Título: En una lejana luna
Fandom: Teen Wolf/Marvel Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski, Loki & Stiles
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia, bestiality
Capítulos: 4 (4 de 4) FIN
Resumen: Cuando Stiles descubre que Loki es su padre, no acude a él de inmediato, primero investiga porque así es como trabaja. No ha sobrevivido tanto tiempo precipitándose. No sabe cómo reaccionará Loki a su presencia (tampoco los Vengadores, pero ellos no son importantes), aun así, con su madre muerta él es la única familia que le queda y, más importante aún, es alguien de quien puede aprender, sobre el mundo y sobre sí mismo. Con esta búsqueda de conocimiento conseguirá más de lo que esperaba.
Capítulo 4
Procrear.
Esa era la siguiente fase del cortejo. No procrear, claro, sino
comprobar que ambos eran compatibles físicamente. Normalmente no se
hacía de ese modo, mientras uno de los dos estaba prácticamente en
celo, pero este cortejo no tenía nada de típico, empezando porque
Stiles era un mestizo y Peter no era un kitsune.
Pasaron las horas que quedaban hasta hacerse de noche acurrucados en
un sofá de la biblioteca. Peter estaba cada vez más al límite, no
era capaz de apartar sus manos de Stiles e incluso había gruñido a
varias personas que habían pasado cerca de ellos. Loki se había
dado media vuelta tan pronto como los había visto. Desprendía un
olor intenso, picante, que tenía a Stiles medio duro todo el rato.
Cuando comenzó a anochecer, Stiles agarró a Peter y lo sacó de la
biblioteca. En ese punto, Peter ya había dejado de ser verbal, tan
solo emitía gruñidos animales y era difícil caminar con él pegado
como una lapa. Stiles sabía qué hacer. No era parte del ritual
kitsune, pero sí del licos y quería darle eso a Peter después de
todo lo que había hecho por él.
Tan pronto como llegaron al límite del bosque, Stiles se apartó de
Peter (utilizando algo de fuerza) y echó a correr sin previo aviso
entre los árboles. A los pocos pasos se transformó y no tardó en
oír los pasos del lobo tras él. Sonrió emocionado.
Sus pisadas y sus jadeos eran lo único que se oía en el bosque, los
animales se habían escondido, asustados de los depredadores. La luz
de los satélites unidos iluminaba el bosque y una suave brisa
sacudía las ramas. Stiles podía sentir su corazón acelerándose,
latiendo potente en su pecho. La adrenalina de la caza (incluso si
ahora él era la presa) fluyendo por sistema. Los pasos de su
depredador retumbaban en sus oídos. Nada más existía. Estaba
ansioso, quería ser atrapado, pero también quería ofrecerle una
buena caza y su instinto animal le gritaba que huyera (que se diera
la vuelta y atacara). Era confuso, tantas emociones y deseos
contradictorios, pero le encantaba.
Escuchó un gruñido demasiado cerca y su corazón dio un vuelco. Fue
un shock cuando algo chocó contra él y rodaron juntos por el suelo.
Debería haberse sometido como una buena presa, pero pelear era
demasiado divertido. Los gruñidos de ambos se mezclaba entre los
árboles, zarpas rasgaban carne (no profundo, casi como una caricia
ruda), las mandíbulas chasqueaban sin nada entre sus colmillos. Se
revolcaban por el suelo entre la hierva y las hojas caídas, luchando
por quedar encima del otro. No era una noche cálida, pero sus
cuerpos ardían cada vez más. Finalmente el gran cuerpo de Peter lo
cubrió, separando sus colas y presionándolo contra el suelo, y sus
mandíbulas se cerraron alrededor de su hombro para inmovilizarlo. En
ese momento, toda lucha lo abandonó y Stiles se relajó de forma
instintiva, sometiéndose al fin al depredador.
El gruñido de satisfacción de Peter vibró por todo el cuerpo del
kitsune y se dio cuenta de que ya estaba duro por la emoción de la
persecución y la pelea. Un quejido involuntario salió de su
garganta. Peter comenzó a restregarse contra él, cubriéndolo con
su olor, marcando su territorio. Él también estaba duro. Stiles
gimió y separó las patas traseras, presionando su torso contra el
suelo. Lo necesitaba, no podía esperar más. Era una sensación
nueva y abrumadora, animal. Nunca había tenido sexo en esa forma y
no había esperado lo básico que era. No quería preliminares, ni
caricias, ni ternura; solamente quería ser penetrado, llenado. Y
Peter quería lo mismo.
Dolió al principio, la dura verga penetrándolo sin preparación,
sin lubricante. Sintió sus paredes rasgándose, pero no le
importaba, la necesidad era demasiado grande. Contoneó las caderas,
intentando conseguir más (más, más, más). Peter presionó contra
él, apretando su mordisco, forzándole a quedarse quieto. Quería
tener el control. El lobo comenzó a embestir sin tan siquiera
esperar a que se acostumbrara. Era brutal, sin ninguna delicadeza.
Justo lo que Stiles necesitaba.
No
tardó en sentir el nudo expandirse en su interior. Las embestidas se
convirtieron en sacudidas cuando ya no era capaz de sacar el miembro
de su interior. Ahora que Stiles ya no podía escapar, Peter soltó
su mordisco y lamió la sangre en su pelaje. Había un constante
gruñido que casi sonaba como un ronroneo de satisfacción. Stiles
emitía suaves gemidos mientras sentía el semen llenar su interior,
caliente y tan abundante.
Y no se detenía.
Perdió la noción del tiempo. Probablemente estuvieron casi una hora
unidos hasta que el nudo comenzó a disminuir. Cuando Peter sacó su
miembro, Stiles se quejó, lamentando el vacío que le dejaba. El
lobo se apartó y Stiles pensó por un momento que se marcharía, tal
vez a cazar algo, pero entonces sintió su lengua en su trasero,
lamiendo el semen que brotaba y penetrándolo como si quisiera
meterlo todo de nuevo dentro. Stiles gimió y se retorció,
arrastrándose en un intento de alejarse, pero Peter lo agarró con
sus zarpas por las patas traseras inmovilizándolo.
—Peter...—se
quejó, sintiéndose demasiado sensible.
Recibió un gruñido en respuesta y Peter volvió a estar sobre él.
Creyó que iba a follarlo de nuevo, pero en su lugar Peter comenzó a
lamerlo y a acicalarlo. Stiles se relajó y puede que se quedara
adormecido por un momento. Nadie había cuidado de ese modo de él y
algo dentro de Stiles reaccionaba de forma agradable, haciéndole
sentir cosas extrañas que apenas podía reconocer.
Peter no tardó en volver a montarlo y una vez más. Stiles apenas
era consciente de ello la última vez, el licos tenía mucha más
energía que él aquella noche. Cuando llegó la mañana, despertó
acurrucado con el lobo casi envolviéndolo. Definitivamente eran
compatibles. Incluso si no lo habían probado con cuerpos humanos, lo
que habían hecho era suficiente para convencerlo. Suspiró contento
y lamió el hocico de Peter. El lobo abrió los ojos y respondió del
mismo modo.
—Tengo
sueño y hambre—le dijo Stiles estirándose.
—¿Puedes
volver a tu forma humana?
—Sí,
pero no creo que pueda andar.
Peter se transformó primero, su cuerpo cubierto de tierra y sangre
(y otros fluidos) y algunos hierbajos enredados en su pelo.
—No
pretendía dejarte andar.
Stiles se transformó, una gran sonrisa adormilada en su rostro.
Peter lo cogió en brazos y le dio un beso en la frente,
acariciándolo con la nariz. Comenzó a caminar con él,
manteniéndolo abrazado cerca de su pecho.
—¿Cómo
te sientes?—le preguntó con un susurro, no queriendo romper el
momento íntimo.
—Contento.
—Me
refería físicamente, pero es bueno saberlo.
—Mi
cuerpo duele en lugares que no creía posible, pero ha merecido...
uh... ¿Qué me estás haciendo?—preguntó, sintiendo el dolor
dejar su cuerpo, como si le hubieran colocado de morfina.
—Descansa,
yo cuidaré de ti.
Eso fue lo último que oyó antes de quedarse dormido.
Cuando Stiles despertó, se encontraba en su cama en la cabaña.
Estaba solo, pero podía oír la voz de Loki en el piso de abajo. Se
estiró tentativo, calibrando el estado de su cuerpo. Sentía una
leve molestia que ni siquiera podía llamar dolor. Podía oler en su
cuerpo uno de los bálsamos que preparaba Loki, y entre eso y su alta
capacidad de curación ya había desaparecido lo más severo. Se
levantó con cuidado y observó su cuerpo completamente limpio. No
pudo evitar sonreír ante el cuidado con el que Peter se había
encargado de él. Tocó con la punta de sus dedos la marca aún
tierna en su hombro de los colmillos del lobo. Era la única señal
que quedaba en su cuerpo de lo que habían hecho y pronto
desaparecería también. Estaba algo impaciente por poder conseguir
una marca definitiva que jamás se borrara.
Entonces, escuchó la voz de Thor. Su cuerpo se puso en alerta antes
incluso de que lo hiciera su mente, puro instinto. La presencia de
Thor allí no podía significar nada bueno. Agitó una mano,
cubriendo su cuerpo con ropa, y bajó las escaleras como un vendaval.
Loki y Peter estaban el uno junto al otro al pie de las escaleras.
Thor se encontraba frente a ellos, pero no estaba solo. A su derecha
con su capa de Superman estaba Dr. Strange y a su izquierda el
Capitán con su traje y su escudo. Extendió sus sentidos y pudo
percibir tres personas más en el exterior de la cabaña, aunque no
era capaz de reconocer quiénes eran. Se trataba de algo serio y
estaba seguro de que no podrían salir de esta sin derramar sangre.
—¿Qué
estáis haciendo aquí?—preguntó a los intrusos, colocándose
junto a su padre.
—Hemos
venido a deteneros, a Loki y a ti—respondió el Capitán.
—¿Y
puedo saber por qué?
—Por
todos los delitos que habéis cometido y por el peligro que suponéis
para Asgard, Midgard y cualquier otro de los Nueve Reinos—declaró
Thor como si estuviera esgrimiendo toda la autoridad del universo.
Ese hombre siempre creía ser moralmente superior a los demás, lo
que él hacía siempre era lo correcto con una visión demasiado
viciada por el blanco y negro. Podía entender por qué Loki no lo
soportaba, tampoco era del agrado de Stiles.
—Preferiríamos
que os entregarais sin resistencia. No nos gustaría iniciar una
batalla, aunque hemos venido preparados para ello—añadió Steve
como una amenaza velada.
Esto
era malo, muy malo. El principal problema era Dr. Strange. Stiles no
tenía dudas de que, de no ser por él, podría arreglárselas para
derrotar a los otros, no percibía magia en ellos. Sin embargo, ese
hombre era poderoso y probablemente centraría toda su atención (y
odiaba admitir que no sabía cuál sería el resultado de aquella
pelea). Podía ver la tensión en los hombros de su padre y casi
podía sentir como si fuera suya la ira de Peter. Si la situación
hubiera sido otra, habría escogido escapar –planeando ya una
venganza, pero en sus propios términos–, pero Peter estaba allí,
Stiles quería
quedarse allí. Sabía cuánto quería Peter a su familia, a su
manada. Jamás podría arrebatarle aquello, ya había comenzado a
pensar en quedarse definitivamente allí, tan solo viajando junto a
Peter cuando fueran en busca de nuevos libros para la biblioteca. Y
permitir que se llevaran a su padre tampoco era una opción. No sabía
si Loki querría quedarse allí con ellos, pero, aunque no fuera así,
Stiles no iba a aceptar verlo encerrado, jamás. No quería escoger
entre su padre y su futura pareja, no quería hacerles escoger a
ellos tampoco. Tenía que encontrar la forma de derrotar a esos
hombres en una pelea, era la única opción.
—¿Con
qué autoridad venís a este reino exigiendo llevaros a nuestros
invitados?—intervino Peter cuando Stiles ya estaba acumulando magia
en sus manos para ser el primero en atacar.
—Ellos
son-
—No
habéis solicitado permiso para venir a nuestro mundo ni tenéis
ninguna legitimidad para llevaros a dos personas que están bajo
nuestra jurisdicción—continuó Peter ignorando la interrupción de
Thor—. Loki y Stiles están autorizados para permanecer en nuestro
reino cuanto deseen y, por lo tanto, están bajo nuestra protección.
Cualquier cosa que intentéis contra ellos, se considerará un ataque
contra este reino y nuestro ejército actuará en consecuencia.
¿Están dispuestos los Nueve Reinos a enfrentarse a un miembro de la
Federación y, en consecuencia, a toda la Federación?
—¿Qué
autoridad tienes para amenazarnos de ese modo?—preguntó Steve casi
siseando entre dientes, por su mal disimulada expresión confusa
seguramente ignorando lo que era la Federación.
—Soy
la Mano Derecha de la reina y el responsable de la seguridad de este
planeta y de las relaciones interplanetarias.
—Si
eres el responsable de la seguridad tendrás que entenderlo—Thor
avanzó un paso hacia él, sosteniendo con fuerza su martillo. Peter
no se vio lo más mínimo intimidado—, Loki es-
—Loki
es nuestro invitado y el padre de mi futura pareja. Una palabra mía
y ambos serán ciudadanos de pleno derecho de este reino. Cualquier
perjuicio contra él o contra Stiles y me lo tomaré como algo
personal.
Los dos Vengadores se miraron entre sí ante esa declaración con
expresiones de aún mayor sospecha en sus rostros. En ese momento, se
oyó movimiento fuera. Peter sonrió con demasiados dientes (no del
todo humanos) como para resultar amigable.
—Ahí
está nuestro ejército. ¿Y bien, qué será?
Mientras Strange permanecía impasible y sin intervenir
(probablemente lo había reclutado para pelear contra Stiles, pero no
quería involucrarse más de lo imprescindible), multitud de
expresiones pasaron por los rostros de los dos Vengadores: ira,
frustración, confusión... Por un momento, Stiles pensó que
atacarían y estaba preparado para ello. Quizá unos años atrás lo
habrían hecho, pero ahora eran más conscientes de las consecuencias
de sus actos. Los tres se dieron finalmente la vuelta y salieron de
la casa. Peter salió tras ellos, seguido de padre e hijo.
En el exterior de la cabaña se encontraban Clint, Natasha y un
hombre de pelo negro y brazo mecánico al que Stiles no conocía.
Estaban completamente rodeados por decenas de licos, muchos de ellos
gruñendo amenazantes. Los seis intrusos se reunieron, sus cuerpos
preparados para la pelea.
—Espero
que esta visita indeseada no vuelva a repetirse o la próxima vez
habrá consecuencias—les advirtió Peter con voz grave, casi de
lobo.
Strange abrió un portal y uno tras otro todos fueron pasando por él
hasta que solo quedó Thor. El semidiós se giró hacia ellos, miró
un momento a Loki con una expresión ilegible y después fijó sus
ojos en Peter.
—No
os daréis cuenta de lo que está tramando hasta que os haya
apuñalado por la espalda—le advirtió y cruzó el portal antes de
que este desapareciese.
La tensión en el claro frente a la cabaña tardó unos momentos en
relajarse. Loki suspiró aliviado y se quedó sin aire cuando Stiles
chocó contra él para un abrazo. Correspondió al abrazo de
inmediato, hundiendo el rostro en los cabellos de su hijo. No
esperaba esto, no esperaba que alguien se plantara frente a él para
defenderlo porque nunca había sucedido antes. Era difícil lidiar
con todas esas emociones aun cuando había mejorado mucho desde que
viajaba con su hijo, pero estaba seguro de que Stiles podía apreciar
lo agradecido que estaba aunque no fuera capaz de decir palabra.
Los licos comenzaron a dejar el claro a su alrededor hasta que solo
quedó Peter. Padre e hijo se separaron y Stiles se giró hacia su
pretendiente.
—Quiero
dejar claro que vuestra estancia aquí, incluso vuestra ciudadanía,
no depende de si me aceptas o no. ¡Huff!
Stiles se lanzó sobre él, rodeándole la cintura con las piernas y
tomando su rostro entre las manos.
—Eso.
Ha. Sido. La. Hostia—le dijo, puntuando cada palabra con un beso
por toda su cara—. Y por supuesto que te acepto, ahora
mismo—declaró con un último beso en los labios.
—Pero
el cortejo aún no ha terminado, aún falta proteger—replicó algo
aturdido.
—Acabas
de protegernos a mi padre y a mí—respondió con una brillante
sonrisa y otro beso.
—Pero
no he-
—No
necesito que luches por mí, soy muy capaz de hacerlo yo mismo, pero
necesitaba esto, necesitaba proteger a mi padre y al mismo tiempo
permanecer aquí porque no quería perderte.
—Me
habría ido contigo—le aseguró.
—Lo
sé—y realmente lo sabía y el hecho de que Peter estuviera
dispuesto a ello le daba aún más razones para aceptar—, pero no
quiero que hagas ese sacrificio por mí, no quiero que llegue un día
en el futuro que te arrepientas de nuestra relación por ello. Aunque
eso ya no sucederá porque me has dado justo lo que necesitaba. Y de
eso se trata, ¿no?
—Sí,
de eso se trata—había una suave sonrisa en su rostro, sincera y
llena de emoción, cuando besó de nuevo a Stiles.
La ceremonia fue... ostentosa porque Talia había conseguido
encargarse de organizarla. Peter era la Mano Derecha y la reina no
iba a admitir nada inferior para su hermano. Stiles no le prestó
mucha atención, inmerso en un libro que Peter le había regalado la
noche anterior con ese preciso propósito hasta que tuvo que caminar
junto a su padre hasta el altar, al que Peter llegaba junto a su
hermana. Ambos estaban en sus formas más animales, sentados en medio
de una pradera y rodeados por cientos de licos y miembros de la
biblioteca, la familia más directa en primera fila.
El miembro más anciano de la manada, un lobo de pelaje gris,
conducía la ceremonia. Tras una letanía a la que los contrayentes
apenas prestaron atención, sumergidos en los ojos ansiosos del otro,
intercambiaron un mordisco lleno de magia que dejaría una cicatriz
de por vida. Sintieron el vínculo entre ellos forjarse con un
estallido, intenso y ardiente. Desde ese momento eran más
conscientes el uno del otro de lo que lo podían ser de nada a su
alrededor. Finalizaron entonces la ceremonia consumando su unión
frente a todos entre vítores y aullidos.
Tras la ceremonia, se sirvieron ingentes cantidades de comida
mientras la pareja se acurrucaba, incapaces de separarse el uno del
otro. El vínculo era nuevo, fresco, y necesitaban todo el contacto
posible hasta que sus mentes se acostumbraran a no ser dos, sino uno.
Les llevó algo de tiempo, como a todas las parejas, pero tras un par
de apasionadas semanas ya estaban de vuelta a su rutina habitual.
Algunas cosas habían cambiado. Se habían mudado a otra casa más
grande y permanente. Loki vivía con ellos porque no tenía sentido
preocuparse por otra casa cuando apenas pasaban tiempo allí,
dedicando la mayor parte del día y muchas noches a la biblioteca. El
tema de permanecer en Licandor había surgido con algo de miedo por
parte de Stiles, no queriendo tener que separarse de su padre.
—Te...
¿Te quedarías aquí?—le preguntó tímidamente un día antes de
la ceremonia.
—No
hay ningún otro sitio en el que preferiría estar ahora mismo,
ningún otro en el que sea tan bien acogido—respondió su padre,
dejando el libro que estaba leyendo para prestarle toda su atención—.
No puedo prometer que me quede para siempre, pero este es ahora mi
lugar de referencia, el lugar al que volver.
Stiles suspiró aliviado, eso era todo lo que podría pedir. Él
también viajaría con Peter a otros planetas, tanto por motivos de
trabajo como para conseguir nuevos libros para la biblioteca, aunque
Licandor era ahora su hogar y permanecería allí más tiempo que en
ningún otro lugar.
Y eso no era lo único que había cambiado.
Pocos meses después de la ceremonia, Stiles acariciaba su barriga
redonda con una mano mientras sostenía un libro con la otra tumbado
en el sofá frente a una chimenea. El hechizo no había sido difícil
en absoluto dada su naturaleza y ya había realizado una
investigación antes incluso de aceptar la proposición de Peter. No
estaban seguros de en qué momento de esas dos semanas que pasaron
juntos tras la ceremonia sucedió, si fue en sus formas humanas o
animales (y realmente no importaba), pero ahora Stiles estaba
esperando dos bebés. Había más preguntas que respuestas sobre cómo
serían y ninguno de ellos estaba preocupado al respecto. Los
adorarían sin importar cómo fueran y pondrían el mundo a sus pies
si así se lo pedían.
Peter entró al salón y dejó en la mesa de café la bandeja con los
últimos dulces que había preparado para Stiles (porque, al parecer,
el azúcar era esencial para este proceso que consumía tanta energía
y tanta magia). Se arrodilló en el suelo junto al sofá y colocó
las manos sobre el redondo vientre.
—Hola,
peques—susurró reverente, acariciando con su mejilla la barriga.
—Van
a tenerte comiendo de la palma de sus manos, o patas—le dijo Stiles
con cariño, acariciando sus cabellos.
—Ya
me tienen. Haré lo que sea por ellos—declaró con total
sinceridad.
—Lo
sé—y Stiles no podía ser más feliz por ello.
—Y
por ti también—Peter se incorporó y presionó los labios contra
su marca en el cuello de su pareja.
—Lo
sé—repitió en casi un suspiro—. Y yo por ti.
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