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La historia del Halcón y su Omega [cap4]


Título: La historia del Halcón y su Omega
Fandom: Vengadores (Avengers), Thor          Pareja: Clint Barton (Ojo de Halcón) x Loki
Autor: KiraH69 
Género: Yaoi, Slash, Alfa/Omega
Clasificación: +18          Advertencias: Lemon
Capítulos: 5 (4 de 5)
Resumen: Loki ha sido detenido tras su intento de conquistar la Tierra y Thor está a punto de llevárselo a Asgard para castigarlo. Clint acaba de despertar, libre al fin del control mental que Loki ejercía sobre él, pero ha perdido todos sus recuerdos del tiempo que pasó como su siervo. Aparte de enfrentarse a su propia gente y matar a sus compañeros, ¿hizo algo más?


Capítulo 4



Tesseracto             portal                   visitante                              omega                 celo        celo      
Tienes buen corazón                         Loki                                       Hydra                   Laboratorio      
Tesseracto                            omega celo        mío mío               pareja                  Alemania
meteoritos                            Vengadores       disparos              muertos                              invasión


Clint abrió los ojos en una sala oscura. No era tan intenso como el de un hospital en la Tierra, pero había un olor a medicamentos y a esterilización inconfundible. Le dolía la cabeza y aún veía destellos al cerrar los ojos. Estaba tumbado en una cama. Sentía una molestia en la espalda, estaba seguro de que se la había golpeado.
—Ngh...—se incorporó en la cama e intentó levantarse, sintiendo su cabeza aún aturdida.
—Señor Barton—una mujer entró con una bandeja en la mano—, debería quedarse tumbado, ha sufrido un ataque y aún no sabemos-
—Estoy bien, no se preocupe. ¿Es agua?—preguntó, tomando un vaso de la bandeja.
Cuando la mujer asintió, lo vació de un trago. Bajó de la cama y se dio cuenta de que solo llevaba una túnica blanca, no muy diferente a una bata de hospital.
—¿Le importa?—le dijo a la enfermera, cogiendo su ropa de una silla.
—Avisaré al doctor para-
—No será necesario, estoy bien, de verdad.
La mujer se dio la vuelta cuando se quitó la túnica y se marchó de la habitación. Una vez vestido, con aquella ropa que aún olía a su omega y a celo, Clint salió a toda prisa. Cuando se ubicó, bajó a las mazmorras. Los guardias le cerraron el paso.
—No puede entrar.
—Tengo que ver a Loki, ya—exigió.
—No es posible.
—¡Barton!—Thor apareció, le habían avisado enseguida en cuanto despertó—. ¿Te encuentras bien? ¿No estás...?
—Thor, necesito hablar con Loki—ya se imaginaba la respuesta, pero esta vez no podía desistir.
—No es posible, después de su ataque se le ha prohibido cualquier visita—aunque probablemente su alfa era el único que le visitaba, y tal vez su madre.
—No fue ningún ataque, Loki me devolvió la memoria.
—Él- ¿De verdad?
—Sí, lo recuerdo todo y necesito hablar con él. Por favor, Thor—le miró serio pero casi suplicante. Ahora se daba cuenta de que tal vez debería de haber cultivado su amistad con el Dios del Trueno.
—Mm... Está bien, si su intención no era hacerte daño entonces no tiene sentido prohibir las visitas.
A una señal de Thor, los guardias le dejaron pasar. Bajó las escaleras y se quedó sorprendido al ver la celda de Loki vacía de muebles. No solo se le habían prohibido las visitas, también se le habían retirado todos los demás privilegios. Ni siquiera tenía sus libros. Loki estaba sentado contra la pared, justo en el centro, las manos entrelazadas en el regazo y las piernas estiradas y cruzadas una sobre otra. Clint se plantó frente a él, a pocos centímetros de tocar la malla. Sabía que Thor estaba justo detrás de él, pero no le importaba.
—¿Ya has recuperado la memoria, arquero?
—Sí, gracias.
Loki se encogió de hombros.
—Mi agradecimiento por ayudarme a pasar por el celo.
—¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué no me habías dicho la verdad?
Sonrió, esa sonrisa altanera y burlona.
—Me preguntaba si tu reacción sería la misma sin estar sometido a mis poderes. ¿Y bien?
Clint asintió con la cabeza.
—Idiota—murmuró el omega.
Se sostuvieron la mirada durante un momento y Clint finalmente se giró hacia Thor.
—Quiero todas sus cosas de vuelta, no ha hecho nada malo para que se las quiten. Y vendré semanalmente como siempre, si no me lo permitís antes.
Thor se mostró evidentemente molesto por recibir órdenes, pero ya que tenía razón no tuvo más opción que aceptar.
Cuando regresó a su habitación, la reina Frigga estaba esperando frente a su puerta.
—Clint, me han dicho que Loki te había atacado. He ido a verte a la enfermería, pero ya no estabas—la mujer parecía afligida, presionando un pañuelo entre sus manos.
—Vengo de las mazmorras—respondió, abriendo la puerta de su habitación.
—Siento mucho-
—No, por favor. No tiene que disculparse, Loki no me ha atacado.
—Pero estabas...
—Por favor, entre, se lo explicaré todo—la invitó a pasar y se sentó junto a ella en el sofá.
—Dime, ¿qué es lo que ha sucedido? ¿Por qué estabas en la enfermería?
—Loki me ha devuelto la memoria, de una forma algo brusca, pero no me ha hecho ningún daño—le explicó.
—Entonces... ¿recuerdas todo?—tenía el corazón en un puño, no estaba segura de querer oír lo que hubiera hecho su hijo.
—Sí—sonrió abiertamente y aquello consiguió que Frigga se relajara, no podían ser malas noticias—. Cuando Loki llegó a la Tierra, fui el primero al que controló con su poder. Me convertí en su sirviente, pero cuando entró en celo me salí de su control. Mi deseo por él era más fuerte que su poder. Cuando nos emparejamos, yo estaba en plenas facultades, y Loki también. Aún no sé por qué me escogió o me aceptó, pero... sé que yo... bueno...—su sonrisa se volvió tímida, sintiendo el calor aumentar en sus mejillas.
—Está bien, hijo, lo entiendo y no sabes cuánto me alegra oír esto—por primera vez, quién sabe en cuanto tiempo, aquella mujer sonrió y Clint se alegró por ello.
—Voy a cuidar de él, voy a hacer todo lo que pueda como su alfa.
—Lo sé, si Loki te escogió a ti fue por algo. Sé que eres la persona adecuada para él, tienes buen corazón.
Clint se sorprendió y sonrió.
—Eso es lo que él dijo.


Justo una semana después, a primera hora de la mañana, Clint bajó a las mazmorras. Sin la presencia de Thor, esta vez podrían hablar tranquilamente. Loki había recuperado tanto el mobiliario como los libros. Estaba sentado en su silla, leyendo un gran ejemplar de cubiertas rojas.
—Vienes muy temprano—le dijo sin volverse a mirarlo.
—¿Prefieres que vuelva más tarde?—no pensaba hacerlo.
—No, no es necesario.
Clint se acercó a la celda y se sentó en el reborde, procurando no tocar la malla.
—¿Cómo estás?
—Vuelvo a tener mis cosas así que, dentro de lo que cabe, bastante bien.
—Bien, pero no te acomodes mucho, voy a sacarte de aquí. Aún no sé cómo, pero lo haré.
Loki rió. Cerró el libro y lo dejó en la mesa. Se levantó de su silla y se acercó al arquero, sentándose a su lado, separados por la malla. Si fueran unas rejas normales, al menos podría tocarlo.
—No le des vueltas a esa cabecita tuya. Los planes de escape son mi especialidad.
—Es bueno saberlo. ¿Y cuál es el plan?
—No necesitas conocerlo aún, basta con que confíes en mí. ¿Confías en mí?—le miró con curiosidad, con una media sonrisa en sus labios.
—Sí, confío en ti—su respuesta fue rápida y sincera. No lo dudó.
—¡Huh! Entonces eres más idiota de lo que imaginaba.
—Me has mentido, me has ocultado la verdad, has intentado engañarme y confundirme, pero hasta ahora no me has hecho nada malo.
—Te convertí en mi lacayo y peleaste contra tus amigos y compañeros.
—Mmm... Supongo que a eso se le puede considerar algo malo, pero no me has hecho ningún daño directo.
—Dime, si volviera a intentar conquistar la Tierra, ¿qué harías?
—Primero intentaría convencerte, cosa que no lograría. Después intentaría detenerte, sin hacerte daño. Y para que me quitara de en medio tendrías que volver a controlarme, pero tampoco me enfadaría después.
—Así que, si no puedes por las buenas, dejarías que te controlara para que no tuviera que ser por las malas.
—Supongo que «confianza» no sería exactamente la palabra, tal vez... amor ciego.
Pudo ver cómo todo el rostro de Loki se ruborizaba claramente ante sus palabras.
—B-bien... bien, supongo que entonces podrías ser de utilidad en algún momento—su voz estaba afectada, pero intentó hacer como si nada.
—¿Aparte de para ayudarte a pasar el celo? Sí, supongo.
—¿Te crees que eres esencial para eso? He podido superarlo durante toda mi vida sin la necesidad de un alfa, creo que podría apañármelas.
—­«Nunca había sido tan fuerte», creo que esas fueron tus palabras exactas.
—Estoy seguro de que no, estabas delirando—negó infantilmente.
—No era yo el que parecía delirar precisamente.
Loki apretó los dientes, sus mejillas tornándose cada vez más rojas. Por sus mentes se reproducían los recuerdos de aquellos apasionados días de la semana pasada.
—¿Cómo sabré qué hacer si no me cuentas tu plan?—le preguntó realmente preocupado.
—Lo sabrás cuando llegue el momento.
Aquello le recordaba a cuando estaba bajo su control; solo sabía lo que necesitaba saber y no preguntaba más, y ahora tampoco preguntó.
—Te quiero fuera de aquí cuanto antes—a cada día que pasaba, a Clint le resultaba más difícil ser un buen chico y esperar, soportar que su omega estuviera encerrado.
—Tres semanas. En tres semanas estaré fuera de aquí, me llegue el celo o no.
—Oh, así que el plan A es quedarte embarazado.
—Sí, pero no te hagas ilusiones, nunca se ha oído de un Gigante de Hielo teniendo un hijo con otra especie.
—¿De dónde sacas lo de Gigante de Hielo? Yo no te veo diferente de un asgardiano.
Loki le miró de reojo pensativo durante un momento. Su piel comenzó a tornarse azul, un azul brillante bajo las intensas luces de la celda. En su rostro quedaron unas marcas de un azul más claro con tres líneas paralelas en su frente formando una uve, otras desde sus ojos hacia las sienes y enmarcando su boca. Sus ojos rojos, completamente rojos, miraron fijamente al humano, analizando su reacción. Sentía miedo, tal vez después de ver su verdadero ser todos esos sentimientos ilusorios se desvanecieran. Pero sin poder percibir su olor no era capaz de descifrar la expresión del alfa, que le miraba con los ojos muy abiertos, sin duda sorprendido, pero ¿en el buen o mal sentido? Clint levantó inconscientemente una mano, acercándola hacia su rostro.
—Quieto—le ordenó, haciéndole reaccionar—. Si tocas la barrera te chamuscarás.
—Eres hermoso—murmuró fascinado.
Loki suspiró, intentando disimular su alivio.
—No me dices nada que no sepa—replicó altanero, agradecido de que su rostro estuviera azul para que no le viera sonrojarse.
—La próxima vez que te haga el amor quiero que tengas esta forma—se humedeció los labios con la lengua, mirándole tan intensamente que Loki sentía su cuerpo sacudirse.
—¡Bien, ya puedes irte!—dijo sobresaltado, levantándose del suelo y volviendo a su silla.
—No, pienso agotar hasta el último minuto de mi hora contigo—no podía evitar sonreír, había conseguido una reacción memorable.
—No tengo nada más de qué hablar.
—No hace falta que hables, me quedaré aquí callado—para él era suficiente poder pasar el rato allí.
El resto de la hora pasó en silencio. Loki leía, o lo intentaba, nervioso por la mirada intermitente del humano, que iba de él hacia los presos en las otras celdas, a los que apenas había prestado atención, y de nuevo otra vez hacia él. Observaba su elegante perfil, su piel de nuevo blanca, tan pálida bajo las luces aun con las mejillas ruborizadas, y sus negros cabellos más largos cada vez que le visitaba. Su precioso y altanero omega, del que ya se había enamorado dos veces. Si su plan, fuera cual fuera, no daba resultado, sabía que haría lo que fuera para sacarlo de ahí.


Una semana después, a la misma hora, Clint estaba bajando las escaleras. Esperaba su «cita» con su omega como si no hubiera nada más que hacer en el mundo. No lo había. Loki estaba sentado en el suelo, junto a la malla, con un libro en las manos. Él también le estaba esperando, aunque nunca lo admitiría. Clint se sentó a su lado sin decir nada.
—¿Te has traído un libro?—preguntó Loki, echando un vistazo al ejemplar de Aprende asgardiano I que tenía en su regazo.
—Sí, a ninguno se nos da bien charlar así que...—se encogió de hombros, ambos sabían que no tardarían mucho en quedarse callados.
—Mejor eso a que te quedes mirándome la nuca.
—Tienes una nuca preciosa. Oh, y gracias por los libros—dijo casualmente.
—De nada. Uh-...—Loki se mordió el labio inferior—. No sé de qué me hablas.
—Tarde. Sé que me los enviaste tú—sonrió, viendo sus mejillas sonrosarse.
—¿Cómo lo sabes?—preguntó molesto.
—Al principio pensé que había sido Frigga, pero cuando me devolviste la memoria lo supe. Dijiste que los libros de Midgard no eran buenos, que debería aprender asgardiano para leer algo bueno.
—¿Y ya has aprendido?
—Bueno, estoy en ello. Es difícil sin tener la pronunciación de las palabras ni saber cómo suenan los símbolos.
—Me temo que sería imposible enseñarte, diga lo que diga lo oirás en tu idioma.
—¿Así que no es algo que podáis controlar?
—No, no importa el idioma que hablen, todos nos entenderán en su idioma, no puedo hacer que me escuches en asgardiano.
—Pero tú no eres asgardiano, eres un Gigante de Hielo. ¿Cómo es que también tienes ese poder?
—No es un poder que tengan los asgardianos, es una magia que está en el idioma. Yo pude aprenderlo porque cuando me trajeron aquí no tenía un idioma materno, era recién nacido, de otro modo es imposible—le explicó.
—Aprenderé a leerlo entonces. Quiero leerme ese libro, Los mitos de la magia.
Loki asintió.
—Sí, es un buen libro. ¿Así que has conocido a Frigga?
Clint se sorprendió con el cambio de tema.
—Sí, he hablado con tu madre un par de veces.
—No es realmente mi madre—le corrigió.
—Te haya parido o no, si te crió es tu madre. Me cae bien y creo que yo a ella también. Creo que es la única que me quiere aquí, al menos no me siento fuera de mi hábitat cuando hablo con ella, y hasta puede que le guste como yerno.
—No necesito que nadie te apruebe.
—Lo sé, pero es agradable, que alguien piense que soy bueno para ti.
—Te importa demasiado lo que piensa la gente.
—Cuando se trata de ti, sí.
—Idiota—volvió a abrir su libro, dando por zanjada su conversación.
Clint le imitó, abriendo su libro por el capítulo donde lo había dejado. Pero era imposible concentrarse. Su mirada no dejaba de vagar hacia el cuerpo de su omega. Sus largos dedos sosteniendo el libro, su esbelto y recto cuello, su rostro de agudas facciones con el cabello pulcramente peinado hacia atrás. Demasiada poca piel al desnudo.
—Deja de mirarme, me desconcentras—le ordenó sin apartar la vista de su libro.
—Quiero besarte. Quiero besar tus labios y tu cuello, y quitarte la ropa y seguir bajando. No puedo dejar de pensar en estar otra vez ahí contigo. Un mes es demasiado tiempo—su libro quedó olvidado sobre sus piernas mientras su mano masajeaba distraídamente el bulto que estaba creciendo en su entrepierna—. Soy un hombre y tengo mis necesidades. Tú también, ¿no?
—Mono degenerado.
—Déjame ver un poco más, quítate al menos la chaqueta.
—Ni hablar—el libro se sacudió en sus manos, pasando unas cuántas páginas sin querer.
—Entonces abre la túnica, déjame ver tu pecho.
—Los alfas sois todos iguales, siempre estáis en celo. No pienso ceder a tus juegos pervertidos—el rubor de sus mejillas aumentaba por momentos y se le escapaban miradas a la erección que crecía bajo los pantalones del arquero.
—Si no dejas que me masturbe aquí, tendré que hacerlo solo en mi habitación. Sería considerablemente menos satisfactorio.
Loki le miró un momento cavilando. Suspiró, entornando los ojos como si no tuviera otra opción, y dejó el libro a un lado. Deshizo el lazo que ataba su túnica y dejó que se abriera, mostrando su pecho. Un gruñido vibró en la garganta del alfa. Tan pálido y pulcro como una estatua de mármol, solo con su marca en el cuello y los rosados pezones.
—¿Así es suficiente? Date prisa—quería aparentar estar molesto, pero solo se sentía algo avergonzado.
—¿Por qué no frotas tus pezones?—le pidió.
El omega se puso tenso y apretó los dientes, pero aun así le hizo caso, diciéndose a sí mismo que era para terminar con aquello cuanto antes.
—Lame primero tus dedos, se sentirá mejor.
La roja punta de la lengua asomó entre los labios. Loki estaba molesto, aquel humano le daba órdenes y hasta ahora había obedecido, pero cuando vio la expresión del alfa, mirándole fijamente y casi babeando, se dio cuenta de que quien tenía el control era él. Sonrió y se relamió provocativamente los labios. Con un par de dedos, comenzó a penetrar su boca lentamente, hasta los nudillos. Los dedos entraban y salían brillando de saliva, y volvían a entrar. Clint sentía un hormigueo en su miembro, que se endurecía cada vez más bajo sus pantalones. No esperaba que Loki actuara de una forma tan lasciva. Al fin, con una última lamida, llevó los dedos a su pecho y frotó la rosada tetilla.
—¡Nhnn...!—Loki gimió intencionalmente alto, arqueando la espalda, cuando pellizcó su pezón—. Hey, tengo una mano libre, ¿qué podría hacer con ella?
—Ngh... Toca tu polla—le dijo, sacando al mismo tiempo la suya de entre los pantalones.
Loki se mordió el labio inferior al ver la gran erección de un rojo furioso.
—¡Huh! Eres muy fácil, ¿lo sabías?—rió burlón mientras se abría los pantalones.
—Sí, me pongo así solo pensando en ti. ¿Quieres ver cómo me pongo si te quitas toda la ropa?
¿Eso era un reto? Loki lo aceptó. Se levantó del suelo y se puso de frente a Clint. La chaqueta cayó al suelo alrededor de sus pies, los pantalones la siguieron e hizo desaparecer los zapatos. Solo quedaba su túnica abierta, que ni siquiera llegaba para cubrir su trasero. Su miembro estaba medio erecto y aún no lo había tocado. Con las piernas ligeramente separadas, deslizó una mano por su vientre y siguió bajando hacia su muslo; tomó sus bolas y las masajeó mientras seguía frotando su pezón con la otra mano.
—¿Te gusta lo que ves?—preguntó sonriente.
—¡Dios, Loki!—se incorporó, poniéndose de rodillas frente al omega, con su verga goteando en su mano. No podía haber una visión más hermosa y sensual.
—Sí, exacto.
Envolvió su miembro con una mano y comenzó a frotarlo, consiguiendo pronto una completa erección. Llevó la otra mano hasta su boca y deslizó de nuevo un par de dedos dentro, sin desperdiciar un solo gesto para provocar a su alfa. Clint realmente quería tener esa lengua de plata en su polla, verse desaparecer en esa traviesa boca. Se lo apuntó para la próxima vez que estuvieran juntos (dentro o fuera de aquella celda). Sin embargo, fue lo que vio a continuación lo que le llevó al límite. Loki sacó los dedos de su boca y se dio media vuelta. Se apoyó sobre el respaldo de la silla, inclinando su torso hacia delante, y frotó su entrada con los dedos húmedos. Ya no estaba en celo así que apenas tenía lubricación, aun así brillaba con ese delicioso néctar. El primer dedo entró con un sonido húmedo y Loki arqueó la espalda con un gemido.
—¡Joder, voy a-!—su mano se movía rápidamente, sintiendo llegar su orgasmo.
—Detente—le ordenó Loki con una voz tan tajante que Clint se quedó inmóvil al instante—. No te correrás hasta que yo lo haga.
Clint tragó saliva, su mano quieta sobre el glande. Veía imposible contenerse en ese momento, habiendo casi sobrepasado el límite. Bajó la mano hasta la base de su falo y presionó allí con un círculo formado por sus dedos.
—Buen chico—sonrió el omega.
Lentamente, tortuosamente lento, Loki empezó a abrirse, entrando y saliendo, acariciando el borde de su rosada entrada con la yema del dedo. A ese ritmo iba a tardar demasiado en correrse y Clint no podía esperar tanto, iba a volverse loco.
—Mi precioso omega, mi hermoso y pervertido omega. Tu cuerpo está hecho para el pecado. Sueño cada día, dormido y despierto, con ese trasero tuyo, tan... perfecto, estrecho y caliente. Quiero sentir mi polla derretirse dentro de ti otra vez—un segundo dedo entró. Intentó contener un gemido, pero en su lugar solo consiguió otro más agudo y lastimero—. Es la mejor sensación del mundo, mientras tú gimes y te contoneas debajo de mí, desprendiendo ese olor animal. Quiero anudarte y quedarme abrazado a ti durante horas con el rostro hundido entre tus suaves cabellos mientras derramo cada gota de mi semen dentro de ti hasta colmarte—Loki ya se había olvidado de abrirse, ahora solo se follaba con sus dedos, sintiendo como si la voz de su alfa lo acariciara—. Y, Gigante de Hielo o no, te prometo que te llenaré tanto que tendrás que quedarte embarazado sí o sí, y llevar nuestros preciosos cachorritos en tu abultado vientre. Pero, aun así, seguiré follándote cada día hasta que ya no seas capaz de pensar y solo puedas suplicar por más.
—¡Nnhn! ¡Al-fa...! ¡Aaah!—Loki se vino sobre el respaldo de la silla, sin haber tocado siquiera su miembro y sus piernas temblaron hasta caer de rodillas.
Sin poder apartar los ojos de aquel tentador agujero que había salpicado abundantes gotas de lubricación sobre el suelo, Clint al fin se sintió libre de seguir masturbándose. No necesitó más que frotarse un par de veces para eyacular contra la malla dorada tensando todo su cuerpo.
Cualquiera que diga que no eres un dios, debería morir, por supuesto que no dijo aquello en alto, sería demasiada munición para su omega, pero no podía evitar pensarlo. Su mano estaba envuelta alrededor del nudo que Loki había conseguido desencadenar sin tan siquiera olerlo o tocarlo. Aquel día el tiempo se le pasó volando y los guardias tuvieron que avisarle de que ya se les había pasado la hora, hacía bastante rato.
Dos días después, solo dos días después, una sirvienta llamó a su habitación a primera hora de la mañana. Era mucho más temprano de la hora a la que le llevaban el desayuno así que se extrañó.
—Señor, Loki ha entrado en celo—le informó la joven, sin mirarle a la cara.
—¿Qué? No, no es posible, han pasado poco más de dos semanas—se llevó la mano a su pelo de recién levantado.
—No es raro que el ciclo de un omega recién emparejado se altere con el fin de tener más oportunidades para concebir.
Concebir. Que estuviera de nuevo en celo significaba que no le había podido dejar preñado. Eso hería un poco su orgullo de alfa, pero tampoco tenía demasiado así que pronto se centró en que su oportunidad de follar de nuevo con Loki llegaba antes de lo esperado. Su miembro palpitó con anticipación.
—¿Desea desayunar primero?
Clint ya no la escuchaba. Salió de la habitación como un rayo y en un parpadeo estuvo en las mazmorras, dejando un rastro de alfa excitado a su paso.
—Loki...—en su pecho vibró un rugido cuando vio a su omega, desnudo en la cama y presentando su trasero en alto. Toda su piel brillaba con sudor y la lubricación brotaba de su entrada empapando las sábanas. Estaba sufriendo, todo su cuerpo dolía y se retorcía. El vacío que sentía en su interior era una tortura.
La malla se abrió para dejarle pasar. El olor de omega en celo le golpeó como un tsunami y, como siempre, perdió el control. Aún no lograba acostumbrarse a ese maravilloso aroma. Reaccionó ante los gemidos de Loki, su boca llena de la ambrosía que brotaba de la necesitada entrada. Tenía ambas nalgas separadas con sus manos y su lengua limpiaba ávida todos los alrededores, sus muslos, sus bolas, el perineo y dentro y fuera del agujero, para que en cuestión de segundos volviera a estar goteando.
—Uhnn... mi omega...—murmuró, volviendo a penetrarle con su lengua.
—¡Nhn! A-alfa... ¡Para!—le resultó difícil decirlo porque se sentía demasiado bien, pero no era lo que necesitaba en ese momento.
—Ngh... Lo siento—se echó para atrás, relamiéndose los labios y los dedos manchados de lubricación—. Así que el Plan A no ha funcionado.
—Nnh...—gruñó en respuesta. Su cuerpo temblaba, moviendo las caderas involuntariamente para tentarle.
Clint interpretó aquello como un te dije que no te hicieras ilusiones.
—No pasa nada, lo seguiremos intentando. ¿Qué hay del Plan B?—le preguntó, acariciando la parte baja de su espalda en un intento fallido de tranquilizarlo.
—Nnh... No puedo... pensar... ¡Métela ya!
Estuvo más que encantado de cumplir su orden. Se bajó los pantalones tan bruscamente que oyó la tela rasgarse. Ya tenía una erección completa que enseguida buscó su espacio entre las nalgas del omega. Loki hundió su cabeza y sus hombros en la cama, levantando aún más su trasero. Movió sus caderas, restregándose contra el falo sin poder esperar. Clint sentía su parte más animal rugir al ver a su omega tan ansioso por ser follado.
—Nnha- ¡Aah!—Loki gimió, derritiéndose en la cama.
—Jo... der...—jadeó.
Estuvo a punto de eyacular solo con eso. Aunque estaba dilatado por el celo, seguía siendo jodidamente estrecho. Se quedó inmóvil, con la cabeza inclinada hacia delante y los ojos cerrados. Quería embeberse por completo en aquella sensación.
—¿Ya estás mejor?—le preguntó a su omega, forzándose a reaccionar.
—Un minuto... déjame sentirlo.
Clint se dio cuenta de que Loki estaba en la misma situación que él; con los ojos cerrados, quería experimentar hasta el último matiz de aquellas sensaciones. Parecía estar en el paraíso.
Pero no duró mucho, pronto el alfa recibió un manotazo en la cadera.
—Muévete hacia atrás. No la saques—Loki se incorporó sobre sus manos y le forzó a tumbarse en la cama, sentándose sobre él, con movimientos muy lentos para que el miembro no saliera de su interior.
—¿Podrías darte la vuelta?—le pidió, ya que le estaba dando la espalda.
—No—le soltó otra fuerte palmada en el costado—. Esto es culpa tuya, mi ciclo siempre había sido estable. No entraba en mis planes—se quejó, cruzando los brazos frente al pecho.
—Lo siento. ¿Cambia mucho los planes?—acarició sus caderas, pero Loki apartó sus manos con sendos golpes al instante.
—No realmente, pero me molesta.
—Entonces... ¿cuál es el plan?
—Por ahora solo sé un buen alfa y fóllame hasta que se me pase el celo—apoyándose con ambas manos en sus muslos para mantenerse firme, Loki levantó su trasero y volvió a dejarse caer—. ¡Nhnn!
Clint se quedó boquiabierto. Después de todo aquella no era una mala posición, podía ver perfectamente cómo su miembro entraba y salía del apretado trasero, cómo le engullía como si no pudiera tener suficiente. Tuvo que aferrarse a las sábanas para no agarrarle, pero apenas era capaz de contener sus caderas.
—Tan... grande... Ahn...—Loki gemía de frustración. Se esforzaba por tener un buen ritmo, pero con cada movimiento sus piernas temblaban y apenas era capaz de sostenerse. El duro falo frotando en su interior enviaba descargas eléctricas por todo su cuerpo y sentía como si los pensamientos volaran de su mente hasta dejarla vacía—. Al... alfa...
Su voz era una súplica y Clint sabía que no conseguiría nada mejor de Loki así que estaba contento. Le agarró por las muñecas haciéndole enderezar su espalda, hundió los talones en el colchón y comenzó a embestirlo con fuerza. Loki dio un grito de sorpresa, que luego dejó paso a constantes gemidos cada vez que todo su cuerpo se sacudía con el movimiento del alfa bajo él. Echó la cabeza hacia atrás en un grito ahogado a la mitad y su interior se estrechó sobre la verga; Clint supo que había golpeado su próstata y se mantuvo en ese ángulo para continuar haciéndolo. El ritmo se aceleró hasta que la aturdida mente del omega ya no sabía distinguir si la estaba sacando o metiendo, solo sentía que removía su interior de forma brutal y maravillosa.
—¡¿Huh?! ¡¿Qué?!—se sorprendió cuando Clint se detuvo de golpe. Soltó sus muñecas, con rojas marcas de dedos, y le agarró por las caderas, levantándole un poco. El nudo se estaba hinchando en su verga, Loki podía sentirlo justo fuera de su entrada—. ¡No, no, no! ¡¡Mételo!! ¡Lo quiero dentro!
Intentó bajar él mismo, pero las manos del alfa lo sujetaron firme. Loki giró la cabeza y vio la sonrisa en el rostro de su pareja. No recordaba haber visto antes aquella expresión. Miraba el punto donde se unían sus cuerpos con deseo y con un toque... ¿perverso? Se estremeció al pensar que su alfa podría no ser el tipo buenazo que creía.
—¿Preparado?—le preguntó Clint, pero no esperó a por una respuesta.
Una nueva embestida y el nudo, casi en su plenitud, atravesó la entrada. Loki gritó ante el dolor inicial al ser penetrado por algo tan grueso y luego gimió por el placer de ser anudado. Alcanzó el clímax en ese mismo momento, temblando y gimiendo, y arrastró a su alfa consigo, exprimiendo su miembro hasta que comenzó a derramar la simiente en su interior. Ahora sí que estaba lleno; empalado, anudado y repleto de semen. Se sentía pleno, la mejor sensación que un omega podía experimentar. Se dejó caer de espaldas en brazos de su alfa, sin abrir los ojos, y comenzó a ronronear sin darse cuenta, restregando dulcemente su rostro contra el de su pareja en un gesto de intimidad. Su mente estaba vacía de pensamientos, se estaba dejando llevar por su instinto y sus sentimientos, donde no había cabida para el orgullo y la obstinación.
Durante el celo, el sexo pasaba por diferentes fases. Al principio, cuando el celo golpeaba más fuerte, el sexo era salvaje y descuidado. No pensaban, no buscaban cariño; el alfa solo quería llenar a su omega, embarazarlo, y el omega solo quería ser llenado, anudado y sentir su vientre lleno de semilla. Loki perdía el control, de sí mismo y de la situación. Seguía intentando dominar a su alfa, pero llegaba un punto en que simplemente todo pensamiento se desvanecía y su parte omega salía a la luz, sumiso y suplicante. Cuando esas oleadas de celo se volvían más suaves y sosegadas, el sexo se tornaba más profundo, más claro. Ya no era cuestión de llenar o ser llenado; se besaban y acariciaban, buscando en sus cuerpos los puntos más sensibles, placeres más allá de la penetración. Y Loki tenía el control. Con su mente más clara, el omega ordenaba y su alfa obedecía sus deseos, encantado de hacerlo. Hacia el final del celo, con sus cuerpos exhaustos por todo el ejercicio, se movían perezosamente. Aún no querían separarse, deseaban agotar hasta el último segundo de su tiempo juntos, pero el sexo ya no era importante, solo permanecer sumidos en el olor del otro, que ya no era solo el olor del otro sino el de ambos mezclados en un perfume perfecto.


Cuando Thor llegó junto a varios guardias a primera hora de la mañana, el arquero ya estaba vestido, sentado al borde de la cama. Tras él estaba Loki, con los ojos cerrados, desnudo y cubierto con las sábanas negras hasta la cintura. Clint se inclinó sobre el omega y le dio un fugaz beso sin que este reaccionara antes de levantarse de la cama. Se acercó a la entrada y la malla se abrió para dejarle pasar. Los guardias y Thor arrugaron la nariz ante el intenso olor que salió de la celda. Clint avanzó ante los guardias hasta salir de las mazmorras y luego siguió caminando solo por los pasillos del castillo. Cada vez más lejos, a niveles aún más inferiores que las mazmorras, lugares secretos que solo él conocía... hasta desaparecer.
A última hora de la noche, un estruendoso pelotón de soldados, con Thor a la cabeza, martillo en mano, bajaron a las mazmorras.
—¡¿Qué significa esto?!—gritó el Dios del Trueno a la celda de Loki, donde Clint esperaba sentado en la silla.
—¿A ti qué te parece? He despertado y estaba aquí encerrado, solo. ¿Dónde está Loki?
Thor rugió enfurecido.
—¡Esa maldita serpiente se ha escapado!—gritó sacudiendo su martillo. Los soldados se echaron para atrás por precaución.
—¿Cómo ha podido escaparse?—preguntó Clint levantándose, mostrándose enfadado.
—¡Usó su magia! Él tenía tu aspecto y tú el suyo. No pudimos distinguir su olor porque apestaba a vosotros. ¡Maldición! ¡Vamos, id a buscarle!—le gritó a los soldados, subiendo las escaleras.
—¡Sácame primero de aquí!—le pidió y, sin detenerse, Thor le indicó a un guardia que abriera la celda.
Nada más abrir la celda, el guardia también se marchó. Todo el mundo estaba buscando desesperadamente a Loki, como si a esas alturas no estuviera ya a mundos de distancia. Clint salió tranquilamente de la celda y regresó a su habitación. Allí esperó pacientemente a que las cosas se tranquilizaran. Tenía que conseguir borrar la sonrisa de su rostro.
Al día siguiente, un soldado se presentó en su habitación.
—Señor, debido a la huída de Loki, me envían a preguntarle si desea regresar a Midgard.
—¿Y Thor?
—Buscando a Loki.
Clint asintió con la cabeza. Ahora que su omega no estaba allí, ya no le querían en Asgard. Ni siquiera esperaría a ver si podían atraparlo. Aquella misma tarde, Clint estaba ya de vuelta en la Tierra. Lo único que se llevó consigo de aquel mundo fueron los libros para aprender asgardiano y el ejemplar de Los mitos de la magia. Regresó a su pequeño apartamento y esperó, apenas sin salir, y siguió esperando durante días. Acabó entreteniéndose allí del mismo modo en que lo hacía en Asgard, estudiando y traduciendo asgardiano. Al parecer, SHIELD no supo nada de su llegada porque nadie fue a visitarlo ni a decirle que volviera al trabajo. Bien, porque tenía otros planes.
Según pasaban los días, un oscuro temor de que tal vez hubiera sido abandonado por su omega amenazaba en el fondo de su mente. Pero lo enterró allí, en lo más profundo, porque sabía que Loki no le estaba utilizando, sabía que Loki compartía sus mismos sentimientos. Tenía que ser paciente.
Pasó un mes, y Clint pensó que era el momento. Si no se había adelantado, Loki debía de estar en celo en ese momento. Tendría que ir a verle para pasarlo con su alfa. Pero Loki no apareció. En ese momento, las esperanzas de Clint, que estaban en su punto álgido, se desvanecieron casi por completo. Si no le necesitaba a él para pasar el celo, Loki podía haber encontrado a otro alfa, tal vez uno al que controlara con su poder, o simplemente había conseguido pasarlo por su cuenta, como lo hacía antes de emparejarse. (Que lo hubieran capturado no era siquiera una opción). Aun así, siguió esperando unos cuántos días mientras se planteaba qué hacer. Debería volver al trabajo, pero no sabía cómo le mirarían los demás sabiendo que era el alfa del hombre que había estado a punto de invadir la Tierra. Ni siquiera sabía cuántas personas lo sabían aparte de los Vengadores y Furia.
Aquel día, mes y medio después de su vuelta a la Tierra, Clint estaba sentado en su sofá, con su carcaj entre las piernas y preparando sus flechas. Era hora de volver al trabajo. Sentía náuseas, sentía un punzante dolor en su pecho que se había hecho más agudo con el paso de los días. No quería tener que volver a trabajar porque eso significaba que había perdido a su omega, que le había engañado y utilizado, y no era esto lo que más le dolía, sino no poder volver a verle.
¡¿Por qué demonios había tenido que enamorarse de alguien como Loki?!
—¿Estás ocupado?
Su cuerpo reaccionó antes de que pudiera olerlo, apuntando al intruso con una flecha. Un segundo después esta cayó al suelo y Clint estaba abrazando a Loki. El rostro hundido en su cuello, sus labios besando su marca, le estrechó con fuerza entre sus brazos para asegurarse de que no era una ilusión.
—Nn... Mono idiota—murmuró Loki, sintiendo su cuerpo estremecerse ante el aroma de su alfa.
—Me has hecho esperar mucho—se quejó, sin apartarse un milímetro. Realmente no le importaba, solo quería desnudarlo, tumbarlo en el sofá y follarle hasta perder el conocimiento.
—Lo necesario. Ahora tenemos que darnos prisa.
—Ese... olor...—ese no era el olor habitual de su omega, había algo diferente, algo... algo.
—Sí. ¿Podemos irnos ya?

—Vámonos.

Continuará...

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