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Mi musa es un prostituto c1
Título: Mi musa es un prostituto
Categoría: FullMetal Alchemist Personajes: Roy X Ed
Género: Yaoi
Clasificación: +18 años
Advertencia: Lemon
Capítulo: 1 de 4 Finalizado: No
Resumen: Roy es un escritor que encuentra inspiración cuando observa desde su ventana a un prostituto de cabellos y ojos dorados. En un día de tormenta no soporta ver cómo pasa frío y decide comprarlo para que vaya a su casa.
Siempre le miraba, todas las noches observaba a ese chico, sentado en el banco, solo, en aquel barrio de mala fama. Cada noche un hombre, por lo general de avanzada edad, se le acercaba y se lo llevaba. Algunas noches, después de eso, el chico no regresaba, otras volvía y otro hombre se lo llevaba. Yo lo miraba siempre, me quedaba despierto hasta altas horas, lo contemplaba desde la ventana de mi pequeño apartamento. Esos cabellos dorados y largos, siempre recogidos en una coleta, sus ojos del mismo color que de vez en cuando miran al cielo, sentía que había mucho dolor en ellos pero nunca lo mostraba en su rostro siempre sereno. Aquel rostro era realmente lindo y tenía un cuerpo pequeño que le hacía parecer un niño.
Me preguntaba porqué hacía eso cada noche ¿no tenía dinero? ¿Disfrutaba con ello? ¿Qué podía pasar por su mente al hacerlo con un hombre desconocido cada noche? También me preguntaba si él sabía que le miraba cada noche desde hace casi un año, cuando empezó a sentarse en ese banco, empezando ya la primavera. Desde entonces mi inspiración había vuelto, cada noche era capaz de escribir varias páginas aunque pasara la mañana durmiendo. Mis hábitos habían cambiado, también se habían estabilizado. Antes dormía cuando me apetecía, unas veces de noche, otras en el día y otras simplemente no me levantaba de la cama porque me resultaba demasiado deprimente ponerme frente al ordenador y no ser capaz de escribir nada. Más de cinco años habían pasado desde que mi inspiración se negaba a llegar, hasta que ese joven de cabellos dorados apareció. Le debía mucho, quería hablar con él, darle las gracias por ser mi musa, pero era incapaz, ¿Cómo podía acercarme a un chico como ese? ¿Qué iba a decirle? Tenía demasiado miedo a que se riera en mi cara.
Esa noche era como otra cualquiera. El frío del invierno azotaba fuertemente como lo había hecho toda la semana. Aquel chico, como siempre, hiciera el tiempo que hiciera, estaba sentado en ese banco. Comenzó a llover y nevar, en poco tiempo se formó una fuerte ventisca y ese joven no se movía del banco. Siempre se libraba del mal tiempo gracias a algún hombre que lo recogía pero aquella noche no pasaba ninguno por allí. Me dolía verlo así, pasando frío con una ropa no demasiado abrigada, sin moverse como si ya fuera un carámbano de hielo. Reuní todo el valor que tenía y bajé rápidamente a la calle apenas con el abrigo encima del pijama. Corrí hasta quedar jadeante frente al chico que me miraba sorprendido con aquellos ojos dorados, que al fin veía desde cerca.
—Vamos a mi casa—le dije sin entender como aquellas palabras habían salido de mi boca.
Sin preguntar nada se levantó y me siguió a mi apartamento. Yo no podía quitarle los ojos de encima, mi corazón latía muy fuerte al estar tan cerca de él, no sabía porqué. El rostro del chico seguía impasible como siempre, entró en mi casa como si nada y se quedó en frente de mí esperando algo.
—Em… etto… —yo no sabía qué hacer, me quedé congelado frente a él.
— ¿Qué quiere que haga?—me preguntó como si para él fuera algo normal, como si se esperara cualquier cosa.
—Su-supongo que tendrás frío así que puedes darte una ducha caliente—le dije lo primero que se me ocurrió para ganar algo de tiempo.
El joven fue al baño y yo me quedé sentado en el suelo tirándome de los pelos por la estupidez que acababa de cometer. ¿Qué iba a decirle? ¿Qué iba a hacer con ese chico que se estaba duchando en mi baño, totalmente desnudo? Probablemente él esperaba que tuviéramos sexo o lo que fuese que hiciera con sus clientes. Pero a mí hacer el amor con un hombre me resultaba una idea imposible, aunque fuera tan lindo como él. Iba a comprarle aquella noche, pero no para sexo, simplemente no quería que pasara frío en la calle solo, era una forma de compensar toda la inspiración que me había dado, le pagaría con el dinero que había ganado gracias a él.
—Ya he acabado—me dijo al salir del baño con tan solo una toalla alrededor de la delgada cintura.
—Ah… bien… em… ¿quieres tomar algo?—desvié la mirada de aquel pequeño y aparentemente vulnerable cuerpo y me dirigí a la cocina.
— ¿Podría decirme para qué me ha comprado? O mejor dicho ¿tiene dinero para pagarme?—observó el desastre que se suponía era un apartamento 1DK, con mi futón bajo la ventana desecho y con alguna ropa tirada por encima y alrededor; montones de hojas y libros de referencia tirados por todas partes sin orden alguno; vasos y platos sucios encima de la mesa y del fregadero, de hace más de una semana y también algo de basura por el suelo. Un total desastre causado por mi reciente inspiración, es decir, indirectamente por ese chico. Cuando mi mente estaba en blanco y no podía escribir mi apartamento era perfecto pero desde que le vi no hubo un día que se viera limpio.
—Bueno, sí, tengo dinero para pagarte y… con respecto… a lo otro… s-siéntate y tomate un té—aparté lo que había sobre la mesa dejándolo a un lado de la habitación, de nuevo tirado y le puse la taza frente a él, sentándome en el lado opuesto.
—Le advierto que no tomo drogas, no son necesarias para que haga lo que usted quiera, como mucho solo afrodisíacos—me dijo mirando el té con cara desconfiada.
—No te preocupes, no tiene nada de droga, solo es un té, bastante malo pero solo té—por sus palabras me daba cuenta de que ese chico había pasado por mucho.
—Ah, entonces eres de los que prefiere hablar antes del sexo—dijo como si nada.
— ¿Se-sexo? No, no, yo no quiero eso. Solo… bueno, veía que estabas pasando frío así que pensé que estarías mejor aquí—el chico se me quedó mirando con la taza de té en sus labios.
— ¿Quieres decir que solo me has comprado para que no pase frío? Personalmente eso me parece una estupidez pero mientras me pagues me da igual—me dijo sin que en su rostro cambiara nada.
— ¿Podríamos hablar un rato?—le pregunté intentando no mirarle demasiado.
—Si es lo que desea podemos hacerlo, es usted quien me ha pagado.
—Ah… bien… bueno, primero, me llamo Roy Mustang, puedes llamarme Roy, no hace falta que me trates de usted ¿y tú cómo te llamas?
—Edward Elric, puede- puedes llamarme Ed.
—Encantado de conocerte Ed, y ¿Cuántos años tienes?—parecía que la conversación podía empezar a ser más amistosa y el ambiente menos frío.
—Cumpliré 19 en primavera—contestó como un robot.
—Eso quiere decir que empezaste con esto nada más cumplir los 18—dije pensativo.
— ¿Cómo sabes eso?—preguntó extrañado.
—Ah! Bueno, es que… el banco donde te sientas se ve desde aquí y yo siempre miro por la ventana para inspirarme—me había pillado, aquello me resultaba muy vergonzoso.
— ¿Eso quiere decir que me has estado observando?—preguntó con una medio sonrisa perversa.
—U-un poco… es solo que como pasas todas las noches ahí yo sentía curiosidad y a veces te miraba—no entendía porqué me estaba poniendo tan nervioso, nunca un chico tan joven me había alterado de ese modo.
—Eres un tipo muy extraño, pero no me importa mientras no me acoses. Ya que no tienes intención de hacer nada conmigo ¿puedo ponerme algo de ropa? Tengo frío—era cierto, se notaba, sus pezones estaban erectos y de vez en cuando podía ver como le recorría algún escalofrío ¿pero por qué me fijaba tanto?
—Claro, te he traído aquí para que no pases frío así que adelante—le contesté mirando hacia otro lado.
El chico, bueno, empezaré a llamarlo por su nombre, Edward, se levantó y cogió su ropa que estaba bien colocada en un rincón.
—Hey! Espera, tu ropa aun debe estar mojada, te prestaré algo de la mía—saqué de los cajones un pijama de los más abrigadores que tenía y se lo entregué—aunque te quedará un poco grande, tu cuerpo es pequeño.
—Lo sé, no hace falta que te burles—me dijo prácticamente arrancándome el pijama de las manos.
— ¿Burlarme? Ah! No, yo no me burlaba, me parece lindo, bueno, quiero decir, para ser un chico, bueno, creo que me entendiste y si no, no me sé explicar mejor—le di la espalda todo avergonzado rascándome la cabeza.
—Eres un tipo extraño, pareces escritor pero no es que se te de bien hablar—parecía que le hacía gracia el modo en que yo me comportaba y por un instante me pareció ver que en su rostro se dibujaba una fugaz sonrisa—también te gustan la mujeres ¿verdad? ¿Y aun así compras a un hombre? De bastante menor edad que tú por cierto.
—Ya te dije que la razón por la que te he comprado ha sido solo porque no me gustaba verte pasar frío y eso de bastante menor… si me estás llamando viejo que sepas que solo tengo 29, además, los que te suelen llevar sí que son unos viejos—le dije algo enfadado.
— ¿Los que me suelen llevar? Decías que tan solo me mirabas a veces, para decir eso tienes que haberme mirado más de una vez—me dijo inquisitivo.
—Ah…em…etto…—no sabía qué hacer, si le decía que él había sido mi musa me tomaría por loco o algo peor.
—Lo sabía, eres como todos, simplemente un poco más tímido—dijo con un leve suspiro.
— ¿A qué te refieres?—le pregunté extrañado.
—A ti solo te interesa mi cuerpo, como a todos. Aunque ahora digas eso del frío has estado observándome, probablemente te guste pero te da vergüenza admitirlo porque no crees que puedas sentirte atraído por un hombre. Pero esto acabará en sexo como siempre—noté algo de tristeza en su voz.
— ¡Te equivocas!—le grité golpeando la mesa con los puños—tú no me interesas por eso. Cuando te vi por primera vez pude escribir después de más de cinco años totalmente en blanco y por eso no he dejado de mirarte todo este tiempo.
Me sorprendí yo mismo de lo que dije y de la fuerza con que lo hice. Me sonrojé lleno de vergüenza y le di la espalda agachando la cabeza. Sabía que ahora se burlaría de mí.
— ¿Hablas en serio? ¿No te interesa mi cuerpo?—se puso de rodillas junto a mí mirándome fijamente.
—Me pareces lindo y eso pero nunca pagaría por tener sexo con alguien, pienso que debe haber sentimientos por ambas partes. Yo me conformo solo con mirarte, eso es suficiente para que me inspire. Además eres un chico—pensé que aquella palabras no eran suficientes, no me había explicado lo suficiente como para que me entendiera bien.
—Eres un tipo extraño—Edward comenzó a reírse.
Cuando le miré mi corazón dio un vuelco, probablemente se estaba riendo de mi estupidez pero no me importaba, le veía feliz, aquella sonrisa tan brillante, tan natural hizo que mi corazón latiera a toda velocidad. Aquel rostro que siempre estaba serio, impasible, incluso triste, ahora se veía tal alegre y radiante que hicieron desaparecer el resto del mundo y por un momento para mí solo existió él.
—Entonces, si yo te inspiro ¿me acogerás aquí cuando haga mal tiempo como hoy? Te inspirarás más si estoy cerca de ti ¿verdad?—me quedé muy sorprendido por su propuesta.
— ¿Quieres decir que vendrías aquí sin que te pague?—pregunté aun sin creérmelo.
—Sí, así es, eres un tipo muy extraño pero me caes bien.
Seguía sonriendo y en aquel momento mi único deseo era que esa sonrisa nunca desapareciera, que me la mostrara siempre a mí. Espero tenerlo algún día solo para mí.
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