Fandom: Ookiku Furikabutte Pareja: Haruna Motoki/Mihashi Ren
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Shota
Clasificación: +18 Advertencias: Violación, Lemon
Capítulos: 1
Resumen: Mihashi se esconde en el almacén de gimnasia para escapar de los matones de su colegio cuando Haruna llega, necesitando también un lugar solitario para... ciertas cosas. Mihashi ve algo que no tendría que ver y es castigado por ello.
* * * * *
Para
mí empezó como cualquier otro día. En la escuela era como siempre
atormentado por otros alumnos, aunque jamás llegué a entender
porqué. Quizás por mi aspecto, con el cabello y los ojos más
claros de lo normal; o tal vez porque siempre estaba nervioso y me
asustaba por cualquier pequeña cosa, no por miedo sino porque me
sorprendía. Para poder comer tranquilamente, sin que nadie se
metiera conmigo y sin que la comida se me atragantara cada dos por
tres, me fui en la hora de la comida a mi escondite preferido: el
almacén del gimnasio. A esas horas nadie se acercaba a aquel lugar,
era tranquilo y solitario, no tenía que preocuparme por insultos de
nadie.
—
¡Ch' Puta mierda! ¿Dónde coño
podría meterme?—de pronto escuché unas groseras palabras de
alguien que entraba en el gimnasio.
Rápidamente
aparté el último cajón del potro y me metí dentro con mi caja de
bento, volviendo a cerrarlo sobre mí. Rogaba fervientemente porque
no se le ocurriera a quien fuera entrar en el almacén, quería
seguir con mi tranquila hora del almuerzo. Pero mis súplicas no
fueron escuchadas en lo más mínimo. La puerta se abrió, iluminando
levemente la oscura sala. Apenas podía ver por los pequeños y
alargados agujeros que había en las juntas de los cajones, pero pude
distinguir una silueta muy alta que no dudó en entrar en mi
santuario.
—Hmm…
Bueno, no está mal, servirá. No creo que nadie venga aquí—murmuró
cerrando la puerta tras de sí y encendiendo la tenue bombilla
amarillenta que parecía poder fundirse en cualquier momento.
Cogió
una colchoneta y la tiró en el suelo justo al lado del potro donde
me encontraba. Se sentó apoyándose contra el resto de colchonetas
apiladas. Sin acercarme mucho a las ranuras y sin hacer ruido para no
ser descubierto, observé a aquel indeseable intruso. Aquel chico no
me resultaba desconocido, era muy popular en el colegio aunque no
precisamente por cosas buenas. Su nombre era Motoki Haruna, un
estudiante de tercero famoso por saltarse las clases y por hacer de
todo para que le expulsaran. Tenía el cabello alborotado y negro
algo azulado. Sus ojos grandes y algo rasgados, eran color café y
estaban entrecerrados de aburrimiento. Llevaba la camisa blanca del
uniforme con los dos primeros botones abiertos y por fuera de los
pantalones negros; las zapatillas habían dejado de ser blancas,
estaban completamente pintarrajeadas.
Sacó
una revista de la mochila que llevaba, un paquete de cigarrillos y un
mechero. Puso un cigarro entre sus finos labios y lo encendió. Con
la llama del mechero pude algo mejor su rostro y por un momento me
pareció bastante atractivo. Echó una larga calada y pareció
disfrutar bastante expulsando el humo. Puso la revista, que no pude
llegar a ver bien de qué era, entre sus piernas y comenzó a
hojearla aunque no parecía detenerse mucho en los artículos.
Me
estaba empezando a molestar, no tenía pinta de que se fuera a ir
pronto. Con él ahí no podía seguir comiendo o escucharía el ruido
y me descubriría. Además el pestazo a tabaco me resultaba sumamente
desagradable. Sin interesarme más en Haruna y esperando que tan solo
se quedara hasta terminar el cigarrillo, me llevé a la boca los
palillos que sabían a tortilla.
Entonces
su respiración se volvió cada vez más pesada. ¿Acaso se
encontraba mal? Escuché también los chasquidos de algo metálico y
una cremallera bajarse. Volví a asomarme y tuve que contener un
grito al ver que Haruna comenzaba a masturbarse. Con el cigarrillo
entre los dedos de su mano izquierda y la erección ya húmeda en la
derecha, no dejaba de observar la revista que supuse una porno. Mi
corazón latía muy fuerte, me puse nervioso hasta el punto casi de
ahogarme, temblaba de pies a cabeza. ¿No se supone que aquello
estaba prohibido, tanto fumar como masturbarse? No lograba entender
cómo se le ocurría hacer eso en el colegio. Pero por alguna razón
no podía quitarle los ojos de encima. Su rostro estaba acalorado,
con las mejillas algo sonrojadas; su mano se movía cada vez más
rápido sobre la verga más grande aún que al principio y sus dedos
acariciaban la punta goteante. Se llevó el cigarrillo de nuevo a la
boca y tras unos segundos echó el humo directamente contra el potro
y, sin poder evitarlo, entró en mi garganta y comencé a toser con
los ojos llorosos e irritados.
—
¿¡Hah!? Pero qué- ¿¡Quién
demonios está ahí!?—exclamó sorprendido.
Se
levantó y dio una patada al potro, tirando a un lado un par de los
cajones. Aterrado miré hacia arriba y, para mi sorpresa, vi aparecer
una sonrisa perversa en su rostro.
—Vaya,
vaya, una ratita comilona se ha colado en el gimnasio—rió clavando
en mí aquella brillante mirada.
Me
agarró por el cuello de la camisa como si fuera un gato y me sacó
del potro, tirándome sobre la colchoneta.
—No
esperaba encontrarme con un mirón—rio arrodillándose entre mis
piernas—. ¿Has disfrutado del espectáculo? Por cómo está esta
parte, veo que sí—presionó con sus dedos mi entrepierna y me
sorprendí al descubrir que yo también estaba erecto.
—C-c-claro
q-que… ¡no!—tartamudeé avergonzado.
Le
aparté de un empujón y salí corriendo pero cuando llegué a la
puerta Haruna la bloqueó con su mano y me empujó contra ella,
presionando su cuerpo contra mi espalda. Pude sentir contra mis
pantalones el calor y la dureza de su erección y su aliento erizó
los cabellos de mi nuca.
—No
puedes salir en este estado, chico. Todos se reirán de ti si te ven
empalmado por ahí. Además, por tu culpa no he podido terminar así
que tendrás que tomar la responsabilidad—me dijo notablemente
divertido.
—N-n-no…
Yo no…—no entendía bien qué era lo que quería pero no podía
ser nada bueno viniendo de aquel tipo de chico.
—No
te estoy dando a elegir, es tu culpa por andar espiando como un
degenerado—me susurró con una sombría voz.
Su
lengua lamió mi oreja y mis piernas temblaron. Durante un momento mi
mente se quedó en blanco, me sentí débil. Haruna aprovechó eso
para llevarme contra las espalderas y atar mis manos a ellas con mi
propia corbata. Me había dejado de puntillas, apenas podía tocar el
suelo con la punta de mis pies.
—
¿Q-qu-qué vas a-a-a hacer…?—le
pregunté comenzando a temblar de arriba a abajo.
—Mirándote
bien eres bastante lindo, con el pelo tan claro y este rostro
infantil—me dijo observándome detenidamente—. Podremos
divertirnos un rato.
Su
mano se deslizó por mi camisa, desabrochando hábilmente todos los
botones hasta dejar mi pecho al descubierto.
—
¡Wao! Que piel más pálida y
tus tetillas son muy rosadas—Haruna se relamió los labios—.
Pareces una fruta lista para ser devorada.
—N-n-no
por favor…—le supliqué pegándome cuanto podía a las
espalderas, intentando apartarme inútilmente de él.
Pero
Haruna no me hizo caso alguno. Deslizó sus dedos sobre mi pecho,
apenas rozándome con la punta. Me estremecí y un suspiro se escapó
de mi boca.
—
¡Ju! Parece que eres muy
sensible. Apenas te toco y ya reaccionas de esa forma. Incluso aquí,
está palpitando—presionó con su rodilla mi erección y mi cuerpo
se sacudió.
Sus
manos se deslizaron más intensamente por mi pecho y pellizcó mis
pezones como si yo fuera una mujer. Lo peor era la risilla que
escuchaba, burlándose de mí, cada vez todo era más vergonzoso y no
podía controlar las reacciones de mi propio cuerpo. Haruna se
inclinó sobre mi pecho y lamió mis tetillas, mordisqueándolas sin
preocuparse del dolor que me hacía. Me sentía tan frustrado y era
una sensación tan extraña que las lágrimas comenzaron a brotar
descontroladas por mis ojos.
—Oye,
no me importa que llores, es bastante excitante, pero baja el volumen
o nos escucharán desde fuera. Y no querrás que te vean en esta…
comprometida posición, ¿verdad?—rió con una maliciosa mirada.
Su
lengua tan caliente se deslizaba por mi pecho hasta mi ombligo,
empapando mi cuerpo de saliva. Me estremecía, apenas podía
sostenerme sobre la punta de mis pies. Metió sus manos en mi
pantalón, desabrochándolo con los dientes, y los bajó junto a mis
calzoncillos.
—
¡E-espe-! ¡Hic! ¡Espera!
¡Nn…! ¡Qué vas-!—dije entre lloros.
—Ya,
ya, no patalees o tendré que atar también tus piernas—gruñó
amenazante.
Haruna
se arrodilló frente a mí y puso mis piernas sobre sus hombros, con
su rostro muy cerca de mi sexo. Su lengua recorrió mi miembro de
abajo a arriba y se lo metió en la boca, subiendo y bajando sin
dejar de acariciarlo. Era una sensación tan abrumadora y extraña
que me estaba volviendo loco. Mi mente se quedaba en blanco y no
podía controlar aquel sublime placer. Hasta tal punto fue así que
no tardé en venirme dentro de su boca con un intenso orgasmo como
nunca lo había sentido. Pude ver con los ojos húmedos y
entrecerrados, cómo Haruna tragaba hasta la última gota de mi semen
y se relamía como si fuera delicioso. Mi rostro ardía,
probablemente estaba más rojo que nunca, pero no era el único lugar
de mi cuerpo encendido. A pesar de acabar de correrme todavía seguía
duro.
—Vaya,
qué chico más enérgico. Eso significa que puedo continuar,
¿cierto?—me levantó aún más sujetándome por el trasero.
—Co-co-con-…—tartamudeé
asustado.
—Fufufu…
Pareces una gallina—rió.
—
¿¡Co-continuar!? ¿¡Q-qué
más…!? ¡Uhn…!—mi corazón saltó en mi pecho cuando sentí la
lengua de Haruna en mi agujero—. ¡Gya! ¡No! ¡Para! ¡Se siente
raro!
Pero
Haruna no me escuchó lo más mínimo. Su lengua frotó mi entrada,
mojándola con su saliva, y en cuanto pudo la metió, moviéndola en
círculos dentro. Sentí que estaba a punto de caer con la corbata
casi desatándose pero me agarré a la barra de la espaldera. Me
sacudí, golpeé su espalda con mis piernas pero no sirvió de nada.
—
¡Qué molesto! ¡Ya me cansé!
Pensaba prepararte para que no te doliera pero, ya que te niegas a
ello, lo haré directamente—se quejó molesto.
Haruna
se levantó y sujetó mis pies contra las espalderas casi a la altura
de mis manos. Frotó su erección contra mi trasero, estaba tan
caliente y duro que me dejó sin aliento. Forzó la cabeza de su
miembro por mi entrada y lo metió lentamente, ayudado por los
fluidos que ya salían de él. Era tan doloroso que no podía
contener los gritos que ensordecían mis oídos. Solo quería
soltarme, liberarme, era algo terrible, mis lágrimas se volvían una
catarata incesante. Pero cuando vi la figura de Haruna sobre mí,
ocultando la luz de la bombilla, con el rostro acalorado y las gotas
de sudor cayendo por él, me quedé fascinado, extasiado por aquella
seductora imagen. Sus ojos café se fijaron en los míos y sonrió.
Se inclinó sobre mí y sus labios se juntaron con los míos en un
tierno beso con sabor a cigarrillo. Antes de darme cuenta, sin que se
separaran nuestras bocas, sentí su miembro pulsante ya completamente
dentro de mí.
—Eres
realmente apretado, tus paredes casi no me dejan moverme—me susurró
mirándome fijamente, apenas apartándose de mí.
Me
agarró por las nalgas y comenzó a salir lentamente y a volver a
entrar antes de sacar su miembro del todo. Tan despacio y tan
profundo que mi cuerpo vibraba y unos gemidos suaves y agudos salían
de mi garganta como suspiros. El dolor se atenuaba y se transformaba
en placer, un placer que nunca antes había sentido.
—Haru…
Haruna… no tan lento… me vendré otra vez—le pedí sin poder
soportarlo.
—
¿Um? No recuerdo haberte dicho
mi nombre, ¿es que ya me conocías?—me preguntó extrañado.
—To-todos
te… conocen…—contesté entre jadeos—. Eres fa-famoso en la
escuela…
—Oh,
ya veo. En ese caso yo también quiero saber tu nombre—vio que
estaba reticente a decirle, aunque en realidad simplemente las
palabras no salían de mi boca—. Si no me lo dices no iré más
rápido como quieres, no me moveré más.
No
creí que la idea de detenernos me asustaría tanto. Todo mi cuerpo
se revolvió y yo mismo intenté mover mis caderas para evitar que se
detuviera.
—
¡Re-re-ren! ¡Ren
Mi-mihashi!—tartamudeé apurado.
—Encantado
de conocerte Ren. Bien entonces, sigamos. Me moveré más rápido
dentro de ti como querías—susurró satisfecho.
¿Por
qué tenía que decirlo? Era tan vergonzoso. Lo peor era la manera en
que yo estaba comenzando a disfrutar de aquello. Haruna se movió más
rápido poco a poco, embistiendo hasta el fondo. Los sonidos húmedos
de nuestros cuerpos chocando y los fluidos cada vez más abundantes
me resultaban demasiado obscenos. Pero pronto todo dejó de
preocuparme, no pude pensar en nada, mi mente estaba invadida por el
tremendo placer que suponía tener el miembro de Haruna en mi
interior, frotando aquel punto que hasta el momento desconocía. De
pronto la corbata se soltó y creí que iba a caer, pero Haruna me
sostuvo solo con sus brazos y su verga sin necesidad de apoyarme en
ningún sitio. Rodeé sus hombros con mis brazos y ahogué mis
gemidos en su boca, manchando sus mejillas con mis lágrimas. Las
arremetidas se volvieron cada vez más salvajes con nuestros cuerpos
encendidos frotándose hasta que ambos nos corrimos sacudiéndonos
bruscamente. Mi interior se llenó con el semen de Haruna y el mío
manchó nuestros vientres. Mi mente se nubló, estaba completamente
agotado y todavía en sus brazos perdí el conocimiento.
Cuando
abrí los ojos me di cuenta de que estaba tumbado sobre las
colchonetas apiladas. Tenía la ropa puesta y más o menos arreglada
y mi interior también había sido limpiado. Estaba completamente
solo, no había ni rastro de Haruna en el almacén, tan solo un leve
olor a cigarrillos. Las clases ya habían terminado, era la primera
vez que me las saltaba.
No
me volví a encontrar con Haruna aquel día y tampoco le vi a la
mañana siguiente. Y la verdad es que no sabía porqué quería
verle, pero me sentía muy ansioso, mis ojos le buscaban
constantemente. A la hora de la comida fui de nuevo al almacén de
gimnasia, quizás con la esperanza de que Haruna apareciera allí
para fumarse un cigarrillo. Pero no fue así, Haruna no regresó al
almacén. Debí haberlo supuesto, Haruna tan solo había hecho eso
conmigo porque era yo quien estaba escondido en el potro. Lo habría
hecho igualmente si hubiera sido cualquier otra persona. Mi pecho
comenzaba a doler aún más que mi trasero y también sentía el
estómago revuelto y unas terribles náuseas. A lo largo del día me
fui convirtiendo en una especie de zombi que no atendía a nada de lo
que sucedía a su alrededor.
Salía
ya del colegio, sin esperanza alguna de volver a verle, cuando
escuché una voz a mi espalda.
—
¡Hey, Ren! ¿Quieres venir a mi
casa a “jugar”?
Me
quedé petrificado. Tenía miedo de darme la vuelta y que hubiera
sido solo una ilusión acústica. Pero no lo era, Haruna estaba allí,
mirándome con aquella perversa expresión.
—
¡Ha-ha-haru-runa…! Po-po-por
qué…—ni siquiera era capaz de organizar las palabras en mi
cabeza.
—
¿Vienes a divertirte un rato o
no?—me preguntó sonriente, acercándose a mí.
—
¡S-sí!—simplemente contesté
con sinceridad lo que más deseaba sin preocuparme de la vergüenza o
de lo que sucedería después.
ooohhh ame este one shot de verdad esta serie se me hizo muy dulce y aaahhh demasiado fanservice.!!!!
ResponderEliminarEstuvo taaaaaan genial ¿cabe la posibilidad de una segunda parte?
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado. Me temo que no habrá segunda parte, hace ya demasiado tiempo que lo escribí (y no me suele gustar escribir segundas partes)
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