasó con Peter esos meses y que el maldito Stark sufriera
ResponderEliminarYo también quiero que sufra. Se lo merece, ni siquiera puedo sentir pena por él o algo. No fue capaz de buscarlo o hacer algo, es un imbécil.
ResponderEliminarOhhhhh, semejante giro en la historia.
ResponderEliminarEspero con ansias el ultimo capitulo :)