Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 7 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.
Capítulo
7
—Carlo,
vamos a la habitación—le dijo Reitan cuando acabó de comer.
El humano le
siguió sin decir nada y subieron al cuarto que poco antes Takashi
les había mostrado.
—¿Cómo te
encuentras?—le preguntó Carlo cuando estuvieron allí, viendo que
el demonio se mantenía callado.
—Bien, ha
sido sorprendente como hemos arreglado las cosas que han estado mal
entre nosotros durante cientos de años en apenas unos minutos. No
pensé que Hageshii aún me quisiera como su hermano—le dijo
sintiéndose muy feliz por ello.
—Me alegro,
ahora ya no te enfrentarás solo a tu padre—le abrazó por la
espalda, rodeando su cintura con los brazos, enterrando el rostro en
los violetas cabellos.
—Sí, él es
la única persona que puede ayudarme, sinceramente no me lo
esperaba—se recostó contra su pecho suspirando.
Carlo alzó el
rostro del demonio, volteándolo un poco, y lo besó tiernamente,
enredándose con su lengua. Reitan se giró y se abrazó al cuello
del humano, intensificando su beso.
Esta
será la última vez...,
pensó el demonio.
Carlo lo llevó
hasta la cama y le tumbó, colocándose sobre él. Le miró un
momento y sonrió tiernamente, para volver a besarle, bajando después
despacio por su cuello. Le quitó el jersey y comenzó a lamer y
acariciar su pecho, centrando su atención en las rosadas tetillas.
Mordió los pezones duros como pepitas y los pellizcó, provocando
leves sobresaltos en el mayor.
—Que
sensible estás hoy en esta zona—rió el humano, apretando fuerte
entre sus dientes uno de los pezones.
—¡Um! Sigue
más abajo...—le pidió Reitan sin querer que le excitara aún más
o no podría concentrarse.
—¿Por qué
quieres ir tan rápido hoy? Bueno, lo haremos porque los otros están
abajo—le concedió, desabrochando sus pantalones.
Acarició por
encima de la ropa interior la creciente erección y le dio un beso,
que de lo dulce que fue hizo ponerse rojo al demonio.
—¡Idiota!
No hagas eso... es vergonzoso.
Carlo tan solo
sonrió y tras quitarle los calzoncillos comenzó a lamer su miembro,
metiéndoselo por completo en la boca. Observaba atentamente las
reacciones de Reitan, las expresiones que aparecían en su rostro
extremadamente lindo. También deseaba escuchar los gemidos que
contenía y que nunca le permitía oír hasta que ya no podía más.
Llevó los dedos a la boca cerrada del demonio y los metió a la
fuerza, haciendo que los chupara. Sabiendo ya el fin que iban a tener
esos dedos, Reitan los lamió como dulces caramelos mientras se
intentaba controlar por el placer que le daba el humano.
—Ya estás
apunto...—susurró Carlo, dejando de chupar el falo—. Pero aún
no te puedes venir, todavía queda mucho.
¿Por qué
no me puedo correr? Aunque queda mucho, puedo aguantar cien veces más
que él y puedo correrme muchas veces más que cualquier humano,
pensó, avergonzado por estar tan excitado tan rápido.
Carlo lamió
su entrada y metió su lengua en ella, para después sustituirla por
uno de los dedos que previamente había lubricado el demonio.
Aunque esto
empezó para traspasarle mis poderes... creo que lo de hacerlo con un
hombre se va a volver una adicción, pensaba el demonio deseando
que se adentrara más en él. Aunque lo deje con él, tal vez lo
intente con otro hombre... pero que sea un demonio.
Cuando hubo
metido ya el segundo dedo, pudo notar cómo su entrada le absorbía y
pedía más.
—Vaya,
parece que mis dedos no son suficiente, voy a sustituirlos por algo
más grande—sacó los dedos y levantando su trasero comenzó a
acariciar la húmeda entrada con su miembro ya goteante.
—Mételo más
rápido, ¡ah! Hasta el fondo...—tenía que ser rápido, antes de
que se desconcentrara o no podría hacerlo.
Al humano le
extrañaba lo apremiante que era Reitan, al contrario de lo habitual.
Pero aun así lo hizo, porque él también deseaba entrar lo más
rápido posible, estaba muy excitado. Con una sola embestida llegó
hasta el fondo, arrancando de su garganta un fuerte grito.
Aquel era el
momento, ahora que estaba completamente dentro y que la sangre más
caliente del humano estaba concentrada en aquella zona, podía hacer
el intercambio. Entre embestidas de Carlo, el demonio comenzó a
sacar la sangre que días antes había introducido en él sin que tan
siquiera se diera cuenta, y le devolvió la sangre humana que había
absorbido en su propio cuerpo. No sabía si se daría cuenta, debía
sacar de él toda la sangre que había ido metiendo poco a poco en
varios días, pero no podía esperar más, esa iba a ser su última
oportunidad. No podía implicar más a ese joven, que tan bien se
había portado con él, en los peligrosos asuntos demoniacos.
—Reitan...
siento algo raro...—le dijo sin dejar de penetrarle.
—Tranquilo...
sigue... ¡Mn!—acarició los castaños cabellos, intentado mantener
su mente concentrada todo lo posible.
—Ah... Ya no
puedo más... voy a correrme—jadeó Carlo, sintiendo algo muy
extraño en su miembro.
—... Un
poco... ¡Nn! Aguanta solo un poco...—ya apenas faltaba, tenía que
seguir un poco más de tiempo dentro.
Cuando logró
sacar la última gota de su sangre del interior del humano, dejó ir
su mente y se corrió al mismo tiempo que Carlo. El moreno se tumbó
a su lado y comenzó a besarlo de nuevo, preparándose ya para
hacerlo una segunda vez.
—Es-espera...—el
demonio lo apartó, sabiendo que si seguía un poco más ya no podría
detenerlo—. Yo no...—Reitan suspiró hondo, él no era tan
dubitativo—. Lo siento pero esto se ha acabado, ya no puedo seguir
contigo. La verdad es que desde el principio solo te he estado
utilizando para convertirme en un humano, transformándote a ti en un
demonio. Sé que no está bien, pero nunca he sentido nada por ti.
Ahora es mejor que te marches o te meterás en problemas de demonios.
—... No es
cierto...—dijo al fin tras un largo silencio. Por su rostro parecía
estar a punto de echarse a llorar—. Tú me amas... Hemos estado
meses juntos, como una pareja normal... Yo sé que tú me amas... No
solo me has estado utilizando... sé que esto te duele mucho...
—Te
equivocas. Los demonios como yo hemos sido entrenados desde que
nacimos para no tener sentimiento alguno, especialmente hacia los
humanos—se levantó de la cama y se vistió, mostrándose
completamente frío.
Sin decir una
palabra más, mirando al demonio incrédulo, Carlo salió de la
habitación tras arreglarse la ropa.
Todo ha
acabado... que alivio, pensó Reitan.
Esperó unos
minutos y después salió de la habitación. Al pasar junto a la
puerta del cuarto de Hageshii sintió curiosidad y se acercó a
escuchar.
—Mm... Qué
bien lo estás haciendo chiquito... Muévete más rápido, déjate
caer para que llegue hasta el fondo—decía el demonio, notablemente
excitado.
Reitan quería
saber lo que estaban haciendo, quería ver cómo lo hacía su hermano
con ese pequeño íncubo. Abrió cuidadosamente la puerta y su
corazón latió fuerte al observar la excitante escena. Hageshii
estaba sentado en la cama, con la espalda apoyada en la pared,
mirando lascivamente a Konome, quien estaba sobre él y se movía
sobre el falo del demonio autopenetrándose, con una profunda
expresión de placer en su rostro.
Hageshii
debe pasárselo muy bien estando todos los días con ese niño,
pensó sin dejar de observarles. De pronto la mirada del pelirrojo
fue directa a él. ¡Mierda! Me ha descubierto.
Sin embargo
Hageshii tan solo le sonrió y volvió a lo que estaba haciendo.
Reitan se sonrojó pensando que a su hermano no le importaba que le
mirara mientras hacía el amor o incluso le gustaba. El demonio se
quedó allí observando, poco a poco notó cómo su entrepierna se
levantaba hasta que ya no pudo más y comenzó a masturbarse
sentándose en el suelo, sin quitarles la vista de encima. No sabía
si lo que le excitaba era ver a su hermano, al íncubo o simplemente
el hecho de que lo estuvieran haciendo y el observara a escondidas.
Por las escaleras subió el exorcista, de quien el demonio no se
percató, demasiado concentrado en la escena, ahora de su hermano
sobre Konome.
—Vaya vaya,
así que eres un voyeur, no me lo esperaba—le dijo Takashi
sobresaltándolo.
—¡Ah! Yo-
esto...—el demonio no sabía qué escusa poner y su rostro se había
vuelto casi tan rojo como sus ojos.
—Tranquilo,
no importa, entiendo que te pongas cachondo viendo a esos dos, ellos
sí que saben hacerlo bien—rió el moreno—. Dime, ¿quieres que
te ayude?—le preguntó agachándose tras él.
—¡Ah...!
N-no es necesario... ¡¡Hum!!—sintió los dedos del joven
envolviendo su miembro casi a punto.
—No dejes de
mirar—le susurró Takashi al oído, comenzando a masturbarle.
Reitan ya no
pudo hacer nada, estaba demasiado excitado como para poder negarse.
Sentía los expertos dedos del exorcista acariciándole y su lengua
recorriendo su cuello y sus labios dándole intensos besos.
—Shi-Shinohara...
me corro... ¡¡Mn!!—el demonio se vino en la mano del joven sin
ser capaz de contenerse.
—Hehe, no
está mal—Takashi lamió el semen que había manchado sus dedos.
—No
menciones esto nunca a nadie—le advirtió el demonio abrochándose
la ropa y alejándose de él.
—Como
quieras—contestó—. Pero no ha dicho que no se volverá a
repetir—comentó cuando ya no le escuchaba.
Continuará...
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