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Un Omega en el Bus [cap2] FIN


Título: Un Omega en el Bus
Fandom: Agentes de SHIELD          Pareja: Mack x Fitz
Autor: KiraH69
Género: Slash, Yaoi, Alfa/Omega*          Clasificación: +18        
Advertencias: Lemon, Consentimiento dudoso
Capítulos: 2 (2 de 2)
Resumen: Fitz ha estado fingiendo ante todos ser un Beta gracias a diversos medicamentos, pero ahora tiene que dejar de tomar esta medicación y sale a la luz su naturaleza Omega. Para empeorarlo todo, inmediatamente le llega el celo alterando a los Alfas del Bus.
* Para más información sobre el universo Alfa/Omega, visita Omegaverso, una pequeña guía con los términos principales.


Capítulo 2


Cuando Mack despertó, por un momento pensó que todo había sido un sueño, pero enseguida sintió el calor de su compañero a su lado y su aliento sobre su pecho. Su respiración era tranquila, durmiendo profundamente. Lo vio tan relajado, con una expresión tan dulce, que no pudo evitar sonreír. Ojalá pudiera tenerlo así al despertar cada mañana, cada día durante el resto de su vida.
Pero no era correcto. Como dijo Coulson, técnicamente había sido una violación.
Le apartó con suavidad, intentando no despertarlo. Emitió un pequeño quejido, pero siguió durmiendo. Se levantó de la cama y lo cubrió con la sábana. Fue de inmediato al despacho de Coulson. No era siquiera primera hora de la mañana pero ya estaba allí.
—Tú…—Coulson lo supo nada más verle.
—Señor, anoche me acosté con Fitz—soltó antes de que su jefe le acusara de ello.
—Sí, puedo olerlo. ¿No recuerdas la conversación que tuvimos?
—Por supuesto que sí, y admitiré el castigo que se me imponga, cárcel incluida; pero diré en mi defensa que ningún alfa podría resistirse a un omega como él arrodillado frente a su puerta suplicando sexo, literalmente. Además, creo que él está enamorado de mí. Su olor… con toda la medicación que tomaba aún está difuso, pero… creo que es mi Alma Gemela.
—Todo eso no importa, Fitz ya no tiene elección después de haber sido anudado.
—¡No le anudé! Por supuesto que no lo hice—era difícil reconocer si se habían emparejado o no, sobre todo en el alfa, teniendo el olor del sexo tan fresco y presente en su cuerpo.
Coulson le miró en silencio durante un momento, con el ceño fruncido en una mirada preocupantemente amenazadora.
—Si después de esto Fitz decide denunciarte, haré que caiga sobre ti la pena máxima, te lo aseguro—era una advertencia seria, conseguiría que acabara en la cárcel si Fitz así lo quería.
—Y yo lo aceptaré, pero por ahora le ayudaré a sobrellevar el celo, sin emparejarnos. Si cuando pase el celo Fitz me acepta, entonces le haré mi pareja.
Coulson le observó durante otro momento eterno, sopesando las opciones que tenía. Un Fitz sufriendo el celo, rogando por sexo a cualquier alfa que se le acercase, no era lo mejor teniendo en cuenta todos los alfas que había en el Bus. Suspiró molesto, cerrando los ojos.
—Fuera de mi vista.
No esperó a que se lo repitiera dos veces, Mack salió volando del despacho. Regresó a toda velocidad a su dormitorio, esperando que Leo aún estuviera dormido y pudiera meterse en la cama y acurrucarse a su lado. Pero su cama ya estaba vacía. Miró a su alrededor en el pasillo, pero no había nadie. Entró a su habitación e inspiró profundamente. Su miembro palpitó comenzando a ponerse duro. El dulce olor a omega en celo permanecería allí durante días, le acompañaría mientras dormía. Se dio cuenta de que faltaba la sábana de la cama. Fitz había ido desnudo a su habitación y ahora había regresado a la suya solo cubierto por una sábana. Se llevó la mano al bulto que crecía en sus pantalones, él también estaba sintiendo el celo.
Mack sacudió la cabeza y salió de la habitación. No podía desperdiciar su preciada semilla masturbándose. Pasó por la habitación de Fitz, pero tampoco estaba allí. Descartando esa opción, ya sabía dónde encontrarlo.
Como esperaba, lo encontró en el laboratorio. Trabajaba concentrado, con la cabeza inclinada sobre su tarea, el pequeño aparato electrónico de la vez anterior. Parecía tranquilo, sus manos no temblaban y lograba manejar las piezas con cierta soltura. Hasta que percibió el olor de Mack. Las piezas cayeron de sus dedos y se puso tenso.
—Buenas, Turbo—le saludó, intentando mostrarse amistoso para que se relajara.
—Bu-buenos días—su voz se quebró en un susurro al final.
—¿Te encuentras mejor?
—Sí, parece que mis hormonas han recuperado niveles normales, aunque no sé si será permanente—no era capaz de levantar la mirada para encontrarse con su rostro, fingía seguir trabajando con el aparato.
—Oye, lo de anoche…
—¡Lo siento mucho!—exclamó el pequeño de repente, agarrándose con ambas manos al borde de la mesa como si se fuera a caer.
—¿Qué… qué es lo que sientes?—le preguntó Mack confuso.
—Lo… anoche yo… no debería haber hecho eso, no debí ir a tu habitación. Siento mucho haberte forzado a… a…—Mack no estaba seguro de si no encontraba la palabra o si se sentía demasiado avergonzado para decirla. Por el rubor de sus mejillas probablemente era esto último.
—Por dios, no te disculpes por eso—se pasó la mano por el rostro, no podía creer que realmente le estuviera pidiendo perdón por haberse dejado violar.
—N-no, no debí forzarte a hacerlo, sé que no querías. Yo solo… yo no pude… yo…—se sentía tan avergonzado que las lágrimas empezaron a derramarse por sus mejillas. No podía creer el poco control que había tenido de su cuerpo. Recordaba aquella noche como envuelta en una neblina, pero sabía perfectamente la forma en la que había suplicado que le follara.
—Oh joder—maldijo entre dientes. ¿Cómo iba a mantener la compostura frente a algo así? Avanzó los pocos pasos que les separaban y le rodeó con sus brazos, hundiendo el rostro entre sus suaves cabellos—. Turbo, mi precioso omega, mi pequeño genio omega. Eres la persona más inteligente que conozco, pero no has entendido nada.
—¿Qué?
Intentó levantar la cabeza para mirarle por primera vez, pero le abrazaba con tanta fuerza que solo consiguió hundir su rostro en los musculosos pectorales.
—Tur- Leo. Leo, estoy enamorado de ti, estoy loco por ti. Tú eres…—mi Alma Gemela. No, no podía decírselo, tenía que verlo él mismo—. Tú eres la persona más importante para mí. Te aseguro que deseaba hacerlo tanto como tú, no me has forzado a nada. Ya se lo he dicho a Coulson, si tú me aceptas me gustaría que fueras mi pareja.
Ya está, se lo había dicho. Ahora esperaba que en su estado lúcido también le quisiera. Pero, espera, Fitz no decía nada, ni siquiera había reaccionado a sus palabras. Soltó el abrazo e intentó apartarle de sí para mirar su rostro, pero el pequeño emitió un quejido y restregó su cuerpo contra el de Mack, inspirando profundamente. Mack percibió el olor de omega excitado, el de su Alma Gemela, y sus pantalones eran demasiado estrechos.
—Turbo…
El omega levantó la cabeza y le miró con ojos nublados por la excitación.
—Mack… eres…—estaba tan aturdido que encontrar ahora las palabras era simplemente imposible.
—Oh, sí, pequeño. Lo sientes, ¿verdad?—la sonrisa se dibujaba en su rostro de oreja a oreja.
Fitz tan solo asintió y volvió a sumergirse en el perfecto olor de su Alma Gemela, inspirando profundamente.
Mack no hizo nada por contenerse, aquel era todo el consentimiento que necesitaba. Lo levantó en brazos, dejando que rodeara su cintura con las piernas, enlazando los pies a su espalda. El pequeño se abrazó a sus hombros, restregando su rostro por el musculoso cuello, impregnándole con sus feromonas.
—Anúdame… anúdame… hazme tu pareja…—susurraba entre dulces ronroneos mientras era llevado a la habitación del alfa.
—Paciencia, mi precioso omega, en unos minutos te haré mío para siempre, te lo prometo—aquellas palabras fueron suficientes para que Fitz gimiera de placer.
Con el caliente cuerpo de Fitz en sus brazos, Mack tuvo que recurrir a todas sus fuerzas para aguantar hasta llegar a su habitación. Tuvo la sensación de cruzarse con alguno de sus compañeros por el camino, pero no les prestó atención, su mente estaba nublada por el denso aroma de su Alma Gemela en celo. Apenas acertó a cerrar la puerta de su habitación cuando al fin entraron.
Se sentó en la cama con el pequeño aún abrazado a él, las piernas enlazadas a su espalda.
—Fóllame... Alfa, rápido—movía su trasero inquieto, restregándose contra el bulto en los pantalones de Mack.
—No, no pienso darme prisa—le susurró, acariciando con sus labios la oreja—. Anoche ya fui demasiado rápido, ahora quiero disfrutarte lentamente.
Fitz gimió cuando mordió el lóbulo.
—Pe-pero yo… Alfa, lo necesito... necesito tu nudo dentro—suplicó, llevando sus manos al cierre del pantalón, intentando abrirlo desesperadamente.
—Quieto.
El pequeño obedeció ante la firme orden del alfa, sus manos se quedaron inmóviles.
—Sé un buen omega y déjame disfrutarte, ¿de acuerdo?—le besó en la frente, la nariz y la mejilla. No quería imponerse ni dar órdenes, pero en el estado en que se encontraba no le escucharía de otro modo.
Fitz asintió con la cabeza, su rostro ruborizado por la excitación. Quería ser un buen omega para su alfa, quería que le hiciera su pareja.
—Bien, buen chico. Dame un beso.
Obedeció con gusto y de inmediato. El inexperimentado genio besó torpemente los carnosos labios, volviendo a abrazarse a sus hombros. Cuando saboreó sus dulces labios, Mack se dio cuenta de que esa era la primera vez que se besaban. Un rugido vibró en su garganta y tomó el control del beso. Se abrió paso con su lengua al interior de la cálida boca y consiguió un adorable gemido cuando sus lenguas se acariciaron. Estaba por jurar que ese era el primer beso profundo del omega, y eso solo consiguió excitarlo más. Siguió por su barbilla, su mandíbula y el fino cuello. El pequeño omega inclinó la cabeza a un lado, dejándole un mayor acceso y exponiéndose de forma sumisa. Succionó en el sensible punto justo tras su oreja y bajó lentamente, dejando un rastro de saliva con su lengua. Tenía que contenerse para no morder, no quería pasarse porque eso lo tenía reservado para más adelante.
—Uhn… M-maaack…—llamó con voz temblorosa.
—¿Qué pasa, mi pequeño?—preguntó, dejando que sintiera el aliento en su cuello.
—La-la ropa, por favor…
Por un momento, Mack pensó que se refería a que le quitara la ropa, su cuerpo irradiaba calor, pero se dio cuenta de que sus manos estaban aferradas a su ajustada camiseta. Quería tocar su piel, quería un contacto directo con él. Restregarse contra su cuerpo desnudo.
—Está bien. Si me quito mi camiseta ahora, dejarás que juegue un poco más antes de quitarte la tuya.
El omega asintió con vehemencia y comenzó a tirar de su camiseta hacia arriba. Mack al fin se la quitó y la tiró a un lado, descubriendo aquel maravilloso cuerpo de músculos perfectos que hasta Adonis envidiaría. Fitz puso las manos sobre sus amplios hombros y los acarició con firmeza. Se había sentido atraído por él desde la primera vez que lo había visto, mucho antes de dejar su medicación, así que su excitación al verlo no tenía que ver (o al menos no del todo) con el celo.
Mack sonrió al ver su mirada de deseo y volvió a besarle. Subió las manos por sus costados, sobre la camisa algo húmeda de sudor, y presionó sus pezones con los pulgares. El pequeño gimió y arqueó su espalda, adelantando su pecho en busca de más contacto.
—Oh, mira, tus pequeñas pepitas ya están duras—la fina tela de la camisa le permitía sentirlos como si los tocara directamente. El omega respiraba agitado, moviendo inconscientemente sus caderas—. Son muy sensibles, ¿verdad? Ya me di cuenta ayer.
Se inclinó y besó por encima de la tela uno de los pezones, lo lamió y succionó, dejando la marca húmeda sobre la tela.
—¡Nh! Ma-ack… ¡Gh…! Más… ¡por favor…!—temblaba en el regazo del alfa, derritiéndose en sus brazos.
—No vas a dejarme ir despacio, ¿verdad?—a quién quería engañar, él estaba tan ansioso como el omega, su verga a punto de reventar los pantalones.
Abrió la camisa del pequeño de un tirón, mandando a volar los botones. Dejó su torso desnudo y volvió a tomar en su boca y mano los pezones erectos.
—Mmh… Tan deliciosos—gimió mientras los devoraba con gula—. Me pregunto cómo sabrá la leche que salga de aquí—sintió que el omega se estremecía intensamente sobre él ante sus palabras—. Huhu, dime Turbo, ¿tú quieres llevar a mis hijos en tu vientre? ¿Quieres ser mamá?
—Sí… sí, sí, quiero tus hijos, alfa, embarázame—suplicó, su cuerpo emocionado por la idea.
Mack se arrepintió (solo en parte) de haber dicho aquello, ahora el pequeño no dejaba de balancearse, presionando insistentemente contra su erección.
—Calma, calma, tendrás mis hijos, te lo prometo, y serán tan lindos como tú—le dio un profundo beso, intentando que se tranquilizara.
Deseaba verle con su tripa suave y redondita, pero no sería en esa ocasión. En ese momento no era fértil, podía olerlo. Probablemente era por todos los medicamentos que había estado tomando durante años, era algo normal y estaba seguro de que para su próximo celo sin duda su semilla podría germinar en su interior. Aun así no pensaba contenerse y lo llenaría a rebosar.
Le agarró por la cintura y lo puso en pie. Fitz estuvo a punto de entrar en pánico cuando se separaron, extendiendo los brazos hacia él para volver a estar juntos.
—Quieto—ordenó el alfa, y el pequeño obedeció.
Desabrochó el pantalón del omega y liberó su delgada erección goteante, bajando sus pantalones y calzoncillos. Lo dejó completamente desnudo y observó su pálido cuerpo durante un momento. Su miembro palpitó dolorosamente aprisionado. Se echó para atrás en la cama, cogiendo una almohada para apoyar la cabeza, y sentó a Fitz sobre su vientre, alejado del bulto en sus pantalones.
—Quiero que me muestres cómo te masturbas, sin usar tu culo.
—Pe-pero mi pene no…
—Lo sé. No te preocupes, te daré lo que de verdad necesitas, solo entretenme un poco antes. ¿Lo harás por mí, mi precioso omega?
Fitz no pudo más que asentir, sus mejillas tornándose de un rojo intenso. Llevó ambas manos a su miembro y su columna se enderezó nada más tocarlo; aunque jugar con su pene no era suficiente, ya estaba demasiado sensible. Comenzó a frotarlo con sus dedos, moviendo al mismo tiempo sus caderas.
Mack sonreía. Estaba observando a un maravilloso ángel, no había visto nunca nada más hermoso. Subió las manos por sus muslos y envolvió las nalgas con sus grandes manos. Eran del tamaño perfecto, no se cansaría nunca de masajearlas. Y mientras lo hacía, podía oír el sonido húmedo de su lubricación brotando de su entrada y manchando su vientre. Deslizó un dedo en el interior con increíble facilidad y Fitz gimió, salpicando unas gotas de semen sobre su pecho.
—M-más… Alfa, más…—se movía hacia atrás, intentando empalarse en su dedo hasta que llegó al nudillo.
—Tu agujero está tan ansioso como tú—añadió otro dedo y Fitz se estremeció, olvidándose de tocar su miembro.
Eso era lo que quería, necesitaba llenar el doloroso vacío de su interior. Unos dedos no eran suficiente, por gruesos y largos que fueran, pero anticipaban lo auténtico. Mack ya sabía que no era necesario prepararle, que su agujero le daría la bienvenida sin tener que abrirle, pero quería palpar su sedoso interior.
—¿No vas a seguir haciendo lo que te pedí?—las manos del pequeño temblaban, pero apenas tocaba su erección.
—L-lo siento…—intentó volver a tocarse, pero no podía mantener el equilibrio. Se apoyó con sus manos en el pecho del alfa, moviendo sus caderas para que los dedos le follaran.
—Chico travieso—rió Mack, fascinado por el desesperado omega.
Sacó los dedos de su interior, provocando un quejido de disgusto, y cambió sus posiciones. El pequeño quedó tumbado en la cama boca arriba, con las piernas separadas y levantadas exponiéndose completamente. Su trasero brillaba con la lubricación que salía de él, su entrada rosada aún parecía virgen y se abría y contraía para él. Era un conejo sirviéndose en bandeja al lobo, deseando ser devorado.
—Oh, joder, eres… eres mi perdición—aquel pequeño omega iba a acabar con su cordura. A la mierda SHIELD, a la mierda Hydra, a la mierda todo, se encerraría con él en una cabaña en algún rincón del mundo y pasaría el resto de sus días follándolo mañana, tarde y noche, sin importar si en el mundo se destruían unos a otros mientras tanto.
Le agarró por las caderas y le arrastró hasta dejar su trasero en el borde de la cama. Se arrodilló en el suelo frente a él y hundió su rostro en la lubricada zona. Inspiró profundamente, sintiendo su cerebro aturdido como si inhalara una potente droga, y comenzó a lamer la humedad que cubría sus nalgas y sus muslos. ¡Oh dios! Aquello era el elixir de la vida, el néctar de los dioses. Lo mejor que jamás probaría en su vida, aderezado además con los maravillosos gemidos de un omega gozando de un placer desconocido.
Se entregó a fondo a su tarea autoimpuesta, limpiando cada milímetro de piel sin desperdiciar una sola gota de aquella ambrosía, bebiéndola directamente de su interior, con su lengua penetrando en el caliente agujero. Aunque era una tarea del todo inútil; cuando más disfrutaba el pequeño, más lubricación generaba hasta acabar empapado de nuevo en segundos. Cuando al fin se apartó, jadeando y con su rostro brillando por el líquido que lo manchaba, se dio cuenta de que Fitz estaba llorando, su rostro ruborizado y emitiendo pequeños sollozos. El pobre omega estaba frustrado, estaba experimentando un placer increíble pero era incapaz de correrse y el dolor seguía creciendo en su vacío interior.
—Oh, mi amor, mi pequeño, lo siento. Estoy jugando demasiado, ¿verdad?—se inclinó sobre él y besó sus labios temblorosos, sus mejillas cubiertas de diamantes líquidos.
—Al… fa… huh…—sollozó, mirándole con ojos vidriosos, completamente en el límite.
—Lo sé, lo sé—acarició su cabeza reconfortante—. Limpia mi rostro con esa preciosa boquita tuya y entraré de inmediato.
Ante esa promesa, Fitz se apresuró. Lamió del rostro del alfa sus propios fluidos concienzudamente hasta que una violenta sensación recorrió todo su cuerpo como una descarga eléctrica y su espalda se arqueó, emitiendo un grito silencioso por su boca abierta. La enorme y ansiada verga había entrado en él casi por completo de una sola embestida. Su cuerpo volvía a temblar, con pequeñas convulsiones desatadas por los últimos latigazos de aquella sensación. Mack se quedó inmóvil por un momento, queriendo que su interior se adaptara antes de continuar, pero viendo el estado del pequeño no pudo contenerse. Un fuerte empujón más y el falo desapareció por completo en la húmeda entrada, con el nudo ya creciendo en la base. El más hermoso gemido salió de los enrojecidos labios del omega y salpicó su propio vientre con su semilla estéril, los ojos casi en blanco y las paredes que envolvían el miembro de su alfa contrayéndose a su alrededor, arrastrándolo a él también al clímax. El nudo se hinchó en su interior, sellando su unión durante al menos la próxima media hora, mientras las contracciones del interior seguían exprimiendo su semilla hasta la última gota, guiándolo por el orgasmo más intenso que había tenido nunca.
Quedó exhausto, tumbado sobre el pequeño omega pero intentando no aplastarlo con su cuerpo. A Fitz no le importaba (o si hubiera podido pensar no le habría importado), la presión que sentía bajo el cuerpo de aquel hombre era justo lo que su cuerpo necesitaba para calmarse tras experimentar unas sensaciones y emociones tan salvajes.
Unos segundos después, tal vez unos minutos, Mack se incorporó y con mucho cuidado dio la vuelta al cuerpo lánguido de pequeño, sin poder salir de su ivnterior. Tras algunas maniobras, consiguió quedar tumbado tras él en la cama, ambos de lado. El omega se acurrucó contra su pecho, en aquel hueco perfecto para él, y Mack extendió uno de sus brazos para que apoyara la cabeza sobre él mientras rodeaba su vientre húmedo con el otro y dejaba vagar sus labios por el fino cuello.
Primero solo rozaba la piel con sus labios, acariciando con su nariz el suave cabello, luego empezaron los besos, que de dulces pasaron a intensos, la lengua saboreando la piel salada por el sudor y por último los dientes, con tenues y superficiales mordisquitos. El creciente ronroneo del omega era incitante, provocativo, y el movimiento de su trasero despertó enseguida la excitación en su entrepierna.
—Mi precioso Turbo, quiero que te corras otra vez.
—Uhn…—aquel gemido intentó ser una negativa, intentaba decirle que ya no podía más.
—Vamos, mi lindo omega, hazlo por tu alfa, hazlo por mí—subió la mano lentamente por su pecho, extendiendo el líquido casi transparente que lo recubría, hasta que sus dedos comenzaron a tantear uno de sus pezones. La reacción fue inmediata, un dulce gemido seguido por un movimiento de sus caderas cuando lo pellizcó. Mack no podía moverse, estaba completamente atrapado e inmóvil en su interior, así que tendría que conseguir que se corriera de otro modo—. Sé cuánto te gusta que juegue con tus pezones, sé lo sensibles que son. Y a mí también me gustan, con este rosa tan lindo—le susurraba con su profunda voz al oído mientras sus dedos jugaban con los duros pezones, alternando entre uno y otro, pellizcándolos y retorciéndolos para después acariciarlos con ternura—. Pronto estarán abultados como los pechos de una mujer cuando se llenen de tu leche. Y el primero en alimentarse de tus pechos seré yo y, cuando nazca, los compartiré con nuestro pequeño. Serás una madre maravillosa para todos nuestros hijos—solo un poco más. Su miembro ya estaba erecto y goteando de nuevo, solo un poco más y conseguiría hacer que se corriera solo jugando con sus pezones y con dulces palabras—. Ahora, mi amado omega, tienes que correrte para mí. Aún tengo que marcarte, dejar mi señal en tu sensual cuello para que todos sepan que eres mío, solo mío, y quiero hacerlo mientras te corres.
—T-tuyo… tuyo…—su cabeza era incapaz de procesar frases completas, pero algunas palabras se marcaban a fuego en su interior.
—Sí, mío, mi omega, mi pequeño genio, mi inteligente Turbo, mío, solo mío, Leo.
El cuerpo de Fitz se estremeció y, aferrándose con las fuerzas que le quedaban a las sábanas, se corrió de nuevo con un profundo gemido al tiempo que sus paredes internas se contraían de nuevo sobre la verga en la que estaba empalado, arrancando de ella otro orgasmo y más semilla caliente. En medio de aquellas intensas sensaciones, el alfa hincó su colmillo cuidadosamente en la piel de su cuello, solo superficialmente, y aquel ansiado dolor consiguió de forma insólita que el placer se duplicase. Un orgasmo tan largo e intenso que el omega sintió que su vida era drenada de su cuerpo, dejando un satisfactorio vacío que era colmado por su alfa.


Mack se sobresaltó cuando la puerta de su habitación se abrió. Aún tenía al pequeño profundamente dormido en sus brazos y solo pudo incorporarse ligeramente sobre su codo para no despertarlo. Se quedó sin aliento cuando vio la figura de Coulson en la puerta. Le iba a matar.
—Creo recordar que hace menos de una hora tus palabras exactas fueron «le ayudaré a sobrellevar el celo, sin emparejarnos».
—Ah, se-señor, yo…—¿Qué podía decir? Sí, se había emparejado con Fitz, sí, incluso le había marcado.
—Hmn…—el pequeño omega gimió en sus sueños, retorciéndose en los brazos de Mack. El olor de un alfa ajeno le hizo sentir incómodo y finalmente despertó—. Uh… Se- ¡Señor! ¡Nh!
Se incorporó de golpe, pero la sensación del miembro aún anudado en su interior le hizo volver a caer en la cama.
—Quieto, no te muevas—le susurró Mack, poniendo una mano sobre su hombro. Intentó recolocarse en su interior para no hacerle daño.
—Nn... Señor—Fitz levantó la cabeza, su rostro rojo hasta las orejas, e intentó mirar a la cara a su jefe, lo cual le resultó horriblemente difícil—. Por favor, no culpe de esto a Mack. Le agradezco que quiera protegerme, pero él es mi Alma Gemela, así que… por favor…
Mack sintió una punzada de desagrado en su pecho al escuchar a su omega suplicar a otro alfa, pero apretó los dientes, esperando que diera resultado.
—Si es lo que tú deseas, yo no tengo nada que decir—respondió Coulson tras unos segundos en silencio—. Pero si después de esto deseas denunciarlo, haré que pase el resto de su vida en la cárcel.
—U-um… Gracias, señor.
Unos segundos más de silencio y Coulson se dio la vuelta cerrando la puerta.
—Joder—Mack se acomodó de nuevo en la cama, sintiéndose increíblemente exhausto de repente.
—M-mack, siento…
—Ni se te ocurra disculparte por nada—le rodeó la cintura con el brazo y lo acercó de nuevo a su cuerpo, acurrucándose con él.
—Pero…
—Te amo, mi precioso omega—enfatizó sus palabras con un beso sobre la marca roja en su cuello.
—¡¡Nnh!!—el pequeño gimió, presionando su trasero contra su pareja. Sí, ya era su pareja.


FIN

3 comentarios:

  1. Oh por dios no conocía esta pareja! Y como explicarse todo! Jesús! Este es un buen fic Omegaverse!Ah~ Me lo he gozado mucha bastante. Necesitó otro fic de ellos con un omega en cinta pidiendo sexo a su Alfa! >:v

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    Respuestas
    1. Haha, me alegra que te haya gustado tanto. Pues la verdad es que ya estoy escribiendo una secuela de estos dos por petición de una amiga, no sé si habrá Mpreg pero es probable ya que lo has pedido ;)
      Y si te gusta sexo con el omega embarazado, espera a mi siguiente fic de Omegaverse que publicaré en breve, también con una pareja de Marvel.

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    2. *Se arrodilla y levanta los brazos al cielo*>:D

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