Título: Un último regalo
Fandom: Teen Wolf Pareja: Stiles Stilinski/Hijo
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: incesto, lemon, mpreg
Capítulos: 1
Resumen: Después de que Stiles fallara en resucitar a su pareja, descubre que el hechizo ha tenido un efecto secundario, lo ha dejado embarazado.
Continuación de: Algo salió mal
* * * * *
Descubrir
que estaba embarazado fue... no lo más raro que había pasado en su
vida. No estaba seguro en qué lugar quedaba en la escala de cosas
extrañas entre los hombres lobo, las resurrecciones, los zorros
milenarios... En fin, no estaba tan traumatizado como esperaba. La
reacción de su padre fue algo peor, pero terminó aceptándolo,
igual que el resto de la manada, aunque fuera solo porque consiguió
sacarlo de su depresión. Su estado había sido tan malo que habían
estado vigilándolo constantemente por temor a que intentara
suicidarse; sin embargo, tras descubrir el embarazo comenzó a vivir
de nuevo, a planear el nacimiento de su hijo y su futuro. Tuvieron
que ocultarlo cuando comenzó a notarse, pero después no fue más
que otro padre adolescente soltero.
Ian
tenía los mismos ojos de Peter y las pecas de Stiles, con rasgos
cada vez más parecidos a ambos progenitores según crecía. Era
inteligente y travieso, a veces resultaba un reto evitar que se
metiera en líos –aunque Stiles tenía experiencia–. Stiles no
podía adorarlo más y su hijo lo quería del mismo modo. Stiles
trabajaba como ayudante del sheriff por la mañana mientras Ian
estudiaba y procuraba pasar toda la tarde con él. Gracias a eso, a
pesar de todos los chismes y cotilleos que habían recorrido la
ciudad al principio, ahora veían a Stiles como un padre modelo.
Y
Stiles también creía ser un buen padre, hasta que llegó a casa y
se encontró a su hijo de dieciséis años masturbándose en su cama.
Estaba
desnudo, por completo, tumbado boca arriba en su cama de matrimonio
–que nunca había compartido con nadie porque para él Peter era el
único–. Frotaba su erección con una mano, el presemen goteando
por la punta, y dos dedos profundo en su entrada, cubiertos en
lubricante. Su piel morena brillaba con sudor, su rostro estaba
ruborizado, la boca abierta jadeando. Stiles estaba aturdido. Era
sexy y no debería parecérselo porque, dios, era su hijo,
pero se parecía tanto a Peter, una versión más joven de él.
—Ngh...
Papá...—su gemido le hizo reaccionar.
—¡Madre
mía!—cerró la puerta de golpe—. ¡Ian, por dios, ¿qué haces?!
—Ah-
Pa-papá... Yo- ah...—le escuchó moverse a toda prisa, la cama
crujiendo.
—¡Ian
Peter Stilinski! ¡Vístete y baja al salón ahora mismo!—le
ordenó.
No
esperó, bajó al salón, lamentando no poder cambiarse el uniforme,
y se derrumbó sobre el sillón. Ocultó el rostro entre sus manos
con un gruñido. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿En qué estaba
pensando Ian? ¿Acaso había sido poseído? Lo único bueno de
aquello era que el shock había conseguido que su entrepierna se
enfriara.
—¿Papá?—le
llamó con voz titubeante.
Stiles
levantó la cabeza para ver a su hijo (vestido) en el umbral del
salón con una expresión arrepentida y avergonzada.
—Siéntate—le
ordenó, indicando el sofá—. No estoy enfadado, pero tenemos que
hablar.
Ian
agachó la cabeza y se sentó en el sofá, moviendo algo incómodo
las caderas. Stiles le miró con el ceño fruncido.
—¿Puede
saberse a qué ha venido eso? Me parece muy bien que te...—movió
las manos alrededor para evitar decirlo—. Eres joven y es sano y
todo eso. ¡¿Pero por qué en mi cama?!
—L-lo
siento, es que... t-tu olor. P-papá, no sé...—sus ojos estaban
húmedos y su voz temblaba.
Stiles
no podía soportar verlo así, le rompía el corazón. Se sentó en
el sofá a su lado y le rodeó los hombros con un brazo.
—Hey,
hey, está bien, tranquilo. Respira hondo y cuéntame lo que pasa—le
dio un beso en la frente y frotó su brazo, intentando calmarlo.
—Tu
olor... Me han gustado otras personas, pero nadie... nadie me hace
sentir esto. No es solo que seas mi padre. Antes sí, era solo eso,
pero desde hace un par de años... Dios,
papá, tu olor... Mi lobo me dice que eres mío, te quiere a ti, no
importa que intente salir con otros, solo te quiere a ti.
—Ian...
Oh, por dios...—suspiró y le abrazó más fuerte, sabía lo que
eso significaba.
—Lo
siento, lo siento, papá, lo siento—ahora estaba llorando y sus
palabras eran apenas comprensibles.
—Está
bien, tranquilo. Cariño, esto... Dios... Sabes lo que es esto, has
leído sobre ello, sabes lo que es.
—Pero...
eres mi padre. ¿Cómo es posible?—le miró con expresión
desesperada, las lágrimas dejando rastros por sus mejillas
sonrojadas.
—Es
culpa mía, es... el hechizo. Algún estúpido efecto secundario.
Peter era mi pareja y parece que has heredado más de él de lo que
pensaba.
—¿Y
ahora qué? Nunca... ¿Nunca podré ser feliz con nadie porque mi
pareja es mi padre?
Eso dolía tanto. No había nadie más importante para él que su
hijo y no podía creer que iba a arruinarle la vida para siempre,
jamás se lo perdonaría.
—Buscaré
una forma de solucionarlo, encontraré algún hechizo para eliminar
ese vínculo, para que puedas tenerlo con otra persona. Te lo
prometo, solucionaré esto—le aseguró, acariciando su cabeza y
dejando que su olor lo tranquilizara.
Stiles pasó días, semanas buscando una forma de eliminar el
vínculo, de solucionar aquel maldito efecto secundario. No encontró
nada. El ritual que había realizado lo había sacado de un oscuro
libro de necromancia y ni siquiera había salido como se suponía. No
había ninguna forma segura de eliminar el vínculo de pareja de un
hombre lobo, cualquiera de las opciones lo volvería loco por lo
menos.
—Papá...—Ian
entró en su despacho una noche –las dos de la madrugada–
mientras Stiles estaba con el rostro hundido en un libro antiguo y
rodeado por montones de bestiarios y libros de magia tras tres días
sin dormir.
—Mmh...
¿Qué pasa?—preguntó, restregándose los ojos con las manos. Miró
su taza de café, pero estaba vacía.
—He
estado pensando en esto...—comenzó algo titubeante.
—Lo-lo
solucionaré, encontraré-
—No,
no, quería decir... ¿Y si no quiero?—susurró apenas audible.
—¿Qué?—preguntó
confuso, su cerebro estaba algo adormilado.
—¿Y
si no quiero eliminar el vínculo?—Ian le miró con esos brillantes
ojos azules, con algo parecido a esperanza en ellos.
—Qu-
¿Por qué no ibas a querer?—le preguntó frunciendo el ceño,
debía de haberse quedado dormido sobre un libro como de costumbre y
estaba soñando. Contó discretamente sus dedos, un hábito que no
había perdido. Diez.
—Eres
mi padre y entiendo lo que eso significaría, pero...—restregó un
pie contra el suelo mientras retorcía el borde de su camiseta.
—Espera,
espera, no... No tengo la mente lo bastante despierta para esto ahora
mismo—sabía lo que seguía y había pensado en ello y se odiaba
por ello. No era posible, era del todo ilegal e inmoral. ¡Era su
hijo, por dios!
—Lo
siento—se apresuró en decir Ian.
—No,
no, nada de esto es culpa tuya. Necesito dormir, al menos cinco horas
de sueño y mañana hablaremos—cerró el libro que de todos modos
no le estaba sirviendo de nada y se levantó. Se dirigió a la puerta
pasando junto a su hijo y acarició su nuca como siempre lo hacía
sin pensarlo. Ian se estremeció y se le escapó un leve gemido.
Stiles contuvo una maldición y se metió a toda prisa en su
habitación. Su hijo era demasiado adorable. ¿De quién demonios
habría sacado eso? Se echó en la cama sin tan siquiera abrirla y se
quedó dormido de inmediato.
Cuando despertó, estaba cubierto por una manta e Ian estaba tumbado
a su lado, abrazado a él con el rostro oculto en su cuello. Era algo
familiar, no en los últimos meses, pero sí cuando era más pequeño.
Era un hombre lobo y el contacto físico era más importante que para
un humano y la manada no era suficiente, ellos no sabían siquiera
cómo ser manada. Lo que ya no era tan habitual era la erección que
presionaba insistentemente contra su muslo. Stiles no sabía qué
hacer, no quería despertarlo y hacerle sentir aún más culpable por
lo que le sucedía. Ian no tenía la culpa, era solamente suya.
Entonces, el chico comenzó a mover sus caderas. Con un brazo
rodeando firmemente el torso de su padre, Ian se restregó contra él
mientras aún estaba dormido, inspirando profundamente en su cuello.
Stiles miró al techo y se cubrió la frente con su mano libre. Tenía
que detenerlo, sabía que era lo correcto, que era lo que un buen
padre haría. Y, entonces, ¿por qué no lo hacía? Ian se parecía
tanto a Peter y al mismo tiempo era una persona completamente
diferente. No podía explicarlo, pero quería a su hijo como no había
querido jamás a nadie y él también podía sentir ese vínculo más
allá del de padre e hijo.
Ian se corrió con un gemido y se relajó en los brazos de su padre.
Stiles, por su parte, se había puesto duro y sentía calor por todo
su cuerpo. Esto estaba terriblemente mal, Stiles lo sabía, pero
también sabía que nadie querría más y cuidaría mejor de su hijo
que él mismo. Si esto era lo que Ian quería, entonces Stiles lo
aceptaría. Quizá este era el último regalo de Peter.
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