Título: Póker
Categoría: D. Gray-man Personajes: Allen Walker & Tikki Mik
Género: Yaoi
Clasificación: +18 años Advertencias: Lemon
Capítulos: 1 de 2 Finalizado: no
Resumen: Yo, Allen Walker, soy un jugador de póker profesional. En uno de los importantes campeonatos en los que participé me encontré con la horma de mi zapato, un hombre con la mayor suerte que he visto jamás, que consiguió meterse en mi mente y volverme loco. De una final de póker seguida de una noche de sexo es de lo que trata mi historia.
Como crupier un hombre joven, de cabellos largos azulados y ojos rasgados, de orígenes orientales indefinidos, vestido con el traje negro y blanco obligatorio del casino; yo me encontraba en una de las esquinas, el primero de los cuatro jugadores que me acompañaban, situado a mi izquierda, Arystar Krory era un hombre de 63 años, rumano, de castaños casi negros, de cabellos negros y cortos con un mechón blanco en la frente, una gorra azul oscura con la publicidad tapada por cinta adhesiva y un traje marrón oscuro con los primeros botones de la amarilla camisa desabrochados; el siguiente a él era Lavi Bookman, un chico muy joven inglés, realmente me sorprendió que un chico que apenas acababa de cumplir los 22 pudiera jugar con los profesionales como nosotros, su pelo era corto y rojo, con un pañuelo alrededor de la frente que lo dejaba de punta, y ojos verde esmeralda, vestía una camiseta blanca con un graffiti negro y unos pantalones vaqueros; el siguiente era Tikki Mik, un hombre de 28 años, italiano, de cabellos negros y ondulados recogidos hacia atrás, con piel clara algo grisácea, perfectamente cuidada y con un lunar bajo el ojo izquierdo, una sonrisa soberbia en el rostro y unos ojos color miel casi dorados tras unas gafas metálicas finas de cristales violetas, vestía un traje negro al completo con una mariposa roja bordada en la solapa de la chaqueta; y el último jugador era una mujer, Lulubell Noah, de 36 años y portuguesa, de cabellos largos y lisos, completamente negros, unos ojos ocultos tras unas gafas de cristales oscuros y una piel muy fina y morena con el rostro demasiado maquillado, vestía un top ajustado color añil y una falda corta negra también muy estrecha.
La partida empezó, era la final, se jugaban puntos y no dinero, cuando uno perdiera todas sus fichas se iría de la mesa hasta que sólo quedara uno. Y yo necesitaba ganar el primer premio sí o sí. Pero la competencia no era nada fácil. La primera jugada fue normal, Krory consiguió algunos puntos con una doble pareja. En la segunda jugada Lavi demostró ya lo que podía hacer con un farol muy bien hecho con el que le ganó muchos puntos a Lulubell. No fue a hasta la tercera jugada que yo me arriesgué, con un As de picas y un Rey de corazones pensé tener alguna buena oportunidad. En la primera ronda de apuestas nos quedamos Mik y yo, aposté dos mil de mis 29 mil puntos y él igualó mi apuesta. Las tres primeras cartas no me sirvieron para nada, un 3, un 6 y un 7. Mik subió mil puntos su apuesta y ya puestos yo la igualé, la siguiente carta fue un Rey, ya lo tenía, estaba seguro de que ganaría. En la última ronda de apuestas ambos pasamos, ya le había pillado el tranquillo a aquel hombre de carácter arrogante. La última carta salió, un tres de nuevo. Sonreí, pensé “Entrégame tus puntos Don Creído” Pero en el rostro del italiano vi una perversa sonrisa cuando contempló mis cartas, dio la vuelta a las suyas y vi el tres y el siete que tenía en las manos. Maldito bastardo, había conseguido un Full por pura suerte.
El juego continuó, intenté calmarme, no ponerme nervioso después de aquella jugada, había sido pura chiripa. Esperé mi nueva oportunidad observando a mis oponentes, esperando tener menos competencia. Krory, a pesar de haber tenido bastante suerte al principio, fue el primero que se marchó, perdiendo todos sus puntos a manos del más joven, quien nos estaba mostrando su gran talento para los faroles. Fue entonces, cuando quedamos cuatro en la mesa, que decidí jugar de nuevo. Tenía una pareja de nueves, tenía una oportunidad. No sé porqué fue Mik quien se quedó jugando otra vez conmigo. Me lanzó una mirada perversa, queriendo ponerme nervioso, pero estaba seguro de que no tenía nada. Aposté dos mil y él duplicó mi apuesta, acepté y salieron las primeras cartas: Rey de corazones, ocho de corazones y dos de picas. En la siguiente ronda de apuestas yo pasé y Mik aposto 6 mil, en aquel momento ya no iba a echarme para atrás por lo que igualé su apuesta. La siguiente carta: cuatro de corazones, ninguna de ellas me servía, rezaba porque saliera otro nueve o porque él no tuviera un trío. Tras apostar de nuevo 6 mil salió la última carta, Rey de tréboles. Bien, tenía doble pareja, esta vez me llevaría sus puntos y eran muchos más de los que él me había quitado. Pero aquella perversa sonrisa apareció en su rostro y ya supe que había perdido. Mostró sus cartas, un As de corazones y un seis de corazones. Maldito capullo ¿Cómo podía haber conseguido color tan fácilmente? Si esa última carta no hubiera sido también de corazones habría ganado yo ¿Cómo podía tener tanta suerte? Ese bastardo quería hundirme, humillarme, me ponía enfermo, pero no iba a permitirle salirse con la suya, iba a ganarle de seguro.
Aposté de nuevo dos juegos después, esta vez contra ese pequeño genio. Podía ser un principiante muy bueno, pero no podría contra mí, sus faroles no le iban a servir. Aposté dos mil y él igualó mi apuesta. Yo tenía Reina de diamantes y nueve de tréboles y las tres primeras cartas que salieron fueron Sota de tréboles, cinco de corazones y Rey de diamantes. Sin saber porqué, sentía que esa era la mía, y estaba seguro de que no me la quitaría ya que ese crío no tenía la suerte del italiano. Lavi me sorprendió apostándolo todo, pero estaba seguro de que no era más que otro farol, podía verlo en su rostro, claro que lo mío también ya que de momento no tenía absolutamente nada. Acepté su apuesta y di todo lo que tenía, si él perdía aún se quedaría en la mesa ya que de momento tenía más puntos que yo pero si por el contrario el perdedor resultaba ser yo me iría en ese momento. Siendo consciente de ello me puse algo nervioso, no podía perder, todavía tenía que vengarme de Mik, quien no dejaba de observarme fijamente tras los cristales violetas de sus gafas. Las dos últimas cartas salieron, un 8 de corazones, eso me destrozaba, solo quedaba una oportunidad para que saliera lo que yo necesitaba o si no todo acabaría. Y ahí estaba, mi 10, un precioso diez de corazones, la carta que transformaba mi inútil mano en una maravillosa escalera. Lavi gruñó y yo deseé dar saltos de alegría, con su dos y su ocho no tenía más que una pareja, su farol no había funcionado. Vi reír suavemente a Mik parecía haberse alegrado por mi victoria ¿es que quería ser él quien me echase del juego?
En las siguientes jugadas fue Lulubell, que hasta el momento no había destacado mucho en el juego a pesar de su aspecto, quien desplumó al joven Lavi, que gracias a mi jugada había perdido toda la confianza que había mostrado anteriormente, dejándolo fuera del juego rápidamente. Sólo quedamos en la mesa la hermosa portuguesa, Mik, para el que tenía muchos adjetivos, y yo. Eso acabaría pronto.
La siguiente jugada fue entre Lulubell y Mik. Ambos apostaron 8 mil, parecía que estaban seguros de su victoria pero conociendo a Mik probablemente no tenía nada. Observé atentamente a ambos, esperaba poder jugar la final con uno de ellos, preferiblemente con Lulubell. Las tres primeras cartas que salieron fueron un dos, un Rey y una Sota. Lulubell lo apostó todo, me extrañó realmente aunque imaginé que tendría doble pareja o trío no pensé que ella fuera a hacer algo así, era más probable de Mik y por supuesto él aceptó e igualó la apuesta, aunque aun le quedaban algunos puntos. Salieron las dos cartas restantes, un nueve y una Sota. Lulubell dio la vuelta a sus cartas, Rey y nueve, doble pareja, podía ganar, eso deseábamos los dos probablemente. Pero cuando Mik volteó sus cartas nuestras ilusiones desaparecieron, póker de Sotas, cuatro cartas iguales ¿esta vez había apostado con algo en la mano? ¿Por qué conmigo apostaba cuando no tenía nada? pero eso ya no importaba, ahora la hermosa Lulubell había desaparecido de la mesa con cara de disgusto y solo quedábamos nosotros dos.
—Dime Al ¿Qué te pareces si acabamos rápido con esto?—me preguntó Mik con su sonrisa de soberbia.
—Me llamo Allen, solo mis amigos me llaman Al, para usted soy Walker—le dije con malhumorado, sin poder soportar por mucho más tiempo esa cara de idiota.
—Qué frío eres, por el contrario tú puedes llamarme Tikki—contestó con una risa divertida.
— ¿A qué se refería con acabar rápido?—preguntó sin querer hablar mucho más con él.
—Quien gane este juego se lleva el premio, lo apostaremos todo—propuso mostrando la misma confianza que las anteriores veces sin que hubieran repartido aun las cartas.
—Pero aunque yo lo apueste todo y gane a usted aun le quedan puntos—no podía confiarme de un tipo como él, tenía demasiada labia.
—Me retiraré, si ganas este juego me retiraré, lo que además significa que no podré optar ni al segundo premio— ¿Cómo podía sentirse tan seguro de si mismo? podía quedarse sin nada solo por esa tontería.
— ¿Y cómo puedo estar seguro de que lo cumplirá?—pregunté comenzando a considerar su propuesta.
—Me ofendes, soy un caballero, siempre cumplo mis promesas, además no estaría bien engañarte con toda esta gente presente—contestó señalando a todas las personas que nos rodeaban atentas a todo lo que hacíamos, por unos momentos se me había olvidado completamente que estábamos en un torneo que era contemplado por miles de personas.
—De acuerdo—probablemente era una estupidez pero si le ganaba en esa jugada no sólo conseguiría el dinero que tanto necesitaba sino que además le humillaría como tanto deseaba.
Ambos lo apostamos todo en cuanto el crupier repartió las cartas, a mi me tocaron el Rey de tréboles y la Sota de diamantes, bien, era una buena jugada, podía conseguir algo. Sobre la mesa fueron apareciendo una por una las cinco cartas, primero un Rey de diamante, ya tenía una pareja, después un cinco de picas, después el Rey de corazones. Perfecto, ya tenía un trío, todo iba sobre ruedas. Después apareció la Sota de corazones, la cosa no podía ir mejor, tenía ya un full, una pareja y un trío, con esa jugada estaba seguro de poder ganarle. La última carta fue el diez de corazones. Ya estaba todo echado, solo me faltaba conocer las cartas de Mik pero estaba completamente seguro de mi victoria.
— ¿Puedes superar esto?—le pregunté mostrando mis cartas con una sonrisa triunfante.
—No lo sé—y era cierto, él ni tan siquiera había mirado sus cartas, parecía confiar completamente en su suerte. Dio la vuelta a la primera, Reina de corazones, no tenía nada, no podía superarme. Dio la vuelta a la segunda…
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