Título: Un Omega en la Unidad
Fandom: Mentes Criminales (crossover con Hemlock Grove y The Strain)
Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid y otras
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omegaverso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Violencia
Capítulos: 5 (5 de 5) FIN
Resumen: Para poder permanecer trabajando en la Unidad, Reid le ha ocultado a todo el mundo que es un omega y nunca ha buscado un alfa, pero está llegando a una edad en la que su cuerpo sufrirá graves daños si no se empareja pronto con uno. El único que sabe de su condición es Hotch, pero este no permite que ningún alfa se acerque a él por miedo a que decida prohibirle trabajar.
Capítulo 5
—No me esperaba eso, no es habitual ver algo así—comentó
Morgan.
—Nada de lo que hemos visto es habitual, por
suerte—respondió Prentiss.
—Aún no entiendo por qué hacían eso, para qué era el ritual.
—¿Qué importa eso?—preguntó el jefe de policía—. Ya los
tenemos y con las manos en la masa, no podrán volver a hacer daño a nadie.
—A nosotros nos importa—respondió Reid—. Saber sus motivos,
entender por qué lo hacían, puede ayudarnos a comprender a otros asesinos en
serie. Los asesinos en serie rituales no son habituales así que sería una
información valiosa, quizás la próxima vez podamos evitar que maten a otra
familia.
—¿Qué estás pensando?—le preguntó Hotch.
—Me gustaría hablar con él, como omega. Peter Rumancek es un
omega dominante, nunca se abrirá ante un alfa, solo conseguiríamos que se
cerrara en banda. Puede que yo consiga algo.
—Usted es beta, ¿qué...?
—Está bien, ve a ducharte—le dijo Hotch, ignorando al jefe
de policía.
Con Morgan guardando la puerta para que nadie más entrara,
Reid se duchó en el vestuario de los policías, eliminando el olor beta de su
cuerpo. Inspiró hondo para tranquilizarse ya que ahora tenía que controlar sus emociones
para que su olor no lo delatara y entró en la sala de interrogatorios. Peter
Rumancek estaba allí sentado, con una pose relajada, con el aspecto de un joven
delincuente, un macarrilla. Nadie imaginaría que había cometido quince
asesinatos en tres noches. Tampoco parecía preocupado por ello, se había echado
largos sueños durante toda la noche a pesar de haber permanecido encerrado en
aquella sala.
—Buenos días, soy el doctor Spencer Reid, del FBI. Puedes
llamarme Spencer. ¿Quieres tomar algo? ¿Un café?
—Hoh, un omega en el FBI, eso debe de ser duro—sonrió el
joven, observándolo de arriba abajo.
—Sí, algunas veces. Peter, ¿te parecería bien hablar un rato
conmigo?—le preguntó antes de sentarse a la mesa.
—¿Tengo otra opción?
—Por supuesto, si no quieres hablar conmigo me iré—hizo
ademán de dirigirse a la puerta.
—Nah, está bien, toma asiento—hasta entonces había sido
desagradable y algo agresivo con todos los agentes que se le habían acercado,
pero Reid no parecía preocuparle.
—Gracias—Spencer se sentó frente a él y dejó una carpeta
sobre la mesa—. Me gustaría preguntarte sobre el ritual que realizabais.
Fue colocando frente a Peter las fotografías del último
escenario una a una. No se centraban en los cuerpos como solía suceder, sino en
los componentes del ritual: las velas, la cuerda, la bebida, el cuenco con
ojos, los órganos extraídos de las víctimas, el círculo formado por estas y las
monedas en sus bocas. El joven las miraba una a una sin mostrar ninguna
reacción ante ellas, como si no fueran más que dibujos.
—¿Podrías explicarme el significado de esto, de vuestro
ritual?—no estaba usando un tono acusatorio, solo quería saber.
—¿Alguna vez has deseado no ser un omega?—preguntó Peter—.
No ser tratado como una criatura inútil e indefensa, nacida para procrear,
ignorante, necesitada toda su vida de un tutor por ser incapaz de tomar
decisiones por sí misma. Una criatura que solo existe para satisfacer el deseo
y las necesidades de los alfas. ¿Alguna vez has deseado haber nacido alfa?
—¿Para eso era el ritual? ¿Para convertirte en un alfa?
—Y luego está el momento en que el omega se enamora—continuó
ignorando su pregunta, sin preocuparle tampoco que no le respondiera porque no
necesitaba que lo hiciera, ya sabía la respuesta—. Ese momento en el que tus instintos
se imponen a tu racionalidad y lo único que deseas es presentarte ante tu alfa
y ofrecerte para llevar a sus crías dentro. Ese momento en el que te conviertes
en una criatura nacida para procrear que solo existe para satisfacer el deseo y
las necesidades de su alfa—apoyó los brazos sobre la mesa y se inclinó hacia
delante, mirándole fijamente—. Aún eres virgen, pero apuesto a que ya lo has
sentido.
—Eso es lo que sientes por Roman—le resultó difícil
encontrar su voz por un momento porque tenía razón, lo había sentido y se había
avergonzado de ello.
—No, eso es lo que siente Roman por mí. Y yo quiero follarle
y llenarlo con mi semen hasta dejarlo embarazado y marcar su cuerpo por todas
partes para que todos sepan que es mío. Quiero tenerlo de rodillas delante de
mí, abriendo ese precioso culo suyo para mí. Quiero encerrarlo en mi habitación
y que no pueda salir jamás porque su único propósito en la vida es satisfacer
mis deseos y necesidades, y él estaría totalmente dispuesto a hacerlo.
—Oh... Ahora lo entiendo, para eso era el ritual, por un
lado para invertir vuestros géneros y por el otro para estar unidos para
siempre.
Peter fue tan veloz que Spencer no tuvo tiempo de
reaccionar. Antes de percatarse de lo que sucedía, su cabeza golpeó contra el
suelo y tenía al asesino arrodillado sobre él, con una mano sujetándolo por el
hombro y con la otra apretando su garganta. Los intensos ojos grises parecían
poder mirar en su interior.
—Lo conseguimos, llegasteis demasiado tarde y ahora él es
mío, lo será para siempre. Espero que sientas lo mismo que yo alguna vez, jamás
he estado tan completo, no puedes ni imaginar cómo se siente.
La puerta se abrió con un estruendo. Hotch apartó a Peter de
una patada y se lanzó sobre él. Le agarró del cuello de la camiseta y le soltó
un puñetazo en la cara y después otro y...
—¡Aaron, para!
La voz de Reid le hizo detenerse al instante. El omega le
agarró del brazo y le apartó, abrazándose a él para evitar que volviera a
saltar sobre Peter. Esperó a que los agentes se llevaran al preso, sangrando
por la nariz y el labio, y se quedaron solos en la sala de interrogatorios.
Podía sentir la ira emanando del alfa y solo pudo abrazarle más fuerte para
intentar que se tranquilizara.
—Está bien, yo estoy bien. No te preocupes, Aaron—le decía
con voz suave mientras acariciaba su espalda con una mano.
—No debería haberte dejado entrar—masculló entre dientes.
—Era necesario, ha sido lo correcto. Aaron, no ha pasado
nada, no es la primera vez que sucede algo así.
—¡No puedo permitir que te hagan daño, no puedo...!—cuando
miró al omega se dio cuenta de que este no estaba asustado y entonces se
percató de que olía a excitación—. Spencer...
El omega levantó su rostro sonrojado, apretando nervioso los
labios. Era un hombre civilizado, no debería haber sido así, pero se había
excitado al ver al que iba a ser su alfa golpeando a ese chico para protegerlo.
Presionó su cuerpo contra él y el calor aumentó entre ellos. Hotch acarició su
mejilla y por un momento pensó que al fin iba a besarle, pero en lugar de eso
se apartó y se dirigió a la puerta de la sala.
—Aún no es el momento—le dijo antes de marcharse.
Reid solo quería gritar. ¡A la mierda el momento! No le
importaba que aún estuviera técnicamente casado, no le importaba convertirse en
el amante, solo quería satisfacer su cuerpo hambriento y necesitado. Solo
deseaba presentarse ante tu alfa y ofrecerse para llevar a sus crías dentro,
como Peter había dicho. No le importaba convertirse en una criatura nacida para
procrear que solo existiera para satisfacer el deseo y las necesidades de su
alfa, siempre que este fuera Hotch. Pero sabía que el alfa no cedería, tenía
que hacer las cosas de forma correcta.
Sin el olor beta para ocultarlo, todos se percataron de su
excitación. No quiso masturbarse, eso habría sido aún peor, así que se contuvo
e intentó ignorar la mirada de todos los alfas del departamento de policía.
Unas horas más tarde, sin haber conseguido que Roman soltara más que insultos y
tacos, se subieron al avión de regreso a casa.
Como si fuéramos unos
animales, en cualquier parte con un plástico nos vale, que estamos solos y no
hay nada que nos pare, nada que nos separe. «Animales», Pereza.
—No termino de entender por qué hicieron eso—comentó Morgan,
sentado frente a Reid mientras los demás dormían o simplemente descansaban—. Si
hubieran sido dos alfas o dos omegas habría tenido más lógica, pero ya eran un
alfa y un omega, ¿por qué tenían que cambiar?
—Para poder hacerse feliz el uno al otro—respondió Spencer—.
No es habitual que un alfa quiera ser un omega, pero sí es relativamente
frecuente que los omegas quieran ser alfas o betas. Peter debería haber nacido
alfa, pude sentirlo, lo veía como a un alfa. Y Roman solo quería ser controlado
y dominado, ser sumiso ante un alfa, debería haber nacido omega. Pero a veces
la naturaleza se equivoca. Sin embargo, se encontraron el uno al otro.
Encontraron a otra persona igual a ellos, viviendo con un género que no le
correspondía. Se complementaban perfectamente. Han hecho esto ahora y no antes
de conocerse porque no lo hacían por sí mismos sino por el otro. Peter quería
ser un alfa porque era lo que Roman necesitaba y Roman quería ser un omega para
Peter. Si no se hubieran conocido, es probable que jamás hubieran intentado
nada parecido, se habrían conformado con la vida que tenían por mucho que
odiaran su género, pero conocerse les hizo comprender que tenían que corregir
el error que había cometido la naturaleza. El método que escogieron fue solo el
que tenían más a mano, Peter se crió entre ritos gitanos, es lo que conoce. Y
no creo que ninguno controlara al otro, ambos son psicópatas, se ayudaron
mutuamente a dar el paso.
—Parecen almas gemelas.
—Lo son.
Aún era de día cuando llegaron a Quántico, pero no habían
dormido en toda la noche así que Hotch les permitió marcharse a casa. Había
sido un caso mental y anímicamente agotador. Habían llegado tarde y dos padres
y tres niños más habían muerto. Habían fallado y nunca se lo perdonarían, pero
tenían que superarlo para que la próxima vez no se repitiera lo mismo.
El día siguiente resultó bastante lúgubre en la oficina, lo
único que querían era irse a casa. Por suerte no entró ningún caso y a su hora
ya se estaban preparando para marchar.
—Reid, ¿puedes venir?—le pidió Hotch desde la barandilla.
Spencer se despidió de sus compañeros y subió al despacho de
Hotch. Estaba aterrado, tenía miedo de que hubiera decidido sacarle de la
Unidad después de lo que había sucedido con Peter. No era la primera vez que
pasaba algo así, pero el hecho de que sucediera mientras era omega podría haber
sacudido el instinto protector de su jefe.
Encontró a Hotch de pies junto al escritorio con una hoja en
la mano. Se la entregó sin decir nada.
—Si esto es sobre... Ah.
No, no tenía nada que ver con lo que estaba pensando, ni de
lejos.
—Ayer decidí que ya estaba cansado de esperar. Llamé a unos
contactos y me acaba de llegar esto.
Reid no podía creerlo, tenía entre sus manos el certificado
de divorcio de Hotch. Por fin. Quiso decir algo, quizás felicitarle, pero antes
de darse cuenta ya tenía los labios de Aaron sobre los suyos. El papel cayó de
sus manos y sus piernas temblaron. No sabía qué hacer, tenía la mente en
blanco, ese era su primer beso (por vergonzoso que resultase a su edad). Y era
Hotch, Aaron, quien se lo estaba dando. Sintió los brazos de su compañero
rodear su cintura, juntando sus cuerpos, y solo pudo echar los brazos alrededor
de su cuello. Sentir el fuerte cuerpo de Aaron contra el suyo le hizo gemir,
pero ni siquiera se dio cuenta, estaba completamente absorto en el experto
beso, en la lengua acariciando el interior de su boca y los dientes mordiendo
sus labios con suavidad. Aaron solo liberó su boca cuando ya no le quedaba
aliento.
—Jack está en casa, tendremos que hacerlo aquí—podrían
hacerlo en el apartamento de Spencer, pero quería que fuera en su territorio,
lo cual significaba su casa o la oficina.
—No tenía... intención de salir de aquí sin
hacerlo—respondió el joven, con sus mejillas sonrojadas, inclinándose en busca
de otro beso.
Aaron sonrió contra sus labios. Podía sentir su excitación y
era tan evidente lo desesperado que estaba. Era adorable. La parte más
pervertida de él quería salir para jugar con ese lindo omega virgen. Lo haría y
se divertiría mucho, pero había asuntos más urgentes. Le desató la corbata y
besó su caliente mejilla, su oreja, su mandíbula y finalmente su cuello.
Desabrochó la camisa y la tiró al suelo junto con la chaqueta. Spencer
instintivamente mostró su pálido cuello, ofreciéndoselo al alfa. Aaron lo lamió
y besó, sintiendo los suspiros de su compañero, pero no se atrevió a morderlo
porque aún no quería marcarlo. Pero sabía dónde lo haría.
Dejó que se apoyara contra el escritorio porque sus piernas
no le sostendrían por mucho más tiempo y siguió descendiendo por su delgado
torso. Tomó en su boca el rosado pezón y succionó, consiguiendo un delicioso
gemido. Spencer se aferró a sus hombros y apretó los muslos, ya estaba goteando
y sabía que solo iría a más.
—A-Aaron, por favor...
—¿Qué pasa, Spencer?—le preguntó como si no lo supiera ya.
—Nh... Hazlo ya... por favor...—era un impulso tan fuerte
que apenas podía controlarlo. Quería desnudarse y presentarse para su alfa, necesitaba hacerlo.
—Tranquilo, lo haré—acarició tiernamente su rostro, besando
su mejilla—, pero cuanto más excitado estés más húmedo y dilatado te podrás
para mí y será más fácil. No quiero hacerte daño en tu primera vez.
Quizás habían sido palabras para relajarlo, para darle
paciencia, pero Spencer se puso de un rojo intenso hasta su cuello. Pensar que
su jefe iba a verle de ese modo, en el estado en que solía ponerse cuando
llegaba el celo, le hizo querer salir corriendo. Pero entonces Aaron se desató
la corbata y se desabrochó la camisa, y el omega no podía dejar de mirar.
Descubrió su amplio torso y ya no tenía remedio, debía de haber una mancha
incluso en sus pantalones. Pero se sintió aliviado al darse cuenta de que el
alfa estaba tan excitado como él. Su erección estaba a punto de reventar los
pantalones y emanaba un olor tan intenso que lo abrumaba. Se afectaban
mutuamente, el olor de uno hacía que el otro se excitara y viceversa, de ese
modo solo podía ir a más.
Extendió las manos y acarició su musculoso pecho, tan
diferente del suyo escuálido. Se inclinó y besó la clavícula y el cuello
mientras sus manos acariciaban los hombros. Sería tan agradable ser abrazado
por ese cuerpo durante largas horas en la cama. Aaron sonrió y agarró su
trasero. Se escuchó el sonido húmedo de la lubricación entre sus nalgas y no
pudo reprimir un gruñido al pensar que ya estaba tan mojado por él. El omega se
estremeció entre sus brazos y presionó contra él, frotando ambas erecciones a
través de la ropa. Aaron ya no pudo contenerse más. Le agarró por los cabellos
y le dio un rápido y rudo beso.
—Preséntate, en el escritorio—le ordenó y apartó de un
barrido todo lo que podía estorbar encima de la mesa, sin importarle lo que
fuera.
Emocionado, Spencer se quitó los pantalones y los
calzoncillos mojados, se deshizo de toda la ropa y se inclinó sobre el
escritorio, apoyando el pecho y la cabeza sobre él. Abrió las piernas y separó
sus nalgas con las manos. La lubricación se deslizaba por sus muslos y su
miembro erecto goteaba sobre el suelo, Aaron nunca había visto nada tan
hermoso.
—Alfa... Alfa... lléname, por favor...—suplicó el omega,
completamente desesperado.
Pero Aaron tenía pensada otra cosa primero. Se arrodilló
tras él y agarró sus nalgas antes de hundir el rostro en el húmedo trasero.
Inspiró profundamente y lo sintió recorrer su cuerpo como la droga más intensa.
Lamió la piel mojada de los muslos, las bolas y el perineo antes de deslizar la
lengua en el rezumante agujero. El cuerpo de Spencer se sacudió y escuchó sus
agudos gemidos, pero estaba demasiado absorto como para prestar atención a sus
débiles negativas. Lamió su agujero y bebió el delicioso néctar mientras lo
abría con sus dedos. Era estrecho, como se esperaría de un virgen que ni
siquiera estaba en celo, pero tenía lubricación de sobra.
Estaba tan absorto que ni siquiera se percataba de que el
joven se corría por primera vez contra el escritorio con solo el placer de su
lengua. Aquello era lo más erótico y delicioso que había probado nunca. Estaba
a punto de correrse en sus pantalones, pero eso sería inaceptable. Se incorporó
y liberó su palpitante erección. Sujetó al omega con una mano por la cadera y
guió su miembro con la otra. Entró lentamente, sintiendo el intenso calor que
lo aguardaba dentro. Su cuerpo le decía que lo penetrara hasta el fondo de una
embestida, pero nunca se perdonaría hacerle daño. El interior se fue abriendo,
adaptándose a su forma como si hubiera nacido para ello.
El omega gemía como
un gatito bajo él. No escucharía nada de lo que le dijera y ya era incapaz de
hablar e incluso, por primera vez en su vida, de pensar. Su parte racional, sus
pensamientos, se habían esfumado. En ese momento no era más que un omega que se
había rendido por completo a los instintos de su cuerpo. Y jamás se había
sentido tan libre. La enorme verga lo perforaba, llenaba un vacío que nunca
había sabido saciar. Ser tomado por su alfa no podía compararse a nada de lo
que hubiera intentado durante el celo. Aquello era simplemente felicidad.
Pero faltaba algo, echaba algo de menos y lo necesitaba
tanto como necesitaba ser llenado. No se atrevía a pedirlo porque tal vez no
quisiera dárselo, pero su inquietud hizo que Aaron reaccionara.
—Shh, tranquilo, ¿duele?—le preguntó, acariciando sus
revueltos cabellos.
Spencer negó con la cabeza y le miró de reojo, con lágrimas
a punto de derramarse por lo abrumado que se sentía.
—Alfa... márcame...—pidió con voz temblorosa. De pronto
sintió que el miembro crecía aún más en su interior y miró a su alfa
sorprendido.
—Ngh... Spencer...—gruñó casi como un animal.
¿Cómo podía resistir aquello? El nudo de su verga comenzó a
hincharse y se aseguró de estar completamente dentro cuando lo hizo.
—Nh... Nhah... Al... Alfa... Ah...—Spencer gemía a punto de
correrse de nuevo al sentir el bulto crecer en su interior. Ninguno de los
nudos artificiales que había probado podían compararse a eso. Encajaba
perfectamente con su interior y su cuerpo reaccionaba a él, contrayendo sus
paredes para estimularlo. Y entonces sintió los dientes en su cuello y su piel
se rasgó y no pudo más. El omega se corrió con un intenso gemido al tiempo que
su alfa lo marcaba, un largo orgasmo que siguió hasta que consiguió que Aaron
también se viniera en su interior, en lo más profundo, tan abundante que pensó
que, aun sin estar en celo, podría quedare embarazado de sus crías en ese
momento.
Exhaustos y con sus cuerpos unidos durante aún media hora,
Aaron llevó consigo a Spencer hasta el sofá de su despacho y se tumbó con él
encima, dejándolo descansar.
—Aaron...
—Descansa, duerme—susurró, acariciando sus cabellos y su
rostro.
—No puedo, lo siento dentro, aún estás...—de vez en cuando
aún vertía más semilla en su interior, a pesar de que ya estaba tan lleno.
—Sabes cómo funciona, aunque no lo hayas hecho antes.
—Las paredes internas de mi intestino estimulan tu pene con
el fin de extraer la mayor cantidad posible de esperma—recitó como si lo leyera
de un libro.
—Para dejarte embarazado cuanto antes—añadió, acariciando en
círculos su vientre.
—¿Quieres... tener un hijo conmigo? Ya tienes a Jack así que
pensé que...
—Adoro a Jack, es lo más importante en mi vida, y sentiré lo
mismo por nuestro hijo. Quiero crear una familia contigo, incluyendo a Jack en
ella. Sé que serás una buena madre para él y para los hijos que tengamos.
Hueles a caramelos, ¿recuerdas?
Spencer sonrió. Siempre había sentido un hormigueo en su
vientre cuando le oía hablar de Jack o de hijos y ahora entendía por qué. Era
un buen padre, un buen jefe y sería una buena pareja para él. Con muchos años
de retraso, pero había escogido al alfa adecuado.
FIN
FIN
AAAAAAHHH MORÍ me encanto woow, es una de las cosa que espero todos los fines de semana muchas gracias lo ame..!!!!
ResponderEliminarawwww, me encanto, es muy lindo, aunque he de decir que me salte el lemon XD
ResponderEliminarDemasiado lindo para mi pobre corazón TT
ResponderEliminarSuper
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